Mai y los demás

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Tercer día en Madrid. El desayuno lo había disfrutado como nunca, ya que Sam había comprado esa miel tan rica que le daba a las tostadas un toque muy especial. Tiempo después se encontraba en la inmensa terraza observando la ciudad mientras el aire le daba en la cara y era una de las mejores sensaciones que había experimentado nunca. Se sentía muy bien.

Su móvil, una vez más, la interrumpió de sus placenteros pensamientos.

-Diga.

- ¡Jujiti! ¿Cómo no se te ha ocurrido decirme que estabas en Madrid?

Una sonrisa gigante se formó en su rostro al escuchar esa aguda voz. Quizás fueran uno de los instantes más felices de su vida.

- ¡Mai! Dios mío no me digas que estás aquí-dijo elevando el tono por la emoción.

- Y no solo yo, también Bru, Anne y Gé-dijo alegremente, y Ana Julieta pudo imaginar la sonrisa de oreja a oreja que tenía su amiga.

- Madre mía, qué ganas tengo de veros a todos-murmuró mordiéndose el labio inferior emocionada.

- ¡Y nosotros de verte a ti! ¿Puedes quedar hoy? Díselo a Fla y a su novia también, si quieren.

Maialen hablaba con más alegría que una niña pequeña en un parque de atracciones y eso la hizo reír. La echaba demasiado de menos, aunque se vieran tan poco, Ana Julieta estaba convencida de que eran hermanas separadas al nacer. No había nadie que la entendiera como Mai, obviando a su hermano claro está.
Era la segunda persona que más admiraba del mundo.

- Claro que sí. ¿Nos vemos para comer?

- Perfectitísimo. Hay un sitio vegetariano riquísimo, ¡lo vas a flipar!

- Seguro que sí, Mai. Concretamos todo por wa, ¡te quiero!‐dijo Ana Julieta sonriendo tanto que le dolía la cara.

- ¡Y yo sardiniti!

Lo que era el destino. Maialen y Anne fueron compañeras de conservatorio de Flavio en Teruel, por eso él las conocía de antes, pero al final fue ella la que se hizo amiguísima de ambas, quizás también porque se aproximaban más a a su edad. Para Ana Julieta conocer a Maialen había sido el mayor descubrimiento de su vida, la comprendía tan bien, sabía decirle las palabras adecuadas en el momento adecuado y su personalidad era simplemente de otro mundo, la chica era capaz de convertir un día triste en luz. Mai era luz, y por eso Ana Julieta sabía que no podía perderla jamás.

Una hora después, estaban comiendo todos. Resulta que Samantha se había integrado perfectamente en el grupo y hablaba animadamente, sobre todo con Gèrard y Anne. Ana Julieta la miró unos instantes admirando la gracia natural de la chica, su hermano desde luego no era tonto.

Al sentir un codazo giró la cabeza para encontrarse con Mailen mirándola curiosa.

- Es guapísima. No me la esperaba para nada así-susurró refiriéndose a Samantha.

- Bueno, ¿desde cuándo mi hermano tiene mal gusto?-rebatió con una sonrisa burlona y Maialen rió suavemente.

- Tenía tantas ganas de verte amigui-dijo envolviendo los brazos alrededor de Ana Julieta.

- No, si al final me roban a la novia‐acusó Bruno, que estaba en frente de ellas, señalándolas con el dedo acusatoriamente.

- Como para no hacerlo, se trata de Anaju-intervino Anne con gracia mirándola fijamente. Pero su tono serio denotaba que lo decía de verdad.

- Me acuerdo cuando la mitad del conservatorio quería tema con Anaju-replicó Maialen soltando una risita- Todos se morían por ti. Bueno,y todas.

Me jodiste, Madrid (Samaju)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora