43. Instinto

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🧡MARATÓN DOBLE🧡

⚡⚡⚡Estén atentos, en unas horas tendremos también el capítulo 44.⚡⚡⚡

🤯Cuantos más comentarios (NO SPAM) dejen, más rápido lo verán. 🤯 

PERO eso no es todoooo. ¡En la nota final les cuento de una sorpresa! 🤯✨ 


Cada kilómetro que pasa se confunde con el anterior

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Cada kilómetro que pasa se confunde con el anterior. La maleza, los paisajes, la vegetación y mis lágrimas, todo se funde en una mezcla inexacta de colores hasta volverse la misma masa uniforme de imágenes.

Entre la rabia y la desesperación, el pavimento se me confunde y mi cerebro tarda de ver el árbol caído por la tormenta de anoche que descansa en el medio de la calle.

Freno de golpe, aturdida. El tiempo se detiene y la velocidad del coche y la de la adrenalina que circula por mi cuerpo se detiene. Y el dolor regresa con tanta fuerza que deseo no haber frenado. Los pensamientos se agolpan en mi mente y grito.

Syria acerca su hocico a mi rostro y me lame las lágrimas. Le correspondo su gesto con unas caricias y aprovecho la distracción para buscar el origen del incesante pitido. No me toma ni un instante notar que es el aviso del cinturón de seguridad. Me lo coloco y el típico clic de pronto es lo único que se oye en la cabina.

Silencio.

Vuelvo a voltear para ver a Syria y veo que ahora está recostada en lo que parece ser una mochila de Gabriel.

«¿Una mochila?».

Cuando abandoné su refugio hace unos veinte minutos perdí todo. Dejé mis cosas y solo hui... Suelto un suspiro. No tengo fuerzas para hablarle a Syria y pedirle que se corra, así que despacio y con caricias tras sus orejas, la convenzo de quitarse de encima.

Me estiro para tomar la mochila entre mis manos. El peso me decepciona un poco, pues se siente bastante liviana. La abro para inspeccionar su contenido y descubro que hay varias cosas bastante útiles. Imagino que es una mochila lista para hacer viajes cortos, pues es pequeña y más ligera que las que le vi en el refugio.

A simple vista, veo que hay media botella de agua, una bolsa pequeña con diferentes tipos de cereales y semillas y una linterna. Frustrada, la dejo en el asiento del copiloto y reviso los compartimentos. En la guantera, encuentro lo que buscaba: un mapa y algo con qué defenderme, una navaja.

Sabía que Gabriel habría guardo algo así en el todoterreno. Lo presentía; es inteligente y precavido. Los objetos que tiene en el auto no hacen más que corroborar el hecho. Me siento tentada a revisar el baúl en este mismo instante, pero mi instinto me dice que continúe, que aún estoy cerca del bosque a pesar de que los kilómetros nos separen.

Sin embargo, algo me detiene. Caída entre los asientos me percato de que hay una sudadera de él. La tomo entre mis manos, temblorosa.

La noche regresa a mí. Recuerdo sus dedos sobre mi piel, la sensación de hormigueo que me causaron sus manos; toco la tela y examino la prenda de ropa. Recuerdo oír su voz entrecortada, su aliento cálido contra mi cuello; llevo una de mis manos a mis mejillas y seco mis lágrimas. Recuerdo erizarme ante la sensación de mi piel contra la suya; una lágrima cae contra la sudadera. Recuerdo que me hizo feliz, recuerdo cómo recogió cada pieza de mí y me dio las herramientas para que me reconstruyera.

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