El cuarteto

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Ojos achinados de tanto sonreír.

Reía con ganas, con fuerza, con alegría, porque realmente quería. Miraba a sus Rafa, Eva y Hugo interactuar y bromear con los ojos centelleantes. Estaba feliz.
Eva pasó un brazo por su hombro acercándose a su mejilla para repartir un millón de sonoros besos en esta que la hizo estallar a carcajada limpia hasta dolerle el estómago.

El verano había pasado. Su disco había visto la luz por fin, y había sido pleno éxito, siendo una de sus canciones más escuchadas la que tenía en colaboración con Natalia Lacunza, con la que ahora se llevaba bastante mejor, y no solo porque hubiese recapacitado y vuelto con Alba. La vida volvía a sonreirle ofreciéndole el disfrute que necesitaba con los suyos, con los de siempre. Encima Flavio iría mañana a Madrid para verla y pasar esos ratos tan suyos de hermanos. Su hermano también estaba pasando por su mejor etapa, había conocido a una chica muy especial. Ana Julieta tenía el presentimiento de que ella sería la definitiva.

– Me apetece tela escuchar a ChicaSobresalto ahora mismo, tío-replicó Hugo tras darle un trago largo a su cubata.

Rafa rió inclinándose en su asiento para provenirse de una vista más amplia desde la terraza del piso que Eva y Hugo compartían. 

– Para ponerte a filosofear un poco, ¿no? En verdad apetece.

La sonrisa de Ana Julieta se petrificó ante la mención de sus amigos. Hacía tela que no veía a Maialen, y no solo eso, cada vez hablaban menos y cuando lo hacían parecía estar levemente forzado. Jamás le había pasado algo así con quien todavía consideraba su hermana de no sangre pero algo se estaba enfriando entre ambas. Estar en medio de dos personas no era fácil y al final tenía que elegir, y ella tenía muhas cosas común con Samantha, había una conexión muy potente que superó incluso la suya propia. En otras palabras, Maialen había elegido a Samantha.

– Pongamos lo nuevo de Rosalía mejor. O sino el discazo que se ha marcado nuestra amiga Ana Julieta-intervino Eva notando su incomodidad.

Le sonrió tiernamente a su amiga para después observar como Hugo cogía el altavoz y poco después empezaban a sonar las primeras notas de la primera canción de su disco: pops. Automáticamente todos empezaron a gritar la letra desgarrada que ya se sabían de memoria mientras se abrazaban unos a otros. Esos eran sus amigos, esa era su familia.

Al final terminaron bailando, saltando, chillando a pleno pulmón e importándoles una mierda que los vecinos pudieran llamarles la atención. El disco era una montaña rusa de emociones, pasando de un perreo intenso a una llorera angustiosa. El mood ideal para aquella noche entre amigos de cofianza que querían despreocuparse de todo cuanto les rodeba y simplemente disfrutar entre ellos.

En un momento u otro de la noche, Eva y Hugo terminaron liándose en el sofá ignorando las muecas y los sonidos de asco que sus compañeros le ponían. Así que Rafa y ella tomaron vía de escape saliendo de nuevo a la terraza que al menos le ofrecía mejores vistas. Se inclinaron en la barandilla mientras el aire les acariciaba el rostro refrescándoles.

– Lo lejos que estás llegando. No se si eres consciente.

Ana Julieta giró la cabeza para ver que su amigo la miraba sonriéndole ampliamente. Las sonrisas de Rafa eran una de las mejores cosas de este mundo sin lugar a dudas.

Negó con la cabeza.

– Simplemente estoy haciendo música, lo que venga después da igual.

Me jodiste, Madrid (Samaju)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora