Sólo desperté y su recuerdo dejó de doler.
Al menos ya no duele como si fuera una puñalada, es mucho más tolerable. No siento tristeza, pero sé que la tengo. Está combinada con el miedo, ese de sentirme tan ligero.
Me incomoda sentirme tan bien, pues no debería ser así, al menos no tan pronto. Siento miedo de dejar algo que tanto quería, pero mi mente ya está cansada y mi cuerpo me pide a gritos volver a una rutina normal. Temo que mi cerebro quiera cerrar esta herida de tal forma en la cual deje de escuchar su voz o no pueda recordar con lujo de detalles cada una de esas cosas que amaba de él, como lo eran sus respuestas sarcásticas o las pequeñas arrugas alrededor de sus ojos, esas que se marcaban cada vez que sonreía para mí.
Pero esto es lo que él querría para mí ¿Verdad?, seguir adelante y continuar con las cosas que quiero hacer en la vida. O al menos eso me hizo entender Quentin luego de que se fuera la noche anterior. Me hizo compañía hasta cerca de las dos de la madrugada y después volvió a su departamento.
El día domingo fue más fácil de llevar emocionalmente hablando. No volvimos a hablar durante todo el día, pero ganas de escribirle algo no me faltaron. Me quedé en el departamento procrastinando, comiendo chocolates y viendo películas terminándome el bote de helado. Ya por la noche dediqué un poco de mi tiempo a entender el proyecto de energía que estaba sobre la mesa. Me siento muy emocionado con respecto a ello, se ve tan grande y ambicioso. No entiendo mucho al respecto pero Octavius se encargará de explicarme a detalle esto cuando vaya a verlo.
En tan poco tiempo han cambiado tantas cosas, comencé a beber alcohol como nunca lo había hecho antes y hasta terminé enrollado con alguien más. Lo supe cuando lo besé hace unos días. No es sólo gusto, es algo más, tengo tantas ganas de volver a verlo podría ir ahora mismo, pero le prometí que iría durante la tarde a su departamento con lo que encontrara de B.R.E.A.
Son cerca de las ocho y media de la mañana y con pereza salí de la cama apilando las sábanas a mi lado, me duché y vestí casual para ir directo a la torre pues no planeo estar más de una hora allí. Necesito estar con Quentin.
En fin, caminé hasta el lugar y desde la recepción saludé a quien se me pasó por enfrente con una de mis mejores sonrisas, como si nada malo hubiera pasado.
Paseando por los pasillos de ingeniería me concentré en ir directo a la bodega. Curiosos me veían las personas al pasar, pues hace unos días me vieron tan deprimido. Seguramente creen que estoy fingiendo.
En dirección a donde debía ir, cerca de los ascensores, me encontré con una cara familiar que había visto hace unos días. Me acerqué dudando hasta quedar cerca de él.
—¿Maxwell? —pregunté y el aludido volteó a verme dando un pequeño brinco producto del susto— Hola ¿Qué haces aquí?.
—Sr. Stark. —dijo y la forma en la que me llamó fue como una parada en el estómago o un poco más abajo.
—Sólo dime Peter, por favor —comenté incómodo. La gente tiene prohibido llamarme con el apellido Stark, bueno no es que sea una ley, pero me esmeré tanto en hacerlos creer que soy simplemente Peter Benjamin Parker.
—Entendido Peter —respondió sonriendo.
El hombre tal parece es mayor, al menos eso puedo ver en sus facciones. Es un poco más alto y corpulento que yo, su piel es pálida tanto como la mía y su mandíbula más marcada. Cerca de sus oscuros ojos tiene un par de cicatrices las cuales van desde sus pómulos hasta su frente, como si fueran rayos, es imposible no quedarse mirando.
—¿Qué haces aquí? —volví a preguntar.
—Pues soy "pasante" —contestó haciendo comillas con sus dedos—, estaré por un mes por lo mucho, vengo como consultor más que nada y a aprender una que otra cosa.
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Mysterio
RomanceCon apenas 25 años Peter Parker estaba casado con Tony Stark y este tras un fatídico accidente fallece. Así es como Peter termina heredando toda la industria Stark junto con todos sus proyectos y problemas. Es por esto que Peter cae en un mar de emo...