Observaba con asco el gotero que caía a su lado y la mataba por dentro a cambio de conseguirle más tiempo. Miró su teléfono, mensaje de Anne. "Nena esta noche nos vemos y con unos mojitos te vuelvo a poner bien. Te quiero ojazos."
Anne siempre sabía como alegrarle en los peores momentos.No estaba sola en aquella sala. Habían cuatro camas más, todas ocupadas. A excepción de Darío, un chico de 16 años que acudía por primera vez, todos tenían la misma mirada de saludar a la muerte cara a cara mientras el veneno atravesaba su cuerpo. Ganar tiempo y vencer la enfermedad decían.
Parpadearon las luces de la sala y un pequeño apagón reinició toda la maquinaria medica. Rápidamente todo volvió a estar funcionando con normalidad. Marta, la enfermera del turno de mañana, apareció por la puerta y empezó a mirar las pantallas y los goteros. Miró su móvil de nuevo para contestar a Anne. "Esta noche no tía... Mañana nos vemos. Cuidado no la líes mucho XOXO!"
Escuchó cómo Darío daba varios golpes a su consola quejándose.
- ¡Mierda -exclamó el chico-! Se ha quedado sin batería. Marta puedo conectar la consola?
La enfermera que estaba revisando que todo funcionase correctamente le hizo un gesto para que le diese el cargador mientras ponía los ojos en blanco.
- Esta juventud... Estáis enganchados a estos cacharros. Si no es un móvil es una consolita de esas.
La enfermera tendió el extremo del cable al chico mientras se marchaba. Darío, que ignoro a Marta por completo, conecto de nuevo su consola.
Podía oír como golpeaba la pantalla del aparato de nuevo.- Joder, esta mierda se ha roto.
Vio al chico dejar la consola entre sus piernas y tumbarse a mirar el techo resoplando.
Pasaron unos ocho minutos más después de ver al chico quejarse por última vez y cerrar los ojos para descansar. Marta la despertó tocándola con dulzura en el hombro.
- Ya estamos cariño. ¿Quieres agua?
Asintió con la cabeza. Le dolía todo y se sentía mas agotada de lo habitual. Marta le dio un vaso de agua que se bebió con gusto.
- Nos vemos el próximo mes cielo -dijo Marta-.
- Gracias Marta. Eres lo más bonito de este sitio.
- Que sepas que no es un gran halago Darla. Ni un cuadro tienen en todo el centro. Cualquier día se me va la cabeza y lleno esto de plantas. Cuídate cielo.Y con una palmada de la oscura piel de su mano en su rodilla le dio la señal que indicaba qué tenia que irse para que entrase el siguiente paciente.
Se despidió del resto y avanzó lentamente hacia el ascensor de camino a la calle. Uno de los hombres de mantenimiento le dijo que no podría subir mientras colocaba un cartel de averiado. La bajada le costó más esfuerzo del que había esperado. Eran tres plantas y le habían parecido más de veinte.
Cuando por fin llegó a la calle vio más tráfico del habitual pero no le dio importancia alguna. Su prioridad era llegar a casa y permitirse descansar. No quería ni comer.
- A la calle Fahrenheit 33 por favor.
- Espero que no tenga prisa señorita. El tráfico está fatal esta mañana -el hombre arranco el coche-. ¿Se encuentra bien señora?
- Sí, gracias. Me gustaría descansar -cortó la conversación-.Lo que menos le apetecía era mantener una charla en este momento. Cerró los ojos y dejo pasar los largos veinticinco minutos de trayecto. El chófer tenía razón con lo del tráfico. No era la primera vez que volvía en taxi y las otras veces no había tardado más de diez minutos.
Pagó la carrera al conductor y se apeó del coche. Dio un par de pasos cuando se percató que se dejaba la puerta abierta. Se giró sobre si misma y al alargar el brazo, la puerta se cerro sola.
- ¿Pero qué?
El taxi arranco a toda prisa a recoger a su próximo cliente. Se quedó mirándose la mano pensando en qué había pasado, sorprendida. Finalmente giró sobre si misma dejándolo pasar. Entró en su bloque y pudo escuchar como varios vecinos discutían dos o tres rellanos más arriba. Pico el botón del ascensor y dio las gracias mirando al cielo cuando las puertas se abrieron y le evitaron tener que subir seis pisos hasta su apartamento.
Introdujo la llave, entró en su pequeño piso de cincuenta y cuatro metros de paredes de ladrillo visto, cerró la puerta y soltó su bolso en el suelo de parqué laminado de color roble claro. Avanzó hacia la isla de la cocina, cogió un vaso y lo lleno de agua fresca de la nevera. Dio un largo trago y dejó el vaso al borde de la isla. Se apoyo con su cabeza entre sus brazos, pensativa.
Le vino a la mente el día que le dieron la mala noticia. Sintió algunas molestias que la hicieron ir al médico. "Será algún tipo de gastroenteritis" le anuncio el doctor. "Haremos una analítica para salir de dudas". Al mes siguiente empezó su tratamiento contra el cáncer.Por suerte ésta pesadilla estaba a punto de acabar. Se giró y rozó con su brazo el vaso de cristal sin darse cuenta y se dirigió al dormitorio.
Hizo un alto en su camino para encender la pantalla plana de la televisión. Le ayudaba a relajarse escuchar voces de fondo.
"... dejaron de funcionar de repente provocando graves daños en la ciudad y en todo el estado. Nos llegan noticias de todo el mundo con las mismas incidencias..."
Le importaba una mierda lo que le pudiese estar pasando al mundo. Ella solo quería cerrar los ojos y olvidarlo todo. Se tumbó en su mullido colchón y se dejó llevar sin preocuparse por la luz del Sol que entraba por la ventana.
"... Recibimos información de todas partes indicándonos que muchos dispositivos han dejado de funcionar de forma repentina. Según las cifras del estado a esta hora hay más de veinte mil aparatos que han explotado o dejado de funcionar con normalidad..."
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A TIEMPO DE VIVIR
Ficção CientíficaUn extraño efecto de la naturaleza despierta en Darla una fuerza interior que le permitirá hacer lo que siempre deseó. Deberá superar las adversidades a las cuales se enfrenta antes de qué la enfermedad la consuma. Esta historia ha sido creada por m...