Al ser abandonado por su pareja y de sufrir la muerte de sus padres, Park JiMin decide irse de su ciudad natal.
Luego de casi cinco años, se reencuentra con Min YoonGi, su esposo; que lleva tiempo buscándolo para enmendar su error. Pero JiMin tiene...
Los sucesos de esta historia transcurren en el siglo XX
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Al entrar al hogar, un suave calor lo reconfortó. Seguidamente, se dio vuelta, quedando frente a YoonGi. Ni uno ni otro supieron por qué ocurrió. Seguramente porque los dos, por la misma causa que no se confesaban uno a otro, lo necesitaban.
El pelinegro, simplemente rodeó la estrecha cintura de JiMin, agarrándolo delicadamente, como si fuera una figura de porcelana.
Tan solo segundos después, aquellos delgados labios, se unieron con los belfos esponjosos del doncel.
Lo besó largamente. El peligris estaba un poco jadeante cuando el mayor tomó un poco de distancia.
Como si volviera en sí, YoonGi se alejó del menor.
JiMin quería decirle un montón de cosas, pero estaba encogido en una esquina, sin decir palabra. Veía la espalda del azabache en la puerta.
ㅡYoonGi...
El mencionado se fue sin responder, sin darse vuelta.
Por otra parte, el doncel permaneció allí con la cara oculta entre las manos. Y después, de unos minutos se dirigió a su cuarto.
Tenía la boca helada. Y unos deseos indescriptibles de tomar algo cálido.
Algo como los besos de YoonGi.
Dulce y suave.
Una vez en su cuarto y se dejó caer en el cama.
¿Qué sentía?
Frunció los labios.
Quería sentir rencor.
Recordar uno por uno los días que vivió solo, con sus padres moribundos, con el hijo, que en ese entonces, estaba en su vientre; con aquellos terribles días después de la muerte de sus padres, con aquella larga visión en torno sin un panorama concreto.
Pero no podía.
Quedó suspenso, cuando oyó de nuevo la llave en la cerradura.
Se sentó en el borde de la cama.
Oía un ruido en la cocina o en el living. Y después, unos pasos acercándose.
ㅡ¿Puedo pasar, JiMin?
La voz del pálido era suave y grave a la vez.
ㅡSí, YoonGi. Puedes pasar.
El mayor entró con una sonrisa en su rostro. Como si fuera la cosa más natural del mundo, ponía delante del peligris una bandeja con una taza de café.
ㅡHace un frío intenso. ㅡFarfulló. ㅡAl llegar a la oficina, pensé: "JiMin se acuesta y no toma nada".
ㅡNo debiste molestarte.
El de ojos felinos simplemente negó suavemente con la cabeza.
ㅡNo es molestia. ㅡAclaró. ㅡTen. ㅡDijo, mientras le extendía aquella taza.
Aquel beso. Era como si jamás hubiera sucedido.
Con mano insegura tomó el café. Cuando bebió todo el contenido, puso la taza vacía en la bandeja.
ㅡGracias, YoonGi.
ㅡNo hay de que. Ahora debes descansar. ㅡY de súbito, con la mayor naturalidad, como si lo hiciera todos los díasㅡ. ¿Te ayudo a desvestirte?
JiMin sintió sus mejillas calentarse.
Como si jamás se hubiera casado. Como si por primera vez alguien lo besara y lo mirara.
ㅡNo, estoy bien. ㅡSusurró cohibido.
ㅡEntonces acuéstate. ㅡHabló de manera normalㅡ. Yo subiré temprano y haré la comida.
ㅡ¿Por qué eres así conmigo, sin esperar nada a cambio?
El pálido tomó la bandeja junto con la taza. Pero ante la pregunta del doncel, detuvo sus movimientos.
Aquellos ojos oscuros y en forma gatuna, se fijaron en el peligris.
ㅡEs porque te amo, JiMin. Lo sabes, ¿verdad?
Se fue.
Dejando allí, así, a lo simple, aquellas palabras que bullían como fuego en la mente del menor.
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