Tenía mucho trabajo por hacer, las canciones se acumulaban en su cabeza y en se entremezclaban con las melodías, las letras y las armonías. Estaba bastante saturada pero todo parecía fluir tal y como tanto ella como la discográfica habían previsto. Para octubre sacaría el disco, uno que había preparado rigurosamente con mucho cariño y amor como siempre decía. Era el concepto que quería sacar, tenía todo cuanto ella quería mostrar y encima sacaba a relucir su repertorio musical, que era amplio.
Sonrió satisfecha, despidiéndose de su productor y de su equipo con un caluroso abrazo, como siempre hacía. Cogió su bolso, algunas anotaciones desordenadas y se dirigió fuera. Era ya bastante de noche, pero es que los días en el estudio siempre se pasaban volados.
Salió a la tenue calle, apenas iluminada por las farolas y se dirigió hacia su coche, unas calles más abajo y con ganas de dormir doce horas por lo menos. Empezó silbar la melodía de lo que sería una de su nuevo tema latino, bastante movidito para el verano que acuciaba cuando una voz la detuvo en seco.
Una sola palabra bastó para reconocer esa voz, y también para que el alma se le congelara. Tragó saliva sintiendo como todo su ser empezaba a temblar para enfrentarla. No estaba preparada, pero en ese momento fue aún más consciente de ello. Allí estaba, ante ella, una camiseta a rayas y unos pantalones vaqueros rotos, el cabello rubio ondeando con la suave brisa veraniega de la noche y esos ojos azul cielo mirándola fijamente. Samantha, tras tres años, tan semejante como su cabeza había ido imaginándola a lo largo del tiempo.
– ¿Qué haces aquí?-logró preguntar intentando que no se hiciera notorio en su voz su claro nerviosismo.
No era la mejor manera de iniciar conversación. Casi había parecido una intervención acusatoria, pero, ¿qué esperaba? Había pasado mucho tiempo, muchas cosas habían sucedido en la vida de ambas. Sus caminos no podían estar más separados, y así esperaba Ana Julieta que siguiera siendo. Sin embargo, la vida volvía a mezclar las cosas más de lo debido y a ponerle baches en el camino que se estaba empezando a labrar.
– Quería verte. Ya hace mucho tiempo-contestó ella indiferente al leve tono agresivo que la más joven había utilizado con ella- Sabía que estabas en el estudio y decidí venir a visitarte.
– ¿Venir a visitarme? Llegas tres años tarde, Samantha.
La rubia suspiró mientras se rascaba la parte trasera del cuello y desviaba la vista a algún punto del asfalto. Ella también estaba nerviosa e indecisa. Ana Julieta supuso que tampoco había sido fácil para la rubia verla de nuevo. Pero eso no le podía importar lo más mínimo, no tenía dereho a irrumpir en su vida sin venir a cuento.
– Maialen te contó lo de la entrevista, y se que no te lo tomaste muy bien. Quería explicártelo yo misma-dijo justificándose mientras avanzaba hacia ella, pero Ana Julieta retrocedió a la par.
– No hay nada que explicar. Llevas sin querer saber de mí años y ahora de repente te quieres presentar en mi vida como si nada. Las cosas no se hacen así.
– ¡Lo sé! ¡La cagué muchísimo Anaju! Pero tenía tanto miedo... el efecto que tuviste en mi fue tan grande que ni yo misma me reconocía. Tenía que alejarme, por ti, por mi y por tu hermano-la desesperación teñía su aterciopelada voz pero eso no hizo que bajase la guardia.
– Podrías haber preguntado, aunque solo fuese una vez, una puta vez. Maialen me hablaba de ti porque yo me interesaba, quería ver que te iba bien. Pero tú, sin embargo, dejaste claro que querías un muro entre nosotras. Y lo conseguiste.
Tragó saliva para suavizar el nudo en la garganta. Pero era en vano, estaba derrumbándose poco a poco, dudaba que pudiera aguantar mucho tiempo sin romperse. Aún así no podía permitirse mostrarse débil ante Samantha, eso no haría más que complicar las cosas. Debía hacerle saber que todo estaba bien sin ella, y que ya no era necesaria en su vida.
Aunque fuese una vil mentira.– Tomaste una decisión, ya está. No te martirices más, solo te pido que canceles esa entrevista-replicó calmada mirándola fijamente para no perder detalle de sus expresiones.
– ¡No puedo! Me ofrecí yo misma a hacerlo. Tenía todo preparado, si me retiro mis superiores me despedirán.
Ana Julieta soltó una risa irónica que no hizo más que descomponer el rostro de la rubia.
– Oh, vamos Samantha, llevas trabajando años para esa cadena. Este no es motivo alguno para que te echen. Búscate alguna excusa mejor anda.
– Ojalá te mintiera. Las cosas están peor de lo que crees en el equipo, debo hacer esa entrevista. Te prometo que te estoy diciendo la verdad. El hecho de que tengamos oportunidad de entrevistarte a un personaje de tu índole no puede ser desaprovechado-explicó agitando los brazos con nerviosismo.
Parecía genuinamente agobiada, al fin y al cabo, a Samantha le encantaba su trabajo y perderlo le dolería más que nada. Ana Julieta vaciló, la situación le fastidiaba de sobremanera pero no iba a contribuir a destruir la carrera de nadie. Ella no era así.
– Está bien. Pero que quede claro que es una mera entrevista. Después, tomamos caminos separados-reolicó, Samantha suspiró aliviada- Y todas las preguntas personales que hayas metido las quitas porque no pienso responder.
– No he metido nada personal, nos interesa tu música y tu esencia, no lo que hagas o dejes de hacer en tu vida-dijo en tono tranquilizador.
– Desde luego a ti mi vida personal poco te ha interesado, sí-apuntó con bordería, la rubia torció el gesto- Hasta el martes, entonces.
Empezó a caminar calle abajo para llegar a su coche.
– Puedes creer lo que quieras Ana Julieta. Pero he pensado en ti todos los días, preguntándome que será de ti, si habrá alguien más, si serás feliz. Me importas más de lo que quisiera.
Se detuvo en seco, cerró los ojos y respiró profundamente. No podía hacerle esto ahora, no debía dejar que sus palabras le afectaran hasta tal punto, sin embargo, lo estaban haciendo. No se dió la vuelta para responderle.
– El problema es que todo se quedó en tu pensamiento. Ojalá me lo hubieses demostrado como yo lo hice-dijo de manera neutral-Nos vemos en la entrevista.
Llegó a su casa derrotada. Cómo era posible que un pequeño intercambio de palabras la hubiera puesto así. Cogió los apuntes de letras que tenía releyéndolos una vez más, todos y cada uno de sus escritos terminaban hablando de ella. La realidad es que nunca había abandonado su cabeza, quisiera o no. Lágrimas furiosas cayeron por sus mejillas empapando los papeles y descorriendo la tinta.
Estaba completamente perdida de nuevo. Madrid la ciudad de su vida y del caos, todo tenía que ocurrirle allí.
¡Hola! Estamos ya en la mitad de la trama más o menos. Asi que es hora de preguntar, ¿qué os está pareciendo?
Por cierto, vaya conciertazo. Me iré es excelencia pura. Que carreraza le espera a Anaju uf.
¡Nos vemos pronto!
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Me jodiste, Madrid (Samaju)
FanfictionTodo estaba bien, tranquilo, hasta que llegaste tú, y me abriste los ojos. Y para que mentirnos, también el corazón.Pero esto no podía ser, demasiadas complicaciones. Lo siento, pero no puedo arriesgarlo todo. ¿O quizás sí? Me jodiste, Madrid. Hist...