¿Tu barco arde en llamas? Sonríe

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POV Percy

Tántalo ahogó una exclamación mientras se apartaba y de su camarote salía un tipo que no había visto antes.

-Mi señor – dijo con una reverencia. ¿No era él quien dijo que estaba al mano? Era un mentiroso.

-Exijo saber por qué tanto escándalo en mi barco – dijo con una voz grave y dañada, como si hubiese estado gritando en el pasado durante mucho tiempo.

-¿Y tu quien eres? - preguntó Clarisse todavía con su daga enterrada en el estómago de una arpía. Ambas con la mirada fija en aquel hombre.

Vestía una camisa negra cerrada excepto con los dos botones superiores, totalmente impoluta, no como yo que ya solo me quedan tres como mucho. Los pantalones, eran anchos como los nuestros, pero tampoco tenía ningún corte o parche, como si jamás en su vida hubiese luchado, pero por su complexión ancha apostaría que si lo había hecho.

Intenté no reírme ante nuestro parecido momentáneo, tenía el pelo negro tan largo como el mío atado en una pequeña coleta a su espalda, solo que a él le quedaba bien, a mi no.

Diría que es un tipo guapo, pero su cara lo rompe todo. Tenía unos ojos grises no tan intimidantes como los de Annabeth, pero los suyos reflejaban enfado y dolor, algo parecido a los de Tántalo, como si ambos hubiesen sufrido. El problema era esas tres cicatrices que le dividían el hemisferio derecho de la cara, dos de ellas pasando sobre su ojo.

Me recordaba a Luke, solo que este para su fortuna solo tenía una cicatriz. Si tuviese tres como el desconocido ya habría pensado seriamente si tapárselas de alguna manera y no lucirla con orgullo.

-Prometeo – respondió – Capitán del barco, mano derecha de Océano – añadió con poderío, totalmente orgulloso de ayudar al titán loco.

-El tío del águila – me susurró Jason.

Ya podía sentirme orgulloso de que nada me sorprendía. ¿Que tenía al tío que le robó el fuego a los dioses delante mía? Me lo creía ¿Que seguramente esa cicatriz es del águila que le come el hígado cada día? No tenía ninguna duda. Había aprendido a asentir con la cabeza y creerme todo.

Cuanto más cerrada tienes la mente, más difícil resulta hacer frente a tus problemas. Hace un año, antes de hacerme con el mapa, o al menos seguir a Annabeth, me decían que iba a conocer a tanta gente rara y ni me lo creía. Yo solo era un chico acostumbrado a saquear, a gente normal, y a luchar con algún monstruo, pero sin poderes extraños; aunque una hidra ya era lo suficientemente rara de por si y nunca dudé de su existencia, ni cuando me la crucé.

<<Jamás ha salido de su camarote>> comentó alucinada una arpía y hasta puedo decir que le hacía ojitos a Prometeo.

La chica que nos ayudó también lo miraba asombrada, a saber a cuánta gente tenía engañados Tántalo con que él era realmente el jefe.

-Así que tu eras el mandado, eres un mentiroso – las palabras escaparon de mi boca antes de que pudiese siquiera pensarlas.

-¿Qué has estado haciendo Tántalo? -preguntó mirándole mientras el más bajo se encogía en el sitio del miedo -¿Y quienes son estos? - volvió a preguntar mirándonos con indiferencia.

-Nada mi señor, cumpliendo sus órdenes – respondió rápidamente.

-Fue diciendo que era el jefe – seguí avivando la llama, con suerte, le mataría por traición y un problema menos.

-Percy cállate – me susurró Annabeth.

-Luego hablamos Tántalo – le dirigió una mirada cansada a su súbdito, como si esta no fuese la primera vez que le robaba el título - ¿Y tu eres? - me preguntó acercándose mientras me tendía la mano.

Lost at sea: CarnageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora