Daniel cogió su teléfono y llamó a Lara. El teléfono sonó varias veces dejando el tono en el aire, haciendo que su mente imaginase la peor de las variables. Rafael podría haberlas cogido incluso antes de visitarle. Al cuarto tono del teléfono se apoderó de él un impulso que le hizo desfilar por el apartamento y buscar su chaqueta para ponerse en marcha con las directrices de Rafael.
— Hola Dani.
Se quedó bloqueado al escuchar la voz de Lara por el auricular. Ya se había puesto en lo peor y no esperaba que nadie contestase al teléfono. Notó un breve alivio cuando escuchó el tono conciliador de Lara al otro lado de la línea.
— Hola Lara. ¿Oye, todo bien con lo de mañana?
— Sí claro, Janine está muy emocionada. No me digas que llamas porqué...
— No, no, todo bien —menos mal que Lara le nombró la cita con su hija, con lo ocurrido lo había olvidado—. Era por saber si había algún problema. No te comenté nada antes y pensé luego que igual teníais planes.
— Tranquilo, ya te dije que había quedado. Ella se iba a ir a casa de una amiga suya, así que si está contigo mejor.
— Bueno, me alegro. Mañana te llamo para pasarla a buscar.
— Hasta luego
Una ligera sensación de calma recorrió su cuerpo y le hizo relajarse durante unos segundos hasta que volvió a centrar su mirada en la caja. Volver a contemplar el pedazo de carne ensangrentado le puso en alerta y lo activó. Fue a su dormitorio y rebusco en uno de los armarios donde guardaba el dinero. Para su sorpresa todo estaba revuelto y tirado por todas partes.
Cogió la chaqueta del perchero, su pistola y la caja con el dedo cortado cerrada y salió de la vivienda a toda prisa sabiendo que esa casa ya no era segura.
Antes de ponerse en marcha revisó que el vehículo estuviese en condiciones. La amenaza de Rafael indicaba peligro, pero no muerte. Al menos por ahora. No tenía sentido que el capo de la mafia se desplazara a verlo para no matarlo.
Se abrochó el cinturón y pudo notar el papel con el historial médico de la chica que vivía en el apartamento de al lado del asesinato. Esos bastardos de la mafia habían rebuscado en su coche y le habían removido los cajones y armarios de su casa, pero no habían dado con el papel que tenía en bolsillo interior de su chaqueta.
Desde el coche llamó a comisaría para adelantar sus pesquisas.
— Comisaria central- ¿En qué puedo ayudarle?
— Miri, soy Daniel Falone. ¿Me puedes pasar con André, de tecnológicas?
— Porque eres mi rubio favorito —dijo la operadora en voz alta, para que el resto de compañeras la oyeran—, me lo vas a tener que pagar con un buen beso en los morros
— Qué sería de mi sin ti.
André Palmeiro era a los ojos de Daniel algo así como un mago de la informática. Desde que entró en el departamento de delitos cibernéticos se acercó a él y supo que tenía amplios conocimientos sobre seguridad y rastreo de datos, aunque también sufría de incontinencia verbal y podía resultar cargante tratarlo.
— Delitos tecnológicos, le atiende André Palmeiro. ¿En qué puedo ayudarle?
— André, soy Falone. Necesito que me hagas un favor.
— Pero bueno, Falone. ¿En qué asuntillo estás metido ahora? ¿Hay que borrar algún registro de seguridad o algo?
— Silencio André. Que no nos escuchen.
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A TIEMPO DE VIVIR
FantascienzaUn extraño efecto de la naturaleza despierta en Darla una fuerza interior que le permitirá hacer lo que siempre deseó. Deberá superar las adversidades a las cuales se enfrenta antes de qué la enfermedad la consuma. Esta historia ha sido creada por m...