— Acercarte —señaló Daniel al mayor de los sicarios—.
Pablo, el más veterano y cabecilla de los guardias de Rafael se aproximó a él para escuchar el plan que Daniel había pensado.
— Como ordene señor Daniel —dijo sumiso. A ninguno de los miembros de la banda les gustaba depender de un policía, pero seguían las órdenes del patrón. Y si el patrón deseaba trabajar con un policía ellos debía tragarse el orgullo y dejarse pisar si era necesario—.
— Oye Pablo, déjame tu pistola un momento. ¿Quieres?
— ¿Para qué quiere mi arma —saco su arma y se la tendió al detective—?
— Soy yo el que hace las preguntas Pablo.
Levantó el arma y disparó dos veces al segundo de los guardias en el hombro y el brazo.
— ¿Pero qué haces maldito cabrón —grito Pablo—?
— ¡Ay, malnacido hijo de puta —se retorcía Antonio y buscó su arma—!
— Quietecito —apuntó a la cabeza—. A ver capullos. Salid de aquí ahora mismo. Y llevaros al gilipollas de vuestro amiguito de abajo. Los disparos harán que venga la policía. La de verdad.
— Vayámonos Toño —agarró a su compañero del brazo y lo arrastró hasta descender por las escaleras.
Vio cómo los hombres se marchaban escaleras abajo y se guardó el arma en el cinturón mientras el volvía a coger su teléfono y marcar el número de comisaría.
Se dio cuenta que no tenía tiempo que perder. Los vecinos del barrio habrían escuchado los disparos y seguro que llamarían a la policía. Su coche en el portal del edificio lo relacionaba directamente con la escena del crimen y ahora le era imposible desaparecer sin dejar rastro. Decidió llegar hasta el final. Llamó a comisaría para dejar constancia de la llamada mientras volvía al rellano del edificio para conseguir perspectiva y alejarse del olor a sangre que le nublaba la mente. Necesitaba pensar rápido y actuar más rápido todavía.
— Comisaria —respondieron al tercer tono y reconoció la voz de la operadora por la que sentía una fuerte atracción—, le atiende Naima, en que puedo ayudarle.
— Naima, soy el inspector Daniel Falone. Necesito que me pases el comisario Charles. Ha habido un asesinato.
— Enseguida Daniel —le puso en espera—.
— Dime Falone —respondió el comisario—. ¿Qué nuevas noticias tienes?
— Escúchame Charles, ha pasado algo muy grave. Necesitamos que me asignes el caso de la alarma por violencia de género que acabo de venir a investigar. Ha habido un brutal homicidio —mientras hablaba con el comisario su mirada fue a dar con la puerta del segundo apartamento, donde el intrigante rastro de sangre se perdía durante un metro de distancia aproximadamente antes de que disparase en el brazo al sicario latino. Fue avanzando hacia la entrada de la vivienda mientras buscaba en su bolsillo el juego de ganzúas—.
— Daniel, tú no te encargas de homicidios.
— Se trata de la hija de Don Rafael. Magdalena —se hizo un silencio al otro lado de la línea—.
— Dame unos minutos, ahora te llamo.
Abrió el paquete que contenía varios tipos de ganzúas e introdujo en la puerta el adecuado. Con dos ágiles movimientos de muñeca la cerradura cedió y la puerta empezó a abrirse. El apartamento estaba sumido en la oscuridad pero ésta desapareció al contacto de sus dedos con el interruptor de la luz.
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A TIEMPO DE VIVIR
Science FictionUn extraño efecto de la naturaleza despierta en Darla una fuerza interior que le permitirá hacer lo que siempre deseó. Deberá superar las adversidades a las cuales se enfrenta antes de qué la enfermedad la consuma. Esta historia ha sido creada por m...