6. Calma

25 11 0
                                    

Anne salió al rellano al encuentro de Marc. La miró atónito y se asustó al verla cubierta de sangre y cojeando. Al momento percibió todos los detalles de la macabra escena que tenía ante él. Anne le hacía señas para que se acercara guardando silencio. El corredor tenía un rastro de sangre que salía del portal de Darla en el número uno hasta la tercera puerta de la planta que, además, tenía claros signos de que había habido una explosión o algo por el estilo. Se acercó apretando el paso hasta Anne, que tenía su pierna ensangrentada, y la ayudó a mantenerse en pie.

- ¿Anne, que ha pasado aquí? ¿Estás bien? ¿Y Darla? ¿Qué ha pasado?

- Tranquilo -indicó Anne-. Sé que esto es una locura pero ahora mismo no podernos quedarnos aquí. Darla... Darla no está bien.

- ¿Se ha hecho daño? ¿Dónde está?

Marc se dirigió alterado hasta el apartamento de Darla y tras la puerta pudo verla estirada en el suelo, con la cara totalmente blanca y con sangre y lo que parecían vómitos en su ropa. Se arrodilló a su lado e intentó despertarla llamándola y dándole unas suaves caricias en la cara. Darla gimió, estaba agotada y no tenía fuerzas para nada.

Anne, que se quedó petrificada en la entrada al contemplar el escenario del que habían salido escasos segundos antes, se acercó a Marc y lo acorraló frente a ella.

- Marc, Darla y yo necesitamos tu ayuda. A Darla le pasa algo. No sé qué exactamente pero no podemos ir a ningún hospital. Ha pasado algo... ayúdame a arreglar todo esto antes de que venga la policía.

- ¿Pero que habéis hecho Anne? ¡Joder que hacemos!

- Necesitamos limpiar el rastro que lleva desde el fondo del pasillo hasta aquí. Si la policía nos relaciona con... con todo esto -señaló al pasillo- estamos perdidas. Yo no puedo con Darla. Ayúdame a llevarla al baño para lavarla y cambiarle de ropa. Tenemos que salir de aquí lo antes posible sin llamar la atención.

No dijo nada, tan solo guardó silencio y cogió el delgado cuerpo de Darla por los brazos y por detrás de las rodillas y la levantó para llevarla donde Anne le había indicado. No pesaría más de cincuenta y cuatro quilos. Era bastante menuda y delgada. La vio tan frágil y destrozada que se le encogió el corazón. Anne abrió la mampara de la ducha y metieron a su amiga dentro. Indicó a Marc que le acercara las toallas mientras ella empezó a mojarla.

- Marc, tráenos algo de ropa -ordenó-. Tenemos la misma talla. Ropa informal -indicó mientras lo veía salir del aseo-, nada raro.

Desnudó a Darla dejándola en ropa interior y empezó a tirarle agua poco a poco. Al contacto con el agua, la herida de la pierna le proporcionó una punzada de dolor que le volvió a recordar la sangre del apartamento de al lado. Se quitó la ropa y la lanzó en medio del suelo junto a la de Darla. El agua comenzó a salir cada vez más caliente, y fue tirándosela por encima. Darla comenzó a abrir los ojos visiblemente mareada todavía. Le recordó una borrachera en su época del instituto, donde una amiga en común bebió por primera vez y más de la cuenta una noche en unas colonias de viaje de fin de curso. Para que sus profesores no lo descubrieran la ducharon con agua fría hasta que finalmente se despertó.

Marc apareció de golpe y se ruborizo al ver a las dos chicas en ropa interior en la ducha. Le sorprendió más aun ver las prendas de las chicas, echas girones, sucias, mojadas y con sangre. Se giró dándoles la espalda y le dijo a Anne qué había encontrado algo de ropa.

- No me seas gilipollas Marc que sé que a Darla ya la has visto desnuda y vista una, vistas todas. Necesito que me ayudes.

- ¡Joder Anne! -exclamó, demostrando que necesitaba respuestas-. ¡Basta ya! Necesito saber que ha pasado para poder ayudaros.

- Luego te lo explico Marc, confía en mí. Hagamos esto por Darla. Deja que arreglemos todo esto y salgamos de aquí. Mira, parece que vuelve en si -dijo mientras Darla comenzaba a abrir los ojos y mover la cara-.

- ¿Qué pasa -dijo Darla totalmente desorientada-?

- Vamos cielo, tranquila. Ya ha pasado todo. Vamos a ayudarte.

Darla por fin pudo mantener los ojos abiertos como para ver a Marc en medio del baño. De sus párpados comenzaron a brotar lágrimas invisibles que se perdían al contacto del agua. Vio como el agua teñida de rojo carmesí avanzaba formando un espiral sangriento hasta el desagüe de la ducha.

- Marc, necesito que hagas una cosa más para ganar tiempo. ¿Has visto un rastro de sangre en el rellano hasta aquí, verdad?

-Sí. ¿Qué hago?

- Necesito que cojas mi ropa y disimules el rastro. Haz que siga el pasillo hasta las escaleras. Algo que haga pensar que aquí no ha pasado nada

- Joder. Joder. Joder -maldijo Marc con el amasijo de ropa ensangrentada en las manos dirección al portal-.

- Gracias Anne -susurro Darla-. No me encuentro muy bien.

- Lo sé neni, pero ahora te necesito aquí conmigo, no te duermas.

La incorporó y notó como el agua, de nuevo fría, les caía por todo el cuerpo. Se palpó la cara y el pelo buscando restos de sangre en sus manos y cuando se aseguró que ambas estaban limpias sacó a Darla del plato de ducha y la ayudó a sentarse en el suelo. La tapó con el albornoz que colgaba de la pared y cogió la toalla más pequeña para apretar su herida en el muslo. Cada vez que se movía para levantarse le dolía el golpe de la espalda aún más. Cerró el grifo y miró su reloj. Habrían pasado unos siete u ocho minutos desde que llamaron a la policía. No tardarían en llegar.

Cogió la ropa que Marc les había traído. No tenía mal gusto, pensó Anne, la verdad. Entendió perfectamente lo que le había pedido. Pantalones tejanos y una camiseta.

Ayudó a Darla a secarse y vestirse hasta que ella se pudo mantener en pie. Hacía mejor color. Darla se agachó a buscar en el armario del baño y encontró una caja con material de primeros auxilios. Cogió unas gasas, las empapó con agua oxigenada y las presionó contra la herida de Anne. Había dejado de sangrar. La escuchó reprimir el grito y resoplar. Le pidió que se apretase las gasas para sacar de la caja de primeros auxilios una venda y darle varias vueltas a su muslo.

Marc entro de nuevo en ese momento:

- Darla. ¿Estás bien? Joder que ha pasado allí fuera. Está todo lleno de sangre -La voz le temblaba. Venía claramente descompuesto y con las manos llenas de sangre de la ropa de Anne. Se lavó las manos y los brazos en el aseo-.

- ¿Has hecho lo que te he pedido?

- He dejado un rastro hasta las escaleras y he intentado borrar algo de la sangre que había en la puerta. También he bajado un par de pisos manchando la pared, pero me ha parecido escuchar vecinos y he vuelto corriendo.

- Genial Marc. Tenemos que irnos de aquí -dijo Anne-. Vamos los tres a algún lugar seguro y a pensar con calma que hacer. Hay que tirar todo esto o quemarlo o yo que sé y salir de aquí cuanto antes.

Darla fue a la cocina, aun tambaleándose, y cogió una bolsa de basura. Metieron toda la ropa y las toallas sucias dentro. Marc pregunto a Darla donde había algo para limpiar la sangre de la entrada y con un paño y una vieja palangana de plástico limpió y recogió la sangre que quedaba en el rellano. Anne mientras, con dolor y mucho esfuerzo, se acabó de vestir y peinar un poco. Se sentía agotada del esfuerzo de llevar a su compañera.

Al acabar los tres se encontraron agotados en el salón. La cara de ellas sólo indicaba a Marc que algo terrible había ocurrido y admiró como Anne había tomado las riendas de la situación.

- ¿Marc, has venido en coche -preguntó Anne, de nuevo llevando el mando-?

- Sí. He aparcado en la esquina.

- Tenemos que irnos. Hace unos trece minutos que hemos llamado a la policía y llegarán en cualquier momento.

A TIEMPO DE VIVIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora