Capítulo 17: La casita del árbol

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OLIVIA

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OLIVIA

Sigo a Aer a paso rápido. Por una vez, él no tenía ningún tipo de mala intención y voy yo y la cago. Ahora que empezábamos a llevarnos bien...

- ¡Aer! ¡Espera! - Me apresuro para intentar alcanzar a tomar su mano, pero él aparta la suya.

- Ahora no, Olivia. - Me dice con una calma que me sorprende.

- Aer, y-yo... - Tartamudeo. - No quería ofenderte. - Sigo andando tras él.

- Necesito estar solo, es todo. - Murmura caminando por el bosque. ¿A dónde irá?

- Pero Aer... - Empiezo a decir, pero un estornudo detiene mis palabras. - Disculpa, decía que puedes decirme si esto ha sido culpa mía, porque sé que sí lo ha sido.

- Vas a coger un resfriado. Vuelve. - Tan seco como siempre.

- Aer, no voy a volver sin ti. ¿Dónde vas? - Vuelvo a estornudar y me lloran un poco los ojos. Mierda, la alergia.

- ¿No te vas a ir, verdad? - Aprieta los puños parando en seco.

- N-no. - Me falla la voz por miedo, rápidamente paso mis manos por mis ojos para intentar aliviar el escozor, maldito polen. No quiero que piense que estoy llorando pero el viento no ayuda.

Lo veo tensar su espalda. Después mira hacia arriba y se quita la capucha del jersey blanco. Se gira lentamente.

- ¿Tienes frío, verdad? - Me encojo de hombros, hay mucha sombra y me siento desnuda al ir en bikini. - Acércate. - Me acerco un poco a él, manteniendo un poco de distancia y le miro a los ojos. Aer me agarra la barbilla delicadamente. - Estás llorando. ¿He hecho algo mal? - Niego rápidamente y paso mis manos por mis ojos de nuevo.

- Es por el polen. - Mi voz parece no querer responder al principio y sale algo ronca.

- Levanta los brazos. - Se aleja un poco.

Confundida, le hago caso sin dejar de mirarle. Mis ojos se agrandan cuando él se quita el jersey, revelando una camiseta de tirantes negra. Se acerca a mí de nuevo y cuela mis brazos por las mangas de su jersey, después tira de este hacia abajo.

- Parece que te queda mejor que a mí. - Me susurra.

- No lo creo. - Sonrío y miro mi cuerpo. El jersey me queda bastante grande, sobre todo largo, de ancho es más estrecho.

- Ven. - Toma mi mano y tira de mí, adentrándonos aún más en el bosque.

- ¿Dónde vamos? - Aer me mantiene curiosa, no esperaba una actitud parecida viniendo de él.

- Mira. - Me señala unas escaleras, después estas se convierten en esas típicas escaleras que cuelgan sobre lianas, las que siempre se ven en las pelis en las que el protagonista está en la jungla. - Esto te va a gustar. - Sube los tres escaloncitos dándome la mano.

21 Cosas que hacer en Toronto, CanadáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora