Introducción.

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A veces, por amor, se toman ciertas decisiones y Sofía ya había tomado la decisión que creía era correcta. Nada anhelaba más que terminar lo más pronto posible con todo el sufrimiento que la embargaba y estar de nueva cuenta entre los brazos del amor de su vida. En ningún momento tuvo temor por lo que estaba haciendo, en ningún momento tuvo dudas. En su alma ahora solamente había esperanza.

Sabía que su decisión no afectaría la vida de los demás y que el mundo no tardaría en seguir adelante sin ella, como si nada hubiera ocurrido... Y precisamente por eso es que había tomado esta certera y definitiva decisión: porque ella sí se sentía incapaz de seguir adelante. No podía seguir adelante sin él.

En ningún momento tuvo miedo y se aferró aún más al retrato que tenía entre sus manos, al cual se abrazaba con desesperación, o al menos eso le pareció pues cada vez más le era más difícil percibir sensaciones en sus extremidades. Sabía que, cada vez, estaba más cerca de perder la consciencia y, antes de hacerlo, creyó escuchar a lo lejos un tenue golpeteo seguido de un ¿grito? No lo sabía, le costaba distinguir los sonidos e incluso abrir los ojos.

Por entre la neblina, que ya se apoderaba de su mente, Sofía logró escuchar en la lejanía la voz de su hermana, pero ni siquiera hizo un esfuerzo por responderle. La oscuridad comenzaba reclamarla y Sofía no solo le dio la bienvenida, sino que se aferró a ella sabiendo que así era como terminaba todo. Sofía exhaló un último suspiro antes de que la oscuridad la reclamara por completo y después... No supo nada más. No hubo nada más. Absolutamente nada. Nada.

Déjà Vu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora