Necesitaba saciar su hambre.
Ella vivía con apetito, siempre tenía ganas de comer pero no siempre podía hacerlo.
Salió de su pequeña casa hacia algún lugar para conseguir alimento.
El cielo estaba obscuro y lleno de nubes, pero ella no creía posible el hecho de que lloviera. No hacía tanto frío, estaban en pleno otoño como para que eso sucediera. Además de que los día anteriores habían sido bastante calurosos
Pero estaba en una gran equivocación. Era una gran tonta al pensar eso.
Sus zapatillas tocaban el suelo de las calles. Y se preguntaba ¿qué hubiese pasado si yo fuera un árbol?
Tal vez sería un manzano frondoso y hermoso. Sus hojas verdes y mojadas por el rocío de la mañana. Su tronco fuerte, manzanas rojas como la sangre y el sol brillante apuntaría al árbol.
Pero toda imagen desapareció cuando sintió algo caer sobre su cabeza. Si, agua, malditas gotas de agua.
De un segundo a otro, esas pequeñas e insignificantes gotitas se convirtieron en grandes cantidades de agua cayendo por todo el lugar.
Sin pensar en su seguridad empezó a correr tapando su cabeza tratando de impedir que su cabello se humedezca.
Se escuchaban estruendos producidos por truenos y el ruido del fuerte viento, como si estuviese gritando por ayuda.
Rosé era muy delgada y no tenía muy buena condición física. Estaba cansada y su respiración agitada. No había avanzado mucho desde el lugar donde se encontraba anteriormente y agradecía el hecho de que el barrio en el que se encontraba estaba lleno de árboles.
Tenía frío. Su piel estaba erizada y no podía respirar cómodamente debido al aire fresco, demasiado fresco, que notaba por sus fosas nasales. Su nariz, sus manos, sus pies, su cuerpo estaba helado.
Sentía frío pero no quería pensar en eso. Volvió a la idea de ser un manzano. El sol caliente y brillante, colores cálidos y mariposas.
Pero en realidad se consideraba a si misma una ramita de árbol. Pequeña, insignificante, sin frutos, inservible.
Empezó a llorar. Estaba temblando y ya no sentía bien su cuerpo. A pesar de estar debajo de un árbol, gotas de agua seguían cayendo sobre su delgada figura.
Bajó la cabeza y la escondió encima de sus rodillas.
Hasta que las gotas dejaron de caer sobre ella y una sombra tapó la poca visión de la luz de las calles que llegaban hasta ella.
Al levantar la cabeza se encontró con la castaña. Llevaba un paraguas color azul y vestía una ropa abrigada. Su cara demostraba preocupación, la rubia estaba tirada en el césped mojado, indefensa y su cuerpo desabrigado.
La castaña se inclinó hasta estar cerca de la australiana. Dejó la sombrilla a un lado La rubia la miraba fijamente con sus ojos gastados y tristes, como si estuviese pidiéndole perdón sin razón alguna a su contraria.
Jennie envolvió su cuerpo frío en un fuerte abrazo. Eso era raro para las dos, pero estaban felices de tenerse una a la otra. El agua caía sobre ellas, pero no les importó. La coreana escondió su rostro en el cuello de la rubia y luego de unos segundos de estar en esa calidad posición, se levantó del suelo y juntó su sombrilla.
- Vamos -extendió su mano hacia la australiana. No podría dejarla ahí sola e indefensa.
Con su cuerpo temblando y sus dedos fríos, tomó la mano de la castaña y se levantó.
- Gracias -dijo en un susurro casi inaudible.
Jennie le entregó su paraguas a la rubia y empezaron a caminar. A los segundos, la castaña sacó un abrigo de los que tenía puestos y lo apoyó alrededor del cuerpo de su acompañante. La prenda estaba tibia y tenía el rico aroma del perfume de Jennie.
Pasaron minutos caminando en silencio pero tranquilas. La castaña tenía una cara seria, pero no estaba enojada, estaba preocupada por su contraria.
Aunque llevara el cómodo abrigo de Jennie, Rosé seguía congelada. Sus pies estaban helados y aunque pensara en el sol caliente golpeando en su versión árbol, no podía conseguir sentirse bien.
Luego de pensar unos segundos en si hacerlo o no, se animó. La castaña
apoyó su brazo en los hombros de la rubia y la atrajo hacia su cuerpo.La rubia se sonrojó y una pequeña sonrisa apareció en su rostro, lastima que nadie la pudo ver. Con la cabeza baja miraba sus pies y los de Jennie caminando al mismo tiempo.
Rosé apoyó su cabeza en el hombro de Jennie y ahora fue la castaña quien sonrío y adoptó un color carmesí en sus mejillas.
Luego de unos minutos de silencio y caminata llegaron a la casa de la castaña. Rosé estaba sorprendida. La casa era grande por fuera, pero no tanto como ella imaginaba.
La castaña abrió la puerta de la casa y dejó pasar a la australiana primero.
La rubia miraba todo el lugar. Las luces, las escaleras, los sillones. El lugar estaba caliente y se sentía como un verdadero hogar. Era como un lugar familiar, no era todo color blanco y lujoso como mostraban en las televisiones de los quioscos. Pero igualmente era hermosa.
- Wow -exclamó Rosé- es muy linda.
- Si, lo es -respondió Jennie- Espera aquí -luego se dirigió hacia las escaleras. Subió a su cuarto y buscó abrigos y mantas para la australiana.
Rosé estaba sorprendida con el gran lugar. No podía creer el hecho de estar en un lugar así.
- Puedes acostarte en el sofá y ver televisión si quieres -la rubia se dio vuelta un poco asustada, se había sorprendido. Si, era una asustadiza- Ten, siéntete cómoda. Yo iré a preparar algo caliente para comer -dijo para luego mostrar una pequeña sonrisa y entregarle las sábanas y el abrigo.
- Gracias -contestó.
Por suerte, Rosé sabía como usar el control remoto, ya que se llevaba muy bien con la dueña del quiosco en el que aprovechaba para ir y ver los programas de reconstrucción de hogares.
Jennie empezó por calentar agua para preparar café. También hizo panqueques y cortó manzanas, por las dudas.
Fue hacia el sofá para avisarle a la rubia que ya podía comer la comida y beber el café. Pero se encontró con una Rosé dormida. Una tranquila, tierna, adorable, pacífica y bella Rosé dormida.
No la iba a despertar de su, seguramente, lindo sueño solo para que comiera unos panqueques, una manzana y tomara un café
Sonrió y se dirigió hacia su cuarto. Ella también estaba cansada y se merecía una siesta. No le preocupaba que una "extraña" esté sola en la planta baja de su casa. Rosé era su amiga.
Se acostó en su cama, tapó su cuerpo con las sábanas y mantas, y poco a poco fue quedando dormida.
En otra parte de la casa, una rubia se había despertado de un gran sueño en el que era un lindo árbol. No estaba consiente del todo, todavía tenía sueño y frío. Buscó a Jennie por la cocina. Encontró la comida, pero no quería estar sola.
Sin pensar mucho, se dirigió a las escaleras, subió los escalones uno por uno (casi tropezando con algunos de ellos) y llegó al cuarto de la castaña para pedirle algunas mantas más.
Pero al ver a la mayor durmiendo tranquila, no quiso despertarla.
No pensó dos veces y se acostó en el colchón de dos plazas en el que estaba la coreana. No tardaron ni dos segundos en los que se quedó dormida, obviamente manteniendo distancia con su contraria. O eso creía ella.
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I love you baby
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Please - CHAENNIE
Fanfiction"¿No crees que se cansó de tanta insistencia?" ╰─►⸙͎ ✓ Chaennie ✓ Escribiendo ✓ Actualizaciones los domingos ✓ Historia 100% mía ✓ No se permiten copias ni adaptaciones