Aun no has conocido lo peor de mi

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La habitación se sentía mas fría de lo normal, esas cuatro paredes pintadas en un color gris con un enorme vidrio doble en frente de ella, una sala de interrogatorio era sin duda un lugar donde no quería estar

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La habitación se sentía mas fría de lo normal, esas cuatro paredes pintadas en un color gris con un enorme vidrio doble en frente de ella, una sala de interrogatorio era sin duda un lugar donde no quería estar.

Donde nunca pensó que estaría.

Se removió inquieta, escuchando el tintineo de las esposas en contraste con la mesa y silla de metal en el que estaba.

De pronto, la espera fue cortada de manera abrupta, su atención se desvió a la única puerta del lugar, viendo una figura masculina entrar sin cuidado a la sala.

Cuando la puerta se cerró tras él, Regina pudo apreciar al hombre, o mas bien dicho, al joven chico que la miraba con ojos fríos.

─ ¿Quien eres tu? ─cuestionó una vez el chico tomó asiento

─ Sabes perfectamente quien soy Wineton, no tienes que fingir conmigo ─el joven sonrió con superioridad ─ Soy una persona de tu pasado

─ Yo nunca hablé con niños

─ ¿Quien dijo que tu y yo hablamos? ─el joven se inclino mas sobre la mesa, sin dejar de mirar a Regina ─ Tu me arrebataste algo que ahora debo vengar

─ Niño, creo que te equivocaste de persona

─ ¿Mi rostro no te parece familiar?

La mujer lo miró con detalle, la luz del lugar era horrible, no favorecía en nada su piel, mas era suficiente para poder apreciar las facciones del chico.

Ojos café intensos, piel como la misma porcelana, cabello negro ondulado, labios rosas, pestañas largas y gruesas, cejas pobladas, nariz bien perfilada.

Debía admitirlo, era guapo el condenado, sin embargo, no podía recordar su rostro por mas que intentaba, su mente trató de viajar hacía el pasado, mas nada resultó.

Definitivamente recordaría un rostro como ese.

No fue hasta que el chico inclino su cabeza hacía un lado que todo bloqueo mental se fue y los recuerdos le llegaron hasta finalmente dar con lo que el chico quería llegar.

Una sonrisa ladina se dibujó en su rostro.

Esto va a ser mas divertido de lo que esperaba

─ ¿Como pude olvidarte? ─se reprochó Regina, riendo con falsedad, el joven apretó sus puños ─ Zee Panich, pero mira como has crecido, la ultima vez que te vi tan solo tenías 10 años y ahora... ─Regina hizo una pausa, mordiéndose el labio ─ Te ves tan apuesto

Zee sintió su estomago revolverse con furia, la ira lo hacía querer vomitar, el que esa maldita mujer le dijera algo tan repugnante como eso, la hacía querer romperle el cuello

Pero no, eso sería demasiado fácil.

Y Zee no quería que las cosas fueran de esa manera, la iba a hacer sufrir, hasta que su garganta se desgarré.

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