5. Rojo

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Las piernas les temblaban. De pie, junto al marco de la puerta de la sala de estar y rodeadas de escombros de madera y yeso arrancados por el explosivo vuelo de la puerta blindada, se encontraron Darla y Anne ante una escena atroz.

Sus miradas quedaron estupefactas al ver la escena que presenciaban. Anne sufrió unas profundas ganas de vomitar al ver el charco de sangre en el suelo. Se le cayó el palo de golf al suelo cuando le flaquearon las fuerzas por la esperpéntica visión y sintió como toda ella se tambaleaba. Darla, que estaba un paso detrás de Anne, pudo cruzar su mirada con los de aquellos ojos negros que las observaban también atónitos.

La chica que habían escuchado un rato antes estaba sobre Juan, con un cuchillo en la mano. Juan yacía en el suelo con su camiseta blanca empapada en sangre. De su cuello brotaban esporádicos chorros de sangre que seguían empapando el parqué de la sala. Observó también cómo la sangre brotaba por su cara en unos profundos cortes que tenía en la mejilla y los ojos. Pudo ver en la mesita que la asesina tenía a su lado un polvo blanco con algunos restos de sangre que intuyó era cocaína.

La chica, estaba paralizada por la destrucción que la puerta causó segundos antes. A Darla no le sonaba de nada haberla visto antes por el edificio. De golpe se abalanzó sobre Darla en un rapido movimiento cuchillo en mano. Saltó hacia ella mientras las luces de la vivienda empezaron a parpadear con intensidad. Algunas bombillas explotaron en el mismo instante que el cuerpo de la chica salió despedido por los aires.

Lo siguiente que Darla pudo ver mientras se desvanecía en un profundo mareo que le hizo perder el sentido fue el cuerpo de la chica despedazandose en el aire antes de impactar contra la pared. Los dedos se separaron de sus manos y y los brazos del tronco. una de las piernas se separo tambien del cuerpo al impactar con la cocina y salir despedida hasta el ventanal del balcón, que dejo empapado en sangre. El tronco inerte de la chica acabó impactando en el fondo de la estancia mientras que sus brazos caían a pocos metros de ellas. La sangre cubrió paredes y techo de la estancia de rojo.

Anne, finalmente, no pudo contener el vomito. El terror y las nauseas la inundaron y tuvo el irrefrenable impulso de vomitar varias veces cada vez que alzaba la vista. Finalmente, una vez su cuerpo ya no era capaz de expulsar nada más, pudo mantener el tipo y tomar decisiones rápidas. Darla había provocado toda esa destrucción y era peligrosa, pero era su amiga y debía ayudarla.

La policía llegaría en cualquier momento por la llamada que ellas mismas habían hecho. Tenían que salir de ahí como fuera antes de que nadie pudiera pensar que ellas tenían algo que ver.

Se acercó a Darla para ayudarla pero estaba desmayada y había perdido la consciencia. La golpeo con suavidad en la cara mientras aún notaba el olor a bilis en su propia boca. No quería asustarla. No sabía de que era capaz. Le dio miedo que su propia amiga pudiese despedazar su cuerpo también.

- ¡Vamos -exclamó Anne intentando despertarla-! Venga neni no me hagas esto. Tenemos que salir de aquí.

La cogió de la mano para estirar de ella y arrastrarla fuera del piso de Juan. Tiró con todas sus fuerzas pero apenas avanzó unos centímetros. Miró al fondo de la estancia atónita. El charco de sangre que emanaba del cuerpo de aquella mujer que yacía sin brazos en el suelo no dejaba de crecer mientras del techo caían gotas de color rojo. Volvió a tirar de su amiga con todas sus fuerzas. Su tacón se rompió y cayó de espaldas contra el marco reventado de la puerta. Notó el pinchazo en la cadera y como los cristales de una bombilla reventada se le clavaban en su muslo izquierdo.

Ahogó como pudo el grito de dolor mientras las lagrimas le caían por las mejillas. Mordiendose los labios para evitar el llanto y el temblor que sentía por todo el cuerpo se arrancó el trozo de cristal de su pierna y se palpo la herida. La sangre fluía por su muslo y entre sus manos sin cesar. Darla seguia desmayada y gimiendo como estando en una profunda pesadila.

- ¡Vamos, despierta -rogó con todas sus fuerzas- !

Tambaleándose se puso en pie, se quitó ambos zapatos y los lanzó al pasillo. Volvió a tirar de Darla que poco a poco fue abriendo los ojos y volviendo en si. Lo primero que Darla distinguió fue un brazo desmembrado cubierto de sangre y contempló con estupor la escena dantesca. Su instinto le hizo retroceder arrastrandose con sus brazos, reculando hacia el pasillo del edificio y saliendo de la vivienda.

Ambas chocaron contra la pared del pasillo y, avanzando a tientas como podían, se fueron hacia el apartamento de Darla. Entraron ayudándose la una a la otra y cerraron la puerta para caer sentadas al suelo.

Darla miraba a Anne, con su top azul y su falda manchados de sangre, descalza y notablemente agotada por haberla arrastrado. Estaba blanca por el mareo que los vómitos le habían provocado. Darla no estaba mucho mejor. Acababa de descubrir que para nada controlaba sus poderes y que además tenían consecuencias desastrosas. Se miró sus manos y se puso en pie para mirarse al espejo.

- ¡Soy un monstruo -exclamó mientras se llevaba las manos a la cara y veía las manchas formadas por la sangre de Anne en su camiseta blanca-! ¿Qué he hecho? ¡Mierda! ¿Qué esta pasándome? ¡He destrozado a una persona!

Anne la abrazó fuerte calmándola pero Darla se retiró.

- ¡No te acerques! No quiero hacerte daño. Esta claro que no controlo esta mierda.

Se le nubló la vista de nuevo y noto como un sudor frío le recorría toda la espalda y el cuello y se dejó caer de nuevo. Estaba débil y sus parpados intentaban cerrarse y arrastrarla a un sueño profundo cuando el sonido del telefonillo del apartamento la volvió a poner alerta. Al centrar su mirada en el aparato este tembló fruto de la energía que Darla desprendía y cayó. Anne pudo reaccionar a tiempo y cogerlo al vuelo. Alzó las manos hacia Darla en señal de calma y pausa.

- Calma Darla. Respira -le dijo mientras se llevaba el interfono a su oído-.

- Darla soy Marc. Cómo no contestabas he pensado en pasarme a ver si estabas.

- Ehm, Marc, soy Anne -sopeso la situación y sus oportunidades-. Sube -y pulsó el botón que abría el portal del edificio-.

--¿Qué haces? -le preguntó Darla, aunque no tenia fuerzas para protestar. Volvió a marearse y notar la sensación de que perdía el sentido. Sabía que estaba en manos de su amiga-. Dile que se vaya -pudo decir antes de volver a cerrar los ojos-.

- Ahora mismo, es nuestra única oportunidad -dijo Anne mientras se asomaba al rellano hasta ver aparecer la melena rizada de Marc subiendo las escaleras-.

A TIEMPO DE VIVIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora