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Syria y yo estamos acurrucadas en la sala desde no sé hace cuánto tiempo. Poco a poco comencé a sentirme mal, por lo que decidí frenar para recuperar fuerzas. No obstante, fue en vano. He ido empeorando. No quise subir y quedarme en el cuarto de Gael, me da miedo estar ahí sin él, me genera una incomodidad que me es imposible explicar.
Por la luz, sé que fuera ya ha oscurecido. No tuve apetito así que aún no he comido. No obstante, debería moverme para darle algo a Syria, ella no tiene la culpa de nada. La muevo ya que ella descansa sobre mi regazo. Estuvo toda la tarde encima de mis piernas, disfrutando de mis caricias mientras lo único que hacía era ver mi relicario.
«Al menos, el día no lo he perdido», me digo como autoconvencimiento al ver el pequeño campamento que armé durante la mañana. Recogí toda la comida que encontré y la ordené dentro de una caja. Además, deseché las cosas caducadas que encontré dentro de la nevera y el freezer. Luego, en el garaje, asalté la sección campista y me hice con una bolsa de dormir abrigada, una luz de emergencia con baterías extras, velas, otras linternas y... un arma. Mientras revolvía la caja de herramientas de mi suegro, hallé un revólver con una caja de balas. No tengo ni idea de cómo utilizarlo. ¡No hay una lista con instrucciones! Pero, por si acaso, decidí guardarlo, aunque me dio miedo.
Sé que las armas no son un juego, pero yo no estoy jugando. Mi vida no es algo que se pueda tomar a la ligera.
Sobreviviría. Perseguiría mi camino.
Más allá de eso, cuando aún me sentía bien, volví a ordenar mis pertenencias —en realidad, la ropa de Lisa, algunas cosas de Shayleen y las poquitas prendas que tenía de Gael—. Esta vez, pasé todo a una mochila de campista que casi mide la mitad de mi cuerpo. Debo ser cuidadosa en llenarla o se me hará imposible moverme con ella. De hecho, me sucedió. Al distribuir mal el peso, saturaba muchísimo el hombro izquierdo y por eso tuve que hacerlo dos veces.
Incluso, empecé a bocetar planes en un cuaderno vacío que tomé de la habitación de mi novio.
Sin embargo, ya no tengo energía para pensar en ello. El sudor me gotea por la frente y la mascarilla improvisada me resulta insoportable. Termino de reincorporame en el suelo y me ayudo con el sofá que tengo en la espalda. No lo usé para pasar el rato porque me resulta increíblemente incómodo.
Miro el desastre que he hecho y creo que a la madre de Gael le daría un infarto. Mi «zona» está llena de almohadones y cobijas. La bolsa de dormir es lo que ocupa más espacio. Además, me he adueñado de la mesita de café y encima de ella he improvisado un escritorio con mi cuaderno, varios bolígrafos, un mapa cutre de restaurantes y puntos de interés, y fotos.
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Sola
Science FictionEsa noche, Emma despierta luego de estar horas inconsciente en la ducha. Le cuesta comprender cómo ha llegado a esa situación. Está bastante golpeada y aturdida. Las preguntas sin respuesta se acumulan en su mente. Ella quiere saber qué sucedió y qu...