ChicaSobresalto

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Maialen siempre había tenido una voz especial. Desde que cantó por primera vez supo que iba a llegar lejos y que debía ser escuchada y valorada. Simplemente era subir a un escenario y que captara la atención de todos los presentes independientemente de que quisieran escucharla o no. La sensación que tenía al escucharla era la de verse transportada a un paraíso de colores y emociones muy distintos, pero muy intensos. En cinco minutos podía hacer que el público pasara de reír y gritar a pleno pulmón a llorar desconsoladamente. Y es que no solo era su magnífica e indescriptible voz lo que le hacía tan característica sino su gran repertorio de creaciones musicales. Todo en ella era una maldita obra de arte. Y Ana Julieta no podía evitar envidiarla -de forma sana- y admirarla a partes iguales.

Cuando la chica terminó de cantar la última estrofa de su famosísima canción Fusión del Núcleo, cuyo éxito no había decaído con el paso del tiempo consiguiendo hacer rugir al público con la misma intensidad, supo que había llegado su turno para aparecer. Unas breves palabras emotivas de presentación por parte de ChicaSobresalto y Ana Julieta apareció en el escenario haciendo que el público empezase a vitorearla con fuerza. Una vez más experimentó esa sensación de adrenalina de la que aún no se había terminado de habituar recorriéndole todo el cuerpo. Miró a Maialen con una sonrisa radiante y emocionada. Dos amigas del alma cantando ante miles de personas, ¿qué más podían pedir? En esos momentos al menos, nada más.

Las primeras teclas de la canción Sargento de Hierro empezaron a sonar, y todo lo demás rodó solo. Se metió en una burbuja con Mai, solo cuando terminaron y sonaron los fuertes aplausos y gritos del público fue cuando salió de aquel paraíso para mirarlos a todos, adorándolas como si se trataran de unas diosas, y simplemente era unas chicas emocionadas por haber podido cumplir su sueño.

- Te has aficionado a la cerveza desde la última vez Juji-replicó Mai mostrando una sonrisa a través de su vaso.

Ana Julieta rió negando con la cabeza. Aún no se podía creer que su amiga estuviera en la ciudad, cuando le comunicó que repetía concierto en Madrid y que estaba invitadísima jamás lo hubiese creído. Por fin habían suplido su sueño de cantar juntas, y aún no sabían cómo no lo habían hecho antes pero sí que repetirían. Muchas veces más.

Tras el cocierto, habían decidido irse por los bares para que Maialen testear un poco el ambiente madrileño que tan olvidado tenía. Hablaron mucho, hablaron de todo, aunque ya lo supieran todo la una de la otra. Solo faltaba un tema por sacar, ese del que Ana Julieta dudaba si quería saber o desconocer, porque no sabía hasta qué punto le afectaría la información.

- Aún me parece flipante que después de todo, Bru y tú sigáis juntos-replicó genuinamente admirada ante la perseverancia de sus amigos.

Buen era sabido que cuando alguien se hacía famoso, poco solía durar con la pareja que tenía en aquellos momentos. Sin embargo, ellos dos se mantenían como si se tratase del inicio de su relación, queriéndose y cuidándose mucho. Y era tan bonito ver semejante milagro...

- No sé Anaju, es inexplicable, ni siquiera tenemos que hacer el esfuerzo de decir "tenemos que seguir", nos amamos de tal manera que todo está siguiendo su transcurso natural, sin ataduras de ningún tipo. Ambos queremos estar juntos de verdad, y por eso lo estamos.

- Maravilloso-murmuró con ensoñación mirando a su amiga pero no viéndola. Tan perdida en sus pensamientos sabiendo que ella no tenía nada así.

- Algún día encontrarás a alguien con quien te sientas así, estoy convencidísima-aseguró la del flequillo poniendo una mano sobre la suya acariciándosela.

Ojalá. Durante esos años había estado con varias personas, y aunque la mayoría de ellos le habían aportado cosas positivas, es cierto que ninguno había llegado ahondar en ella, al menos no de la manera que lo hizo...

Me jodiste, Madrid (Samaju)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora