Capítulo 20: La nueva normativa

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AER

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AER

Ya se han ido todos. Tobio y Odette siguen en sus habitaciones, y Olivia sigue dormida en el sofá. Me debato entre despertarlos o llevarme a Olivia a su habitación.

Mejor me quedo la casa para mí solo.

Con cuidado cargo a Olivia y me acerco lentamente a las escaleras. Poco a poco las subo y cruzo el pasillo hasta llegar a la puerta de su habitación. La abro lentamente, como puedo, obviamente, y recuesto a Olivia sobre su cama. También le pongo una mantita por encima para que no pase frío. Ya me estoy alejando cuando la oigo hablar.

- ¿Aer? - Su voz adormilada suena suave en la oscuridad del cuarto.

- ¿Sí?

- ¿Te vas...?

- Bueno, me iba a hacer algo de provecho. - Me encojo de hombros acercándome de nuevo. - ¿Qué pasa?

- ¿Estás enfadado? - Se incorpora sentándose y me mira frotándose los ojos.

No puedo evitar darle un rápido repaso a su cuerpo en ese bikini verde.

- No. - Digo mirándola a los ojos. - ¿Por qué pensaste que estaba enfadado?

- A lo mejor es una tontería, pero es que... - La oigo suspirar. - Vuelves a estar serio y frío conmigo... ¿Es por lo de antes...? - Casi la veo hacer una mueca, a pesar de la oscuridad, me lo imagino.

- Solo estoy un poco estresado. - Me excuso.

"Sí, estresado de mi vida..." Pienso.

- Ah, lo siento. - Agarra la manta y cubre un poco más su cuerpo. - Quieres eh... ¿Quieres quedarte a hablarlo? O no, solo quedarte.

- Anda ya, pero si te mueres de sueño. - Le digo revolviéndole el pelo.

- Bueno, solo un poco. No, pero en serio... Si quieres puedes quedarte y... relajarte un poco. - La miro fijamente.

No sé si soy yo, pero acabo de mal pensarlo. Estoy dudando seriamente. ¿Qué quiere exactamente?

- No pasa nada si es que no. - Se acomoda acostándose apoyada en los codos.

- Pero... ¿Qué quieres que hagamos exactamente? - Murmuro después de una gran lucha mental.

- ¿E-eh? P-pues nada, solo estar tranquilos, poner algo de música... - De repente me mira con cara pícara. - ¿Lo has mal pensado?

- ¿Yo? No, qué va. - Ella me mira intensamente. Después de unos segundos no consigo mantenerle la mirada y la desvío avergonzado. - Bueno sí.

- No pasa nada. - Se ríe dulcemente. - ¿Entonces nada?

- Bueno. ¿Por qué no? ¿Qué propones que escuchemos?

- Pues... ¿Algo tranquilo? - Coge su móvil y pone una playlist en Spotify. No llego a leer el título, pero la primera canción empieza lenta. - Ven. - Agarra mi mano y tira de mí hacia ella.

21 Cosas que hacer en Toronto, CanadáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora