La vida pasa. Determinar si su duración resulta rápida o lenta ya es otra cosa. Cada persona es un mundo y experimenta de una manera completamente diferente. Pero transcurre, y en ese período, de manera positiva o negativa, se avanza y se aprende, sea por la fuerza o por voluntad propia. Porque todo es un aprendizaje al fin y al cabo, decidir si este se convierte en algo útil o no ya es otra historia completamente diferente.
El caso es seguir, dar pasos, aunque sea hacia un punto incierto, aunque lo que te espere no sea lo que esperabas, aunque no tengas ganas de más. Porque la vida se va a seguir moviendo, y uno mismo lo hace con ella, ya sea con ganas de comerse el mundo o con ganas de cerrar los ojos para no despertar jamás.
Ana Julieta dio un sorbo a su batido de fresa con una sonrisa satisfecha, siempre le había encantado el sabor de los batidos orgánicos, era como comer fruta pero de una manera más divertida y saludable, un dos por uno en toda regla. Observó como su compañera hacía lo mismo poniendo una expresión de placer en su rostro.
- Ana Julieta, tienes el gusto más exquisito del mundo-murmuró con su característico acento haciéndola reír.
- Lo sé, amiga. No me hagas crecer el ego-respondió con autosuficiencia mientras sonreía burlonamente.
Eva le sacó la lengua justo cuando su móvil empezó a sonar. Una sonrisa creciente en el rostro de su amiga fue suficiente para saber de quién se trataba. Fue una conversación corta llena de términos acaramelados que le hicieron fingir arcadas recibiendo miradas asesinas de la gallega. Pero, a ver, no tenía culpa de que ella y su novio fueran tan excesivamente pegajosos. Era una cosa insoportable, aunque secretamente los adorase, al fin y al cabo ambos eran muy importantes en su vida.
- ¿Qué?-prguntó con sorna pero con una sonrisa casi tan grande como la de Eva.
- Ya está aquí. Acaba de llegar a Madrid-confesó sonrojada- Por cierto, se ha traído a Rafita.
Ana Julieta puso los ojos en blanco. Nunca pararía, no estaba en su ADN.
- Osea que han venido mis dos hermanos, fantabuloso-replicó siendo ahora ella la que le sacaba la lengua.
- Tienes tres hermanos entonces-razonó ella haciendo una mención indirecta de Flavio que la hizo sonreír.
- Mi gran suerte sí-admitió con una mirada radiante, los quería tanto.
Durante el paseo que dieron hasta la estación, su mirada no pudo evitar viajar una vez más por los grandes edificios madrileños. La ciudad de luces que tanto le había enseñado, aportado, arrebatado y luego devuelto pero sobretodo, la ciudad que había marcado un antes y un después en su persona. Aún recordaba el poema que le había dejado escondido en la maleta tres años atrás, especialmente esa frase: no escondas tu voz de terciopelo candente. Y vaya si no lo había hecho, todo había dado sus frutos, poquito a poco, pero con buena letra.
- Tía, como te siga parando gente vamos a tardar la vida-farfulló la gallega cuando estaba terminando con unos fans que le habían pedido fotos.
- Lo siento, Evi, pero ya sabes cómo soy.
- Excesivamente amable y encantadora, sí. Eso no te viene del todo bien cuando eres una cantante de éxito-murmuró entrecerrando los ojos- ¡Me dejas rota cuando no llegamos a la estación!
Sonrió cuando mencionó la estrofa de una de sus primeras canciones, una de las que más le había marcado porque estaba inspirada en "esa persona". Y porque sabía que cuando "esa persona" la escuchase, sabría que iba total y completamente para ella. Porque esa canción era un regalo dado a ella, una entrega en su totalidad donde iba una parte de su corazón y de su ser puesta. Rota.
Llegaron un poquito más tarde de lo que esperaban. Y allí estaban los dos, esperándolas con nervios vibrantes por todo el cuerpo. Eva se lanzó a su novio como si no hubiera un mañana así que ella hizo lo suyo saludando a Rafael con un caluroso abrazo. El chico se había convertido en casi como un hermano para ella, la cuidaba y la sabía comprender como pocos lo hacían. Si hace unos años le decían que iban a estar así no se lo creía.
Desvió su atención para mirar al acompañante. El cual le mostró su sonrisa de dentadura perfecta tan característica y la envolvió en sus brazos elevándola del suelo.
- ¿Qué tal Huguito?
- Genial, Anajú. Nunca he estado mejor.
Ambos se separaron riéndose con ganas y alegría. La vida había dado muchas vueltas con ella y Hugo, pero así tenían que terminar, siendo los mejores amigos, porque tenían una química envidiable, pero no en el sentido romántico como esperaban. Conocer a Eva fue su gran descubrimiento, pero ella no se podía alegrar más de ser el enlace que los había unido de una manera tan estrecha a ambos.
- ¿Cómo llevas tu nuevo hit illa?-preguntó Hugo cuando se dirigían al hotel de los chicos- Vaya exitazo urbano hermanita.
Ana Julieta soltó una risita modesta. No se podía quejar, la gente había mostrado mucho interés en ella, cuando se lanzó a la industria jamás pensó qué podría llegar a ese punto. Pero ahí estaba, en la misma discográfica que C Tangana. Cualquiera se lo diría. Y lo más importante de todo, estaba haciendo lo que más le gustaba en la vida: música.
- Estoy muy contenta. Más que en toda mi vida-respondió sincera.
Decía la verdad. Estaba viviendo su mejor momento, se sentía muy completa y realizada con todo lo que estaba creando y con las personas que la acompañaban en el camino. Era como viajar por el universo sin saber qué estrellas te ibas a encontrar en el camino. No le faltaba de nada, no porque tuviera de todo, que no era así, sino porque ella se sentía así. Daba gracias a todas personas que una vez le animaron a mostrar su voz al mundo, pero sobretodo a "esa persona", la cual había sido la clave de su inicio, aunque no lo fuera de su final. Pero era mejor así, ambas lo sabían.
Esa noche salieron por todos los pubs que se encontraron. Bebieron, rieron y celebraron que estaban los cuatro reunidos de nuevo. Su grupo, su team. Por supuesto no podía olvidar a Mai, pero hacía tiempo que no la veía, al fin y al cabo, su amiga estaba dando una pedazo de gira por todo el territorio español. Estaba tan orgullosa de ella, su carrera se había disparado a la par que la suya, hasta para eso estaban compenetradas.
Sonrió ante la fugaz imagen de la pamplonica y le envió un mensaje para preguntarle alguna cosilla espontánea. Hablaban tanto tantísimo que ya no sabían ni de que informarse, aunque Ana Julieta siempre le preguntaba sobre una cosa específica, sobre algo que le interesaba casi tanto como la carrera musical de su amiga.
Cuando llegó a su casa dos horas después, en un estado bastante aceptable debido a que se controló, se dirigió rápidamente al piano. La noche era demasiado bonita y joven como para irse a dormir. Las notas salieron casi solas deslizándose por sus dedos y proyectándose en el piano con una facilidad que a ella misma le sorprendió, estaba creando de nuevo y le estaba saliendo algo muy, muy guay. Su felicidad se acrecentaba conforme iba sacando la melodía de la que sería su nueva composición. Eran precisamente por esos momentos por lo que se sentía tan estúpidamente afortunada.
No calculó cuánto tiempo había pasado, solo que los pajaritos de fuera habían empezando a hacer ruido indicando el amanecer. ¿No había dormido en toda la noche? Bostezó algo cansada dispuesta a irse a dormir pero cuando miró el móvil se le quitó un sueño de un plumazo.
Por cierto, Samantha se va a casar.
Eso era lo que decía el último mensaje de Maialen. Claro y conciso, como la bala que acababa de atravesarle sin piedad el corazón. De repente sintió como todo lo que había construido durante esos años, esos años tan curativos y prósperos, se hubiese desplomado a sus pies.
Y vuelta a empezar.Uy uy uy. Un saltito en el tiempo, ¿os lo esperábais?
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Me jodiste, Madrid (Samaju)
FanfictionTodo estaba bien, tranquilo, hasta que llegaste tú, y me abriste los ojos. Y para que mentirnos, también el corazón.Pero esto no podía ser, demasiadas complicaciones. Lo siento, pero no puedo arriesgarlo todo. ¿O quizás sí? Me jodiste, Madrid. Hist...