𝐃𝐄𝐀𝐑 𝐄𝐗; 𝗁𝖺𝗅𝗅

4💌

— Oh, hola Bryce.

— Quinton, los chicos te llaman— dijo mirándolo. El mismo se despidió y salió cerrando la puerta tras él.

— Nadie lo llamaba ¿cierto?

— Cierto.

— ¿Por qué siempre haces lo mismo Bryce?

— No puedo dejar que un niñato como ese ligue con mi mujer.

— Y ¿desde cuando soy TÚ mujer?— lo señalé.

— Desde que te metiste en mi cabeza y ya no has salido hasta entonces— se acercó a mí.

— Aléjate Hall.

— Sigues tal y como te recordaba. Tan rebelde, tan preciosa...— agarró mi mentón y me hizo mirarlo— No has cambiado nada— sonrió— ¿sabes? Fue una hermosa sorpresa el verte salir del coche de tus hermanos, te eché de menos.

— No me echabas tanto de menos cuando te liabas con otra.

— ¿Todavía estás resentida por eso?— lo miré obvia— Bueno... en ese caso debo decirte que me arrepentí como nunca antes lo había hecho.

— ¿Por qué se supone que debería creerte?

— Oh vamos... éramos críos Elara. Yo en esos tiempos era un idiota, no pensaba en lo que hacía...

— Da igual lo tan "crío" que pudieras ser. Por muy pequeño que fueras eras bastante consciente de lo que hacías, tú mismo decidiste cagarla.

— Bueno, lo admito. Fui un cabrón en todos los sentidos. Pero te juro que cambié, preciosa.

— ¿Y a mí que me importa eso?

— Te estoy pidiendo otra oportunidad Elara.

— Ya...— me miró— sigue intentándolo Hall...

Me fui de aquel lugar satisfecha y sorprendida a la vez. Por primera vez no había caído en sus encantos, por primera vez había derrotado a Bryce Hall.

— Hey, ¿donde está Bryce? Ya nos vamos a ir— Anthony vino hacia mí.

— Aquí estoy— dijo el nombrado saliendo de la habitación de antes.

— Por fin llegamos— suspiré— me voy a mi habitación, estoy cansada.

— ¿Vas a dormir?—preguntó Quinton.

— ¿Y a ti qué te importa si va a dormir?— saltó Bryce y los dos se miraron mal.

— No Quinton, solo voy a... no sé la verdad, me pondré a dibujar o algo.

— Vale.

Subí a mi cuarto y me di una buena ducha caliente.
Cuando salí de nuevo estaba él allí, pero como ya me lo esperaba, me había llevado la ropa al baño y salí cambiada.

— Chica precavida— dijo dándose cuenta mientras me miraba de arriba a abajo.

— Solo sabía que estarías aquí...

— No no no pequeña...— hizo silencio con su dedo índice— rogabas que estuviera aquí.

— Sí, como no— rodé los ojos.

— ¿Ves? Te lo dije— rió— ¿quieres hacer algo?

— ¿Como qué?

— Ver una película... no sé, lo que quieras— me quedé en silencio— oh, por cierto. He de decir que he estado practicando un poco con las pinturas— sonrió al ver como mi cara se iluminaba. Cuando estábamos juntos siempre le rogaba que me dejara enseñarle, pero él se negaba.