Capítulo 16: Para no ser como ellos

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AER

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AER

No nos entienden. Tobio y yo lidiamos con nuestras familias cada segundo de nuestras vidas, e incluso lejos de ellos, debemos aguantarlos. Subo las escaleras pensando qué hacer con lo de la piscina.

"¿Y yo cómo le digo ahora que baje?" Pienso. Cierto, no hay que obligar... "¿Entonces cómo se lo pregunto?" Qué difícil me va a ser. Me acerco a la puerta de su cuarto y me detengo frente a esta, tendré que picar para entrar...

Me sudan las manos.

- ¿Olivia? - Pregunto tocando a la puerta.

- ¿Sí? - La puerta se abre y me deja ver a la granjera, sigue con las mismas pintas.

- ¿Bajarás a la piscina?

- Eh... No sé, puede, es que aún me encuentro un poco mal. - Me mira raro, como si no estuviera bien de la cabeza, y lo entiendo.

- Bien y ehm... - No sé qué decir. - ¿Por qué no pusiste mi lavadora? - MIERDA.

- No soy tu criada, ya te lo dije el primer día. - Su ceño se frunce, lo que me indica que la estoy cagando.

- Bueno, olvídalo. - Me giro y empiezo a irme hacia mi habitación.

- Oye Aer. - Me detiene tomándome la mano por detrás.

- ¿Qué pasa? - No me giro a verla, siento mi sonrojo en la cara.

- ¿No vas a mirarme? Bueno no importa. Solo quería decirte que perdona por beber tanto ayer, no te hice caso y por una vez tenías razón. - Parece realmente arrepentida.

- Es que siempre tengo razón. - No sé por qué, pero estoy mirándola y suelto esas palabras con dulzura.

- Ajá, y yo soy rica. - Se ríe soltándome la mano con mucha suavidad.

La observo reírse. No sé cuándo, pero ya estoy sonriendo levemente y con suavidad revuelvo su pelo.

- ¿Bajarás a la piscina? - Se lo pregunté antes, pero quiero que baje.

- Bueno... Sí, me lo he repensado. - Me sonríe también y se apoya en el umbral de la puerta a verme.

- Te espero abajo entonces, señorita. - Beso el dorso de su mano y me voy con aparente tranquilidad.

Al llegar a las escaleras me encuentro con Derek, Jonah y Paul allí. Espiándome.

- Así se hace. - Derek se sacude.

- ¡Conquista a tu enamorada! - Estoy tieso, menos mal que susurra.

Como si la vergüenza fuera una ola, llega toda de golpe. Me sonrojo violentamente, escondiendo mi rostro en la capucha blanca que acabo de ponerme y prácticamente huyo de ellos sintiendo un intenso calor en mi pecho, mejillas...

- Anda Paul, se parece a ti. - Comenta Jonah.

- Cállate. - Bufa este.

No sabía que se podía sentir algo así con alguien.

21 Cosas que hacer en Toronto, CanadáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora