Capitulo 14

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—Bien, ya llegamos. Ahora dime qué rayos está sucediendo —dijo Avril, apoyada en el escritorio de mi habitación, con los brazos cruzados y una mirada que dejaba en claro su desaprobación por mi silencio durante todo el camino.

Si no hablaba pronto, estaba segura de que ella misma lo haría. Era como un interrogatorio de "policía bueno y malo", pero en este caso, solo participaba uno, y era evidente quién era el malo.

—¿Y? ¡Vamos, desembucha! —abrió los brazos de forma teatral.

Recordé que, por suerte, no le había contado "todo", sino solo situaciones que podrían parecer comunes con un poco de improvisación. Suspiré, sabiendo que no había escapatoria, y me dispuse a hablar.

—Bien... —dije dubitativa, sintiendo la mirada ansiosa de mi amiga—. Aiden, se podría decir que terminó siendo un chico de carne y hueso y no un producto de mi imaginación.

Solté una risa nerviosa y rasqué la parte trasera de mi cabeza.

—Prosigue —exigió, como si fuera una madre esperando una explicación.

Me inventé una historia paralela donde todo fuera normal y continué con mi argumento.

—¿Recuerdas que te pregunté por él después de aquella noche? Bueno, al final lo volví a encontrar y descubrí que vive a unas pocas calles de aquí.

Rogaba que Avril se tragara la historia y no hiciera más preguntas.

—¿Bromeas? ¿O sea que has estado viéndote con un chico todo este tiempo y no me has contado nada? ¿A mí? ¿A tu única y mejor amiga? —su monólogo terminó con su mano derecha tocando su pecho.

—Sabes que te adoro —dije para calmarla, a pesar de que sabía que solo estaba actuando—. Solo que, en realidad, no me pareció relevante.

—¿Cómo puede ser que no sea relevante? Apenas interactúas con personas del sexo masculino —la miré, sabiendo que tenía razón—. Aunque siento que hay mucho más detrás de esa historia, lo dejaré pasar.

—¡Alabadas seas, santa colorada, por piedad de mi alma!

Las carcajadas llenaron mi habitación. Después de unos segundos, un nuevo silencio se instaló, seguido por una nueva pregunta.

—¿Y qué era tan urgente esta mañana?

Mientras hablaba, comenzaba a inspeccionar mi escritorio y noté cómo, al ver una caja de madera que lo adornaba, sus dedos se movían sobre ella. De repente, como si hubiera recibido una descarga eléctrica, pegó un salto y me miró con los ojos desorbitados.

—¿Oye, estás bien? —pregunté, acercándome y tocando su brazo.

Su piel estaba erizada, y no comprendía por qué.

—Sí, solo fue un escalofrío.

—¡Y vaya que escalofrío! —me burlé.

Sus ojos volvieron a clavarse en la caja de madera, pero esta vez la miraba con desconfianza.

—¿Quieres verla? Se ve antigua porque me la rega...

—Lo sé, tu abuela —me interrumpió, con un tono serio que era inusual en ella.

Me quedé atónita durante unos segundos al ver cómo lo sabía sin que yo lo dijera. Pero luego pensé que tal vez era algo obvio.

—Ahora cuéntame lo de esta mañana, me lo debes por toda la información que no recibí en estas semanas —volvió a retomar la conversación, sentándose en mi silla de escritorio y comenzando a girar.

—Me invitó al festival de Halloween —dije, sin rodeos, mirando al suelo.

La silla dejó de girar y su mano se estrelló contra su frente.

—¿¿Qué?? ¿Y ya pensaste en qué vas a usar?

—Es que no sé si iré.

Era la verdad; todavía no me había decidido. Quería respuestas, pero ¿acaso no sería como vender mi alma al diablo? ¿Quién en su sano juicio acepta la invitación de un maldito ser sobrenatural? Aun así, sabía que si quería hostigarme, bien sabía dónde vivía y cuál era mi rutina.

—No te voy a mentir, Scarlett; siento que hay algo malo con él —dijo, mirándome con miedo, como si temiera lo que más podía decir—. Pero también percibo algo muy fuerte que los une. No sabría cómo explicarlo, pero con solo verlos juntos un segundo me di cuenta.

—Entonces creo que tendré que buscar qué ponerme.

—¡¡Sí!! —respondió, y de inmediato comenzó su labor de hada madrina

Arrástrame al infierno©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora