2. Despertar

90 23 13
                                    

Abrió los ojos con los primeros rayos de sol del atardecer que caían y se vio reflejada en el espejo del dormitorio. Cuando compró ese espejo con la intención de verse cada mañana y poco más no imaginaba la cantidad de buenas experiencias que viviría con él y con la colección de amantes que habían pasado por su cama.

Al incorporarse le reconfortó la sensación de sentirse sexy al mirarse en él. Se sacudió la melena intentando arreglarse el pelo y al final acabó quitándose la peluca y lanzándola sobre la cama. Se volvió a mirar al espejo.

-Al menos te ha quedado un cuerpo bonito.

Tenía la boca seca así que se tiró un beso a sí misma a forma de despedida y fue a buscar un vaso de agua. No bebía alcohol desde hacía años. Le reconfortaba el tacto frío de la madera en sus pies. Cogió de la nevera la botella de agua y la dejo en la isla. Fue a coger el vaso que había usado anteriormente estirándose para alcanzarlo y se le resbaló de las mano.

- ¡No!

El vaso salió disparado, empujado por una fuerza invisible contra el sofá negro y gris de cuero de la sala de estar. Rebotó contra los cojines y cayó rodando por el brazo del sofa hasta romperse en pedazos.

Se quedó perpleja. Sus ojos no daban crédito a lo que acababa de ocurrir. Miró los pedazos de cristal boquiabierta y pensó en la puerta del taxi horas antes. "¿Habré sido yo?" Pensó mirando sus manos. Estaba atónita y no supo cómo reaccionar ante el descubrimiento.

Pegó un trago directamente de la botella que la hizo centrarse y reflexionar. "Vamos a probar de nuevo" se dijo a si misma al dejar el recipiente encima de la isla. Miro alrededor pensando sobre que objeto podría experimentar y finalmente abrió el cajón de los cubiertos.
Miró los cuchillos.

-No... Que la podemos liar bien gorda.

Sólo pensarlo le entro la risa y se imaginó cómo una especie de "Jedi" de Star Wars usando la fuerza, lanzando objetos a diestro y siniestro por todas partes y convenciendo a gente con la mirada para que hicieran lo que ella deseaba. Este último poder le parecía el más útil de todos.
Cogió las cucharas de café y las puso en orden sobre la cocina. Dio un paso atrás y alargo el brazo y la mano hacia los utensilios.
Concentró la mirada en la primera de las cucharas y pensó en levantarla. La cuchara salió disparada rozando la lámpara colgante de cristal hasta chocar contra el techo y volver de rebote hacia donde estaba ella. Tuvo que apartar su brazo porque la cuchara casi le golpeó en la muñeca.

- ¡Flipa -gritó-! Impresionante.

Miró la siguiente cuchara y pensó en desplazarla a la izquierda. La lámpara de la cocina se iluminó brevemente haciendo destellos mientras la cuchara salió volando en la direccion que su mano indicaba hasta impactar contra la pared de la cocina y caer al suelo.

Miró la lámpara. "¿Qué está pasando?" se preguntó. El destello la había sorprendido más aún que el vuelo de la cuchara. Fue a buscar la escoba para limpiar los pedazos de cristal que había por la sala de estar mientras seguía alucinando con lo que acababa de pasar.

Cuando recogió todos los pedazos de cristal y los tiró al cubo de la basura fue corriendo a buscar su bolso que estaba en el suelo de la entrada del piso y cogió su teléfono movil. Tenía varios e-mails de trabajo y algunas notificaciones de aplicaciones. Vio el icono de "WhatsApp" y entro a ver sus mensajes.

"Cómo estás princesa?" Leyó en la pantalla al ver el mensaje de su madre. "Quieres venir a cenar esta noche? Papá está preocupado pero ya sabes que no es de usar el teléfono".
Comenzó a escribir "Estoy bien mamá, hoy me apetece descansar y estar sola. Cenamos mañana? Dile a papá que estoy bien y dale un abrazo. Os quiero"

Sus padres habían estado a su lado en todo el proceso de la enfermedad. Desde el maldito día en que le dieron la noticia de que habia cogido cáncer de colon hasta el peor día todavía que fue su primer día de quimioterapia. Si por ellos fuera no la habrían dejado nunca ir sola a ninguna sesión, pero ella misma fue quien decidió que quería estar sola. Fue duro decírselo, al principio no lo entendieron, pero aceptaron su decisión.
En realidad no le gustaba estar sola en los tratamientos, pero ver la cara con lágrimas de su padre o a su madre nerviosa en plan "tu tranquila que ya estoy yo aquí y no pasa nada" le dolían aún más que el veneno que le aplicaban para curarla.

El siguiente mensaje era de Anne. "Neni cómo estás?" Le había mandado aquel mensaje hacia horas, igual incluso cuando estaba en el taxi de vuelta a casa. Le contestó. "Tía, tenemos que vernos. Te vienes a mi casa? Ha pasado algo muuuuuy gordo" Enviar.

Al momento pudo ver la doble tilde azul en la pantalla y el mensaje escribiendo.
"Marc?"
"No tiene nada que ver. Vente."
"Cerveza?" Le preguntó Anne. Se conocían tanto que ella sabía que solo con decir de verla algo le tendría que estar pasando. Siempre era Anne la que decía de quedar y hacía planes por las dos. Llevaba varios meses sin probar una gota de alcohol pero los acontecimientos de la tarde la dejaron demasiado alterada. "Sí".

Se levanto para poner el teléfono a cargar al lado del equipo de música.

"...buenas noches Ander, me encuentro en uno de los centros comerciales más conocidos de la capital, donde las luces se apagaron y dejaron a todos sus clientes a oscuras. Además alguno de los aparatos explotaron debido a una sobrecarga de la luz..."

Buscó su playlist en Spotify con canciones de rock actual mientras apagaba la televisión, dejo el teléfono y se fue a duchar para despejarse.

A TIEMPO DE VIVIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora