Samantha IV

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El piso estaba tal y como lo recordaba. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al observar el escenario sobre el que habían ocurrido tantas cosas que habían marcado un antes y un después en su vida. Samantha debió notar su estado de shock porque le dio un apretón cariñoso y le ofreció una sonrisa compungida. Para ambas era duro aquella situación.

La rubia preparó un bol de palomitas gigantes para la castaña mientras esta se encargaba de elegir película. Su mirada vagó por todos los títulos, pero ninguno llamaba su atención. Fue entonces cuando se metió en el género de terror, nunca había sido una gran fanática de las películas de miedo pero quería evitar ver algo romántico teniendo a Samantha al lado y la única garantía era elegir algo de ese tipo. Samantha elevó las cejas sorprendidas al ver la elección de Ana Julieta.

– Te vas a cagar viva, ¿lo sabes?

Ana Julieta se encogió de hombros inocentemente mientras se metía un buen puñado de palomitas en la boca.

Al final resultó qe Samantha tenía razón. No podía ver cinco minutos de película seguidos sin taparse la cara con un cojín o pegando botes cada vez más altos que estarían causando grandes estragos en el sofá. Tal era su pánico que en algún momento de la película terminó pegada completamente a la rubia ocultando el rostro en el hombro. La mayor, por si parte, parecía disfrutar de la situación porque no paraba de reír cada vez que se daba un pequeño susto.

– No tiene gracia-murmuró Ana Julieta apretando el brazo de la rubia y ocultándose en él.

Samantha la miró con ternura mordiéndose el labio inferior. Ana Julieta juraría que vio un debate interno reflejado en sus ojos antes de que suspirara y envolviera con su brazo su pequeño cuerpo para acurrucarla en su pecho. Con ese simple movimiento, se sintió en paz. Aspiró el aroma de la rubia mientras se relajaba con el calor que emanaba su cuerpo.

– ¿Mejor?-murmuró Samantha, y aunque Ana Julieta no podía ver su cara, leyó la sonrisa en su rostro.

– Sí-susurró de vuelta agarrándose a su cintura con fuerza.

La película llegó a su fin, sin embargo, ellas se quedaron en la misma posición, disfrutando de la acompasada respiración y de la calidez que desprendían una y otra. Ana Julieta estaba lo suficientemente despierta para saber que aquello rozaba los límites del peligro que no debía asumir pero también estaba lo suficiente cansada como para no querer separarse de ella. Al fin y al cabo, los abrazos de Samantha siempre le habían hecho sentirse protegida.

– Debería irme-murmuró con pereza.

– Es tarde. Quédate a dormir-susurró Samantha en el mismo tono de voz mientras le acariciaba el brazo.

Ninguna de las dos hizo ningún movimiento para separarse. Al contrario, Ana Julieta se hundió aún más en el abrazo subiéndose al regazo de la rubia. Ambas sabían ya de sobra que ese era el lugar favorito de la castaña, y ninguna tenía objeción alguna a ello. Samantha suspiró suavemente mientras la rodeaba con sus brazos acariciándola con delicadeza. Las escenas de tres años atrás repitiéndose en la mente de ambas.

– Jamás imaginé que volveríamos a estar así, esto-

Un dedo en el labio detuvo a Samantha, que la miró interrogante. Ana Julieta sonrió débilmente.

– No lo gafes-murmuró.

Samantha obedeció. Ana Julieta depositó un suave e inocente beso en su cuello y acurrucó el rostro en este, no siendo del todo consciente del incremento del pulso de la rubia. No estaban haciendo nada malo, eran dos amigas dándose calor, nada más. O al menos quería convencerse de ello para que no la azotase la culpabilidad. Simplemente añoraba a Samantha, eso no era malo, ¿no?

Me jodiste, Madrid (Samaju)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora