A TIEMPO DE VIVIR

Daniel, Pruebas

La brisa fresca de la noche le golpeaba el rostro y hacía volar el humo de aquél cigarrillo que observaba como se consumía en sus dedos. El coche patrulla llegó a su lado mientras pensaba cuál sería su siguiente paso. Sabía que la muerte de Magdalena le traería problemas y lo mejor era adelantarse y aparecer dando soluciones. Don Rafael le había confiado algunos asuntos delicados tiempo atrás y no era el tipo de hombres al que se le puede fallar. Le podría perdonar sin ningún tipo de inconveniente haber disparado a alguno de sus hombres siempre que pudiese complacerle con un beneficio mayor.

Le sorprendió ver el furgón de la policía científica y más aún ver al joven Miles saludarle desde el otro lado de la ventanilla.

— Miles Templeton, policía científica —anunció mientras bajaba del vehículo y se atusaba su corta y rizada melena rojiza hacia atrás y se subía las gafas—. Me han informado que ha habido un asesinato y vengo a coger muestras para llevar al laboratorio.
— Daniel Falone. Creo que te he visto por comisaría —resultaba imposible no haberlo visto correteando siempre por la oficina, pensó Daniel, su pálida piel brillaba más que la de los vampiros de crepúsculo—. ¿Vienes solo?

— Sí. En la central había mucho lío y todo el personal estaba ocupado. ¿Qué tenemos?

— Ehm... hay dos cadáveres. Uno de ellos entero y el otro... bueno, no hará falta subir dos camillas.

— Bien, preparo el material y vamos. ¿Ha llegado hace mucho?

— Hará una media hora aproximadamente —indicó Daniel—.

— ¿También le ha pillado el tráfico? Para ser jueves está mucho peor de lo habitual.

— Será eso —observaba como el chico iba preparando una camilla y varios maletines con utensilios—. Oye... ¿vas a usar una bata de esas?

— Sí claro, no quiero contaminar la escena. Es lo primero que me enseñaron en la academia.

— Bien, muy bien. ¿Me podrías dejar alguna? Y guantes también, y algo para proteger los zapatos —recordó el vómito—.

— Es material solo para la científica, podría dejarle unos guantes... pero no se lo diga a nadie.

Bloquearon los vehículos y se dirigieron a la vivienda con todo el instrumental. El chico avanzaba cargado mientras cavilaba si llevaba todos los utensilios necesarios para levantar un atestado.

— ¿Oye Miles, es la primera vez que vas sólo a levantar una escena?

— Bueno, a decir verdad... sí. En este trabajo solemos ir en equipos de dos, pero con todo lo del fogonazo todo el personal está muy ocupado. El teniente Charles me ha pedido personalmente hará unos minutos que me ocupara de esto sólo por esta vez.

— Bien, bien. Mira, ya llegamos —picó el pulsador del ascensor—. Si necesitas algo me pides ayuda. ¿Vale? No tengas vergüenza.

— Está bien señor Falone — el chico respondió con una inconfundible mueca de alegría en la cara. Se sorprendió al ver que alguien con carrera en el cuerpo como Daniel le recogía los maletines de encima de la camilla mientras se abría la puerta del elevador—.

— Muy bien chico, nos vemos en el sexto. Por cierto, la camilla no cabe —entró, picó al sexto piso y le guiñó un ojo cuando las puertas se le cerraron a Miles delante de las narices—.

En el poco tiempo en que Daniel ascendió los seis pisos no pudo quitarse la idea que Charles había llevado a cabo. "Que listo eres Charles" se dijo a si mismo frente el único espejo que cubría la pared frontal del ascensor. Había mandado a un novato a llevar un caso de los más complejos que habían tenido. Se abrieron las puertas y salió a esperar al chico al rellano.