Aliviando la pena

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"Consuelo, del sufijo diminutivo en latín -uelo-, del verbo consolar: aliviar, calmar, apaciguar completamente".

La mirada vacía de su primo se perdía en algún punto de la habitación fría mientras el médico le terminaba de colocar en los dedos las largas y finas tablillas que le harían recuperar la fuerza y forma de sus huesos.

El proceso se miraba doloroso desde cualquier ángulo con el hombre torciendo y enderezando sus falanges, pero más allá de un ligero arrugar en la nariz, Earth no mostraba ningún signo de sentir dolor. Solo estaba ahí, sentado en su cama con las piernas cubiertas de las sábanas aún ensangrentadas, el rostro más amoratado que sano y los dedos de su mano derecha totalmente destrozados.

Fluke se encontraba sentado a un lado de su cama en una silla esperando las indicaciones del médico. Llevaba toda la noche despierto y el cansancio y la preocupación por el estado mental de su primo comenzaban a causar estragos, haciendo que cabeceara de sueño por ratos y luchará por mantenerse recto.

—Va a ser un proceso doloroso, pero si tiene suerte su mano no sufrirá de efectos irreversibles— comentó el médico, un hombre viejo, terminando su labor mientras guardaba sus utensilios en el maletín de cuero negro que llevaba.

—¿Y si no tengo esa suerte? —preguntó hablando por primera vez desde que había despertado, el joven herido.

—Sufriría de ligeros y paulatinos temblores como reflejo de ahora en adelante, no es muy común, pero podría pasar si sus nervios no se recuperan del todo... No debería ir por ahí metiéndose en peleas tan salvajes la próxima vez, su alteza.

Earth tuvo la amarga sensación de quererse echar a llorar de la frustración ante la muy obvia mentira que le habían dicho al viejo, pero no dijo nada más, regresando al estado casi de estatua que había adoptado.

Fluke se limitó a asentir a las instrucciones y acompañar al médico a la puerta de la habitación en donde ya lo esperaba un sirviente para escoltarlo a la salida.

—¿Qué tan estúpido sería preguntar en este momento cómo te sientes? —preguntó regresando a su lugar.

Earth le miró indiferente y se encogió de hombros—. Estoy bastante seguro de que no me siento diferente a cómo me veo.

Los dos callaron durante un par de minutos en los que vio la furia luchar por salir a través de cada poro de su primo, quien parecía hueco, libre de todo sentimiento positivo en esos momentos en los que miraba al espacio sin estar en el.

—Mamá An estuvo conmigo toda la madrugada, me contó todo lo que escuchó de tus padres.

—Esos hijos de perra...—susurró para luego girarse hacia él, tomarlo por los hombros y hablarle seriamente—. No debes acercarte otra vez a mi madre, Fluke. Te odia, te odia en serio. Cree que me quitaste la corona del rey, está loca. No deberías seguir acercándote ni a mí.

—¿Por qué? ¿Me odias también? — preguntó riendo mientras se quitaba de encima sus manos y lo regresaba a su posición, preocupado de que se lastimara haciendo movimientos tan bruscos.

—No, pero tengo su asquerosa sangre corriendo en las venas... No soy mejor que ellos, ayer maté a alguien y no me siento ni un poco culpable— confesó.

Fluke lo miró a los ojos. Era cierto que el arrepentimiento no le escurría de los orbes, pero lo conocía y tampoco estaba orgulloso de sus acciones.

—Earth, no todo es blanco o negro. No mataste, vengaste.

A punto de replicar, el joven fue interrumpido por su nana entrando a la habitación. Había grandes ojeras debajo de sus desgastados ojos, la piel arrugada de su rostro de veía cansada y una mancha violeta se posaba en su mejilla. Earth agachó la mirada inmediatamente, negándose a observarla avergonzado.

Sickness [OhmFluke]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora