Epílogo: Quédate conmigo

300 22 9
                                    

Cuatro años después:

– Lo que vas a hacer... ¡es increíble hermana! ¡Va a ser apoteósico!-Hugo elevó el tono aún más de lo normal desbordado por la emoción.

Samantha sonrió radiante mientras se sentaba en el sillón sofá contiguo junto a Rafa y a Eva. La última la envolvió en un fuerte abrazo que no tardó en corresponder con la misma intensidad. Estaba emocionada pero también muy nerviosa.

– ¿Creéis que saldrá bien? ¿Y si no le gusta? ¡Sabéis de sobra lo reservada que es!-inquirió Samantha frunciendo el ceño ligeramente prepcupada.

– Conozco a Ana Julieta desde hace mucho y te digo que si viniera de otra persona quizás le molestaría, pero siendo tú no te va a poner ni una pega. Tranquila, cariño, saldrá bien-respondió la castaña acariciando su espalda.

– Le va a encantar, Samantha-una voz grave los sobresaltó a todos.

Flavio apareció ante ellos sorprediendo a la rubia, quien se dio la vuelta rápidamente al verlo. Una sonrisa tímida apareció en su rostro mientras se levantaba del asiento de la cafetería para abrazarlo. La relación entre ambos había mejorado después de todo lo ocurrido, al fin y al cabo al estar con su hermana pequeña había terminado viéndose y habían arreglado las cosas que quedaron en el aire. Aún así, siempre se sentía algo cohibida a la hora de tratar con él a pesar de que el rencor hubiera desaparecido hace ya tiempo.

– ¿Cuánto has escuchado?-murmuró con timidez mientras se mordía el labio inferior.

– Lo suficiente para saber que va a ser un bombazo-replicó el de gafas sonriendo de lado- Tranquila, el secreto está a salvo conmigo.

Ella suspiró algo más relajada ofreciéndole una sonrisa agradecida que el correspondió. Compartieron un par de palabras más antes de que el chico desapareciera de allí y Samantha volvió a su sitio original. Hugo se inclinó hacia ella acariciándole la rodilla.

– ¿Estás bien? Ha sido tenso-dijo el chico rubio mirándola con sincera preocupación.

Samantha asintió segura. La relación que tenía con los tres amigos de Anaju se había fortalecido y ahora eran casi como hermanos. De hecho, Hugo y ella se habían denominado como Los Malfoy y se habían hecho practicamente inseparables.

– Sí. Es Flavio-respondió con obviedad mientras sonreía con algo de melancolía.

Y sí, esa era suficiente explicación. Porque el chico de gafas era lo más bueno que existía en ese mundo, y lo último que buscaba era problemas de ningún tipo con nadie. De alguna manera, el cariño seguía ahí, al fin y al cabo, habían sido esenciales el uno para el otro durante años. Jamás se harían daño conscientemente, o al menos intencionadamente.

Tres horas más tarde, Samantha estaba perfectamente preparada. Las gradas aún no habían comenzado a llenarse ya que faltaba como mínimo tres horas pero ellos, al estar en la zona VIP, tenían preferencia. Ya se le escapaba de los dedos de las manos las veces que había ido a los conciertos de Anaju, sin embargo, la sensación de verse transportada a otro planeta al contemplarla sobre el escenario era siempre igual de intensa, sino más. La magia que la castaña le había traído a su vida no tenía explicación. Había sido un antes y un después en su vida.

Su novia se estaba preparando, y aún no había tenido ocasión de verla, pero esperaba que así siguiera siendo. No sabía si iba a saber disimular delante de ella, además de que ya sabía leerla como un pañuelo. Eran ya muchos años de historia después de todo. Una mano en su espalda la sacó de su ensoñación.

– ¿Todo bien, titi?-Maialen le sonrió con dulzura.

– Estoy nerviosa. Quiero que salga perfecto.

Me jodiste, Madrid (Samaju)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora