CAP 8

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El día había llegado, hoy iría a cenar con Jennie. Iba a ser una gran experiencia poder ir a un restaurante por primera vez. Eligió la ropa más adecuada para la ocasión. Obviamente no había muchas opciones, pero optó por lo que le parecía más bonito.

Estaba ansiosa pero debía esperar. Todavía faltaba una hora y no sabía qué hacer. Podía ir a la casa de la castaña ahora y charlar hasta que el restaurante abra. Pero descartó esa opción, tal vez la coreana todavía no se había preparado para la ocasión y no quería interrumpir. Podía ir al parque, hacerle peinados a Jiheon, ordenar un poco el lugar, entre otras cosas que podía hacer. Pero eligió ser paciente y esperar. Esperar. Esperar. Esperar. Ya estaba cansada de esperar.

Caminó alrededor de una mesita que había en el medio del pequeño salón mientras intentaba pensar en cosas que la distraigan. Miró el viejo reloj en la sucia y amarillenta pared. Habían pasado solo quince minutos. No era ningún pecado salir unos cuarenta y cinco minutos antes.

Se despidió de su familia, agarró las llaves de la casa y se fue. Mientras caminaba pensaba que podía ordenar para comer. No sabía que se comía allí pero podía darse una idea. Probablemente pediría un sándwich o una sopa, las dos eran sus comidas favoritas.

Sentía como sus piernas de a poco se ponían más frescas. Se arrepentía de haber llevado un short en vez de un pantalón, pero a la vez creía que no había sido tan mala idea ya que el short negro combinaba mejor con su remera holgada color rosa.

Iba pateando una roca que había encontrado unas cuadras más adelante, lo que demostraba su impaciencia. Pero intentaba ir a paso lento para no llegar tan temprano y que la castaña no creyera que estaba súper emocionada por la salida, aunque en realidad si lo estaba.

❀❀❀

Mientras tanto, una linda chica se estaba preparando para salir con una de sus mejores amigas.

Si de por sí Jennie era verdaderamente hermosa, en ese vestido negro, sus tacos que la hacían parecer más alta, las joyas que traía puestas y el maquillaje; la hacían ver cómo otra persona. Y eso a ella le hacía bien. Admitía que había llegado al mundo siendo bella, pero al usar maquillaje su autoestima se elevaba y se sentía mil veces más hermosa. Y no lo hacía por la aceptación de los demás, eso era lo que menos le importaba. Lo hacía por su propia aceptación y por entretenimiento. Ya que era verdad que le gustaba jugar con los colores de sus paletas y de sus esmaltes.

Solo quedaba ser paciente y esperar a que Rosé llegara a su casa para poder ir juntas al restaurante. Estaba muy ansiosa y estuvo horas pensando en que vestido usar y cómo maquillarse. Esperaba que la rubia estuviese igualmente de emocionada que ella. Unos minutos después, se escuchó el timbre de la casa, que anunciaba que la australiana ya había llegado.

Bajó las escaleras rápidamente, buscó su bolso con un poco más de maquillaje (por las dudas), el dinero, alcohol en gel, entre otras cosas. Las llaves estaban en la mesa, las agarró y abrió la puerta. Con una sonrisa recibió a Rosé quien también sonreía mientras la miraba.

Hasta que la mirada de las dos pasó por la vestimenta de su contraria. Sus sonrisas se fueron apagando lentamente. Jennie parecía una princesa, mientras que Rosé se veía  como...muy diferente a la coreana. Otra vez volvieron mirarse a los ojos y las dos mostraron una sonrisa notablemente forzada.

La rubia no se veía mal, era imposible que ella se viera mal. No le faltaba belleza, solo le faltaba dinero.

Jennie cayó en cuenta de que todavía no se habían ni saludado y decidió dar el primer paso porque sino estarían así toda la noche- Hola -un poco seco, pero era mejor que nada.

Please - CHAENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora