Evi

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Eva podía ser muchas cosas, pero si había una que resaltaba por encima de todas las demás era su sentido del humor. Una vez empezaba con las tonterías era imposible que parase, al contrario, entraba en un bucle del que ya no se salía. Y aunque a veces pudiese resultar pesado, era muy entretenido verla poner esas caras tan suyas, esa esencia tan de Eva. Ana Julieta no podía parar de reír y sonreír observando cada detalle de su amiga, que le relataba cada una de sus movidas por la tierra gallega.

Llevaban aproximadamente dos horas andando por Madrid sin rumbo fijo. Y en algún punto habían terminado en la zona de Malasaña, o en otras palabras, la zona donde se concentraba la fiesta. Al darse cuenta miró a su amiga sospechosamente, la cual se encogió de hombros. Pero su sonrisa traviesa la delataba. La había llevado hasta allí a propósito.

- Hace mucho tiempo que no vas a una fiesta en condiciones Anaju-se quejó Eva-Las de tu pueblo no son "fiestas"

Ana Julieta, para no romper su tendencia natural, iba a responder pero su amiga tiró de su mano casi tirándola en el acto la interrumpió.

Cinco minutos después estaban sentadas en la barra con una copa al lado. La discoteca era mucho mejor que cualquiera de los sitios a los que había estado yendo con sus amigos en el pueblo pero tampoco se lo iba a admitir a su amiga, bastante ego tenía ya encima. Instintivamente miró su reloj, marcaban las doce y media, aún era temprano, o quizás no tanto.

- No puedo estar mucho rato más Evi. Mi hermano me estará esperando-nada más soltó la frase vio como el rostro de su amiga se contraía levemente antes de volver a una expresión neutral bastante forzada.

Eva y Flavio habían tenido un rollo raro el verano pasado. Estuvieron saliendo durante meses pero la distancia les hizo romper, o al menos esa era la versión de su hermano mayor, que rara vez mencionaba el tema. Y de su amiga tampoco es que hubiera podido extraer mucha información.

- ¿Cómo está?-preguntó seria.

- Bien, ya ha terminado lenguaje musical y se ha adscrito a un conservatorio-explicó obviando el tema de Samantha.

Eva asintió con la mirada perdida y dio un sorbo rápido a su copa, como queriendo ocultar su incomodidad tras ella. Entendía que no quisiera hablar de Flavio, al fin y al cabo, la dejó con el corazón roto, y aunque su amiga estuviera en Galicia, pudo notar la tristeza que impregnaba su voz en las llamadas esporádicas que hacían. Pero ahora ya estaba bien, parecía una persona nueva y no iba a ser ella la que le quitase la ilusión.

–¿Rafa cómo está?

Eva achinó los ojos ante la gran sonrisa que se le formó.

– ¿Qué? ¿Te dejó marca eh?

Ana Julieta le pegó un golpe en el brazo haciéndose la ofendida.

– Solo nos liamos una vez idiota. Supéralo ya-le acusó señalándola con el dedo.

Rafa era el amigo cordobés de Eva que veraneaba en la misma playa que ambas. A Ana Julieta nunca le había llamada la atención Rafael, pero en algún puto de las vacaciones pasadas consiguió su objetivo de enrollarse con ella, pero ahí quedó la cosa. Y su amiga lo sabía perfectamente.

– Es que huguito te tiene en las nubes amiga. No puedes pensar en nadie más-atacó subiendo las cejas de forma sugerente.

Mentiría si dijera que gran parte de su conversación se basaba en el rubio buenorro, pero, ¿qué culpa tenía ella? Estaba muy pillada.

Llevaban ya una cantidad considerable de alcohol consumido cuando su móvil empezó a vibrar. Eva empezó a gritar el nombre de Hugo como una loca descosida y la mandó callar con brusquedad.

Me jodiste, Madrid (Samaju)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora