Navidad

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Diciembre 2024

Luisita y Amelia hoy habían recibido una llamada muy especial. Marina y Mateo ya habían sido papás, por lo que esta tarde las dos iban a ir a conocer a la pequeña. Además, pensaban que sería una buena manera de contarles que Amelia estaba embarazada, siendo ellos de los primeros en enterarse. Lúa todavía no sabía nada, porque si se enteraba ya probablemente lo contase a todo el mundo.

- Madre mía Luisita. Espero que esto se me pase volando – decía Amelia mientras volvía del baño – llevo apenas tres meses embarazada y creo que he vomitado hasta la primera papilla.

Luisita simplemente sonrió, estaba feliz y eso se notaba. Por lo que no dudó en acariciar el vientre de Amelia. Ya empezaba a crecer poquito a poco, aunque de momento hacía un pequeño acto de presencia. Por ello, la morena había decidido que lo mejor era usar ropa algo más ancha. De momento sus vaqueros favoritos debían de quedarse en el armario esperándola.

- ¿Te puedes creer que estás aún más guapa desde que estás embarazada?

- Pero, no mientas Luisita si estoy super hinchada por todos lados – pronunciaba con vergüenza.

- No seas tonta Amelia, por favor.

Pero su conversación fue interrumpida por el reclamo de su hija. Las dos fueron enseguida a la habitación de la niña, para así poder desayunar las tres juntas, como intentaban cada día.

- Mamá, yo quiero bizcocho de naranja para desayunar – pronunciaba Lúa mirándola con un puchero-

- Luisita, naranja no por favor, el olor no puedo eh – decía Amelia haciendo el signo de vomitar- cualquier cosa, pero naranja no.

- Bueno, Lúa y ¿por qué no galletas de chocolate? – intentaba Luisita convencerla mientras rezaba interiormente para que su hija no sacase a relucir su cabezonería – es que bizcocho mejor en casa de los abuelos, que está más bueno ¿a que sí?

Y las plegarias de Luisita fueron escuchadas y después de un par de segundos la pequeña aceptó sin protestar. Sabía que en casa de sus abuelos podría merendar cualquier cosa y si encima pasaba la tarde en el bar podría merendar incluso dos veces. Mientras las tres desayunaban Lúa las iba contando todo lo que quería hacer esta tarde en casa de los abuelos. Cuando terminó de desayunar la pequeña fue corriendo a su habitación y volvió con un pequeño peluche el cual acercó a Amelia.

- Es para la prima Noa, para que la digáis que quiero jugar con ella – en ese momento Luisita y Amelia se miraron emocionadas – pero se que es pequeñita y tiene que crecer.

- Seguro que a Noa le encanta tu regalo – decía Amelia mientras se agachaba a abrazar a su hija.

Después de dejar a Lúa con sus abuelos, las dos ponían rumbo al hospital con unos regalos para su nueva sobrina. Además, estaban contentas pensando en que los bebés que iban a tener se iban a llevar poco tiempo con Noa y probablemente tendrían muchísima conexión en un futuro. Con cuidado llamaron a la puerta de la habitación donde estaba Marina. Iban un poco en plan sorpresa, ya que solo lo sabía Mateo.

- Hola a la nueva mamá más guapa de este hospital – pronunció Luisita mientras pasaba con cuidado.

- Ay, chicas, que ilusión que hayáis podido venir. Dejad las cosas por ahí y poneos cómodas – decía Marina mientras Mateo se acercaba con la más pequeña – Mira Noa estas son tus titas Luisita y Amelia. ¿La queréis coger? – preguntó mientras se la pasaba con cuidado a Amelia.

- Es igualita a Marina -decía mientras acariciaba su carita.

La mente de Amelia se transportó al futuro, si todo salía bien en unos seis meses ella estaría igual y le entraron nervios e ilusión. Aunque también su mente viajó al pasado, a cuando Lúa era así de pequeñita y como el tiempo había pasado tan rápido. Sus pensamientos la habían distraído completamente, porque cuando volvió a conectar con la realidad estaban los tres hablando de otro tema y Luisita la estaba preguntando si podía coger a Noa.

Luimelia One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora