Esa noche, Emma despierta luego de estar horas inconsciente en la ducha. Le cuesta comprender cómo ha llegado a esa situación.
Está bastante golpeada y aturdida.
Las preguntas sin respuesta se acumulan en su mente. Ella quiere saber qué sucedió y qu...
Me divertí mucho escribiendo este capítulo. Lo sentí muy cinemático o como un videojuego... Cuando lo terminen ya me dirán. 🤭🤭🤭
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No sé por cuánto tiempo me quedo así, si dormito o si estoy despierta. Parece que han pasado horas, pero también pudieron haber sido minutos o tal vez unos pocos segundos. No obstante, cuando siento que mi cuerpo comienza a entumecerse y que ya no tengo fuerzas para temblar por el temblor y la desesperación. Decido moverme.
Volteo hacia atrás y noto que Syria me mira, aburrida. Hace un rato decidió ir a tomar una siesta a los asientos traseros. Le sonrío como un acto reflejo, sin sentirlo de verdad, y ella menea su cola en respuesta. Me acomodo nuevamente en mi asiento y, aunque ya sé que es inútil , tomo nuevamente mi móvil.
Intento marcar, pero no funciona. Soy estúpida por querer comunicarme con alguien cuando las líneas están totalmente caídas. Nada da un resultado positivo y la sensación de estar atrapada en una pesadilla que no tiene salida se acrecienta en mi pecho.
Enciendo el auto y manejo con precaución hasta la intendencia. Allí debe haber alguien que podrá ser capaz de explicarme lo que ha sucedido. Necesito ver a alguien, a quien sea, para saber que esto es un simple error, un simple delirio. Confío en que allí podrán ayudarme con el paradero de mi madre, al fin y al cabo, ella trabaja en ese lugar.
Tengo miedo de toparme con otro dron, pero desde que logré ocultarme no los he vuelto a ver. Por momentos, creo que quizá también lo imaginé. Sin embargo, mientras más me interno en el centro, más confirmo que es verdad.
Estoy en una ciudad fantasma.
Al principio, debo esquivar varios obstáculos y me veo obligada a frenar de golpe unas cuántas veces. Sin embargo, cuanto más ingreso en el caso central, noto que solo hay un carril libre para conducir. Está completamente despejado y conduzco por él a pesar de ser una dirección contraria a las estipulada por la ley. Me siento extraña por ir en contramano, mientras a mi lado veo el reflejo de un embotellamiento que en extremo caótico. Los coches están mal estacionado a montones, con las puertas abiertas e, incluso chocados. Varias de las esquinas están cerradas e incluso hay una furgoneta que me impide el paso varias calles antes de llegar a la intendencia. Intento hacer marcha atrás, pero me encuentro incapaz de doblar; tengo que retroceder demasiado como para poder encontrar otro camino.
La Casa de Gobierno de Nueva Francia está cerca, al final de una calle sin salida extremadamente cuidada y pintoresca. Me bajo del coche, dejándolo estacionado en el medio de la avenida Eliseos. No lo aparco con cuidado, solo lo acerco a la orilla y me subo a la acera, golpeando sin querer un contenedor de basura. No le veo sentido a ser cuidadosa. Mi miedo está transformándose en una furia incontenible y me agobia no saber qué hacer.
—Syria, baja —ordeno. Ella me obedece y tomo mis cosas y la correa. Ella se estira y, con timidez, se sube a un macetero con fresias y lo orina como perro macho. Por alguna razón, siempre lo hace así.