Hugo/Sam

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Ahí estaba, aunque pareciese un espejismo, era real. Su pelo rubio oscuro revuelto y sus ojos azules vivarachos mirándola con el mayor cariño del mundo. Se lanzó a sus brazos sin pensarlo sintiendo como la cogía por las piernas y daba vueltas con ella. Rieron al unísono antes de fundirse en un profundo beso. Pero el carraspeo de Flavio fue suficiente para que se separaran automáticamente.

- Fla, este es Hugo-presentó Ana Julieta con una sonrisa tímida mientras observaba como el rubio se acercaba a su hermano para darle un apretón de manos.

- Qué pasa illo‐soltó Hugo con naturalidad, Flavio no hizo más que sonreír educadamente.

Ya habían tenido una discusión por la repentina llegada de Hugo. A su hermano no le había hecho gracia que se presentase así pero como era más bueno que el pan, al final había cedido incluso a recogerlo de la estación y llevarlo a su hotel. Porque las condiciones de su hermano eran claras, en el piso no se iba a quedar a dormir. Samantha, al lado de Flavio, se mostraba inescrutable. Saludó a Hugo de forma mecánica y no volvió a poner su atención en él, era como si le molestase la presencia del rubio allí.

En el camino de ida al hotel, Hugo no paró de contarle anécdotas sobre las liadas que habían hecho sus amigos en el pueblo mientras ella lo escuchaba y reía sin parar. Es que era estar el rubio cerca, y se montaba el mayor show del mundo, no había quien se aburririera. Incluso Flavio se rió con algunas de sus ocurrencias, y con ello Ana Julieta se dio cuenta de estaba empezando a caerle bien, eso era positivo.

Lo dejó en el hotel prometiendo verse por la noche para cenar por ahí y volvieron a casa de Samantha. Flavio no paró de burlarse de ella por escoger al cani del año, pero ella se lo tomó a bien, que hiciera bromas con Hugo era buena señal, de lo contrario estaría muy serio. Y eso era lo último que quería, decepcionar a su hermano.

- Sam, cariño, ¿estás bien? No has dicho casi nada durante todo el camino-preguntó Flavio cuando llegaron a casa.

Y lo cierto es que la rubia había estado especialmente pensativa durante todo el camino, y tenía curiosidad de ver si le pasaba algo. Aunque tampoco era asunto suyo.

- No, no, simplemente que me ha pillado todo un poco de improviso-aclaró rápidamente- Hugo es un cabeza loca por lo que se ve. De estos que ves y dices está perdidísimo.

Samantha intentó sonreír, pero se notó muy falso. A Ana Julieta no le gustó el tono y la implicación de sus palabras, pues sentía que no lo decía solo para bromear. Había algo ahí, como si le molestase mucho por alguna razón.

- ¿Y? Ha sido un gesto bonito, además no tiene nada que ver contigo, no sé por qué te molesta-soltó Ana Julieta algo cabreada.

- ¡Ana!-le reprendió su hermano ante su súbita contestación pero ella salió disparada a la terraza para tomar el aire sin dignarse a escucharlo.

Había reaccionado de una forma un poco exagerada, su hermano tenía razón. Pero ese comentario no venía a cuento, hacer la bromita de alguien que apenas conocía y que encima era un trozo de pan. Samantha era una bocazas pero sabía que ese comentario oo había hecho por algo más, las razones las desconocía pero quizás tampoco le interesaba saberlas. No supo cuánto tiempo estuvo ahí cuando la puerta se abrió y la rubia entró cautelosa situándose a su lado.

Vio por el rabillo del ojos como se encendía un cigarro y cuando el olor le llegó a los orificios nasales hizo una mueca de asco. Odiaba el tabaco.

- Lo siento por el comentario. No venía a cuento, no sé ni por qué lo he soltado-dijo sin mirarla antes de expulsar el humo.

Ana Julieta observó su perfil y no pudo evitar admirar la belleza de aquella imagen.

- Da igual, ha sido desafortunado pero mi contestación también. Así que estamos en paz-concluyó.

Me jodiste, Madrid (Samaju)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora