Al ser abandonado por su pareja y de sufrir la muerte de sus padres, Park JiMin decide irse de su ciudad natal.
Luego de casi cinco años, se reencuentra con Min YoonGi, su esposo; que lleva tiempo buscándolo para enmendar su error. Pero JiMin tiene...
Los sucesos de esta historia transcurren en el siglo XX
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Hacía un frío intenso.
JiMin entró a la casa, al encontrarse en el umbral de la puerta, sintió una súbita sensación. Era como si por primera vez pisara aquel hogar.
Durante más de un mes había entrado y salido en aquella casa sin sentir tal sensación. Pero, de repente, todo parecía distinto.
Se fijó la hora en el reloj de la repisa, eran las seis de la tarde y aún faltaba una hora para que subiera YoonGi.
Por lo que decidió a prepararse. Iniciando con darse una ducha. Al salir del baño, se secó con una toalla su figura esbelta y curvilínea; para después ponerse una bata sobre su desnudo cuerpo.
Con un cepillo en la mano se dirigió al salón, sentándose en un sofá, se dispuso a peinar su cabello gris, que a pesar de no estar goteando, aún seguía un poco húmedo.
De pronto, escuchó el ruido de la llave en la cerradura. Se puso en pie, dispuesto a ir a su habitación a vestirse, pero la voz del pelinegro lo detuvo.
ㅡJiMin, ¿estás ahí?
El menor no sabía qué decir.
Pero no fue preciso decir palabra alguna. El pálido hizo aparición en la sala, quedándose envarado, algo confuso, con los ojos brillantes y felinos fijos en él.
ㅡAún no estoy listo.
El mayor se quedó sin habla.
La verdad es que, si bien JiMin era su esposo, hace mucho tiempo que no lo veía vestido así.
ㅡYoonGi… ㅡSe aturdió bajo la mirada del contrarioㅡ. Estaré en seguida.
ㅡ¿Saldremos?
ㅡ¿No es lo que has dicho?
El de ojos gatunos negó con la cabeza.
ㅡNo vale que sólo lo diga yo, JiMin. ¿No te has dado cuenta aún de eso? ㅡAvanzaba hacia el menor, casi sin darse cuentaㅡ. Si quieres salir, saldremos, pero si no lo deseas… —Elevó una mano y la dejó caer en las suaves hebras platinas del doncel. ㅡParece seda. ㅡHablo casi hipnotizadoㅡ. Dime, de verdad, ¿quieres salir?
ㅡSí…
Un breve silencio inundó el lugar.
ㅡTu voz… ㅡHablo el mayor tras unos segundos.
JiMin respiró fuerte.
Sentía en su cabello y en su nuca la mano oscilante del mayor. Aquella caricia era tan lenta y delicada.
ㅡTienes una voz tenue, JiMin. ㅡDijo mientras acercaba su pálido rostro al cuello del menorㅡ. Siempre te recordé oliendo a esa colonia fresca. Es tan relajante.
ㅡVé a cambiarte.
ㅡSí.
Pero no se movía.
De repente deslizó sus dedos hacia sus clavículas.
ㅡYoonGi...
ㅡSí. sí…
ㅡVé, anda.
El azabache simplemente posó sus delgados labios sobre el cuello del peligris, lentamente.
Como si no hubiera prisa, y el tiempo se hibiera detenido.
JiMin cerró los ojos, elevó una mano y la enredó en los cabellos del mayor
ㅡYoonGi... Vé a cambiarte. ㅡDijo en un tono bajo, mentras empujaba blandamente al contrario.
Acatando la acción, se separó un poco del doncel. Dirigiéndose a su habitación a cambiarse.
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