CAP 11

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- ¿Te gustaría quedarte a dormir? Como una pijamada de dos personas -eso sonaba interesante, pero no tenía idea de que se hacía en una pijamada. Aunque sus amigas de la infancia iban a su casa, era solo para estar un par de horas y jugar a las muñecas. Eran muy pequeñas como para pasar la noche en una casa que no era de ellas, lejos de sus familiares.

- ¿Qué se hace en una pijamada? -no iba a aceptar si no sabía que era realmente.

- No sé. Cosas como mirar películas, comer helado, hablar de chicos lindos, jugar a las cartas, maquillarse, cosas así -Rosé no estaba del todo convencida con la respuesta y su cara delataba sus pensamientos- Hay muchas más cosas que podríamos hacer, no solo eso -después de pensarlo un rato, aceptó

¿Qué podría pasar? Eran dos chicas extremadamente maduras que iban a dormir en una misma casa.

- Ven -como la propuesta había sido inesperada, Rosé no llevaba un pijama o ropa cómoda para pasar la noche.

Las dos subieron las escaleras hacia el cuarto de la mayor. Esta abrió el gran armario. Era imposible no impresionarse con la cantidad de ropa que ella tenía. Abrió uno de los cajones y sacó varios conjuntos abrigados.

- Puedes elegir el que más te guste -no, no podía elegir. Eran todos tan lindos y tiernos que no era fácil escoger solo uno.

Al final agarró uno con la parte de abajo celeste y dibujos de nubecitas. La parte de arriba era manga larga y tenía un dibujo tierno de un pan y unas letras en japonés que no entendía. Era adorable. Lo agarró y se quedó tiesa ¿Qué se supone que tenía que hacer ahora?- Puedes ir a cambiarte allí -señaló una puerta cerca de una esquina de la habitación.

Al entrar se encontró con un gran baño. Todo era lujoso y lindo, contrario del suyo. Se vistió y dobló la ropa que había estado usando anteriormente.

Al terminar, salió y se encontró a Jennie con un conjunto similar al suyo, pero era rosado y en vez de tener nubes y un pan eran huevos fritos. Se veía muy tierna en eso.

Luego abrió una puerta del armario- También puedes elegir tu favorito -había millones de calzados pero los que más llamaron su atención fueron unas pantuflas de conejitos. Dejó su ropa en la cama detrás de ella, las agarró y se las colocó. Al mirarse en el espejo que había en la parte del interior de ese armario, se sintió como una versión de ella pero de seis años.

- ¿Dónde dejo esto? -señaló la ropa encima de él colchón.

- Puedes dejarlo ahí, luego veremos qué hacer -ella también se veía en el espejo y se felicitaba mentalmente por lo bien que le quedaba cualquier prenda. No es necesario decir que sus autoestima era muy alta.

- ¿Qué vamos a hacer primero? -luego de todas las opciones que le había dado Jennie no podían quedarse calladas haciendo nada.

- Ya es un poco tarde, podríamos pedir helado y luego miramos una película -la rubia respondió con un movimiento de cabeza, dando a entender que estaba de acuerdo- ¿Cuál es tu gusto favorito? -le gustaba mucho la manzana, pero ¿Existía el helado de manzana? No estaba segura y no quería arriesgarse a decirlo y quedar como una tonta.

Hasta que un recuerdo se le vino a la cabeza. Su hermano pegándole una cuchara con helado de menta en el cabello. A la velocidad de un huracán, su mente procesó todo ese recuerdo. Era un día muy caluroso y junto con su madre y su hermano fueron a una heladería. No estaba completamente segura de cuántos años tenía en ese momento, pero si recordaba como su hermano comía un helado de menta y para molestarla pegaba su cuchara en su cabello.

Empezó a reír cambiando repentinamente su cara de confusión por una mucho más alegre.

- ¿Puedo pedir uno de menta? -lo iba a hacer en memoria a todos los buenos momentos que había pasado con su madre y su hermano. No recordaba el gusto, pero si a su hermano le gustaba tal vez a ella también.

Please - CHAENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora