Cada paso que doy por el interior del lugar estremece mi alma. Pequeños déjá vu aparecen uno tras otro, sin dejarme en paz. Cualquier objeto a mi alrededor me resulta familiar. Aiden me sigue de cerca, con una mirada inquieta, esperando ver qué quiero hacer. Al entrar de nuevo en la habitación, siento que es completamente mía: los cuadros de flores, el blanco pulcro de las paredes y los muebles. Un nudo se forma en mi garganta y mis ojos se llenan de lágrimas. Era más intenso de lo que había anticipado esta experiencia, y me costaba mucho procesarlo.
La libreta.
Me acerco a la cama, que está perfectamente tendida, con sábanas pálidas que conservan un ligero polvillo. Aiden, a un lado, se limita a observarme con atención. Lo miro por un segundo y, con la luz tenue de las velas, parece salido de la película "Entrevista con el vampiro". Regreso a lo que estaba haciendo, levanto el colchón esponjoso y ahí está: una libreta de tono oscuro que parece decirme "Hola, tanto tiempo". Con la libreta en una mano, levanto la sábana que cubre la cama para despejar el polvo acumulado.
Me siento sobre la litera y le señalo un lugar frente a mí para que Aiden se acomode. Mientras él toma asiento, abro la libreta, cuyas hojas amarillentas están escritas con una letra en cursiva perfectamente inclinada hacia la derecha.
Busco una fecha específica en el diario y, tras pasar un par de páginas, la encuentro.
07 de Noviembre de 1942.
Leí en voz alta:
— Mira, demonio pervertido, aquí apareces tú —digo, riendo, ajena a que una parte de mí lo supo escribir.
— ¿Era tu diario? —pregunta, acercando su rostro a la libreta.
Lo miro a los ojos, un poco deslumbrada por su intensidad.
— Así parece.
— Vamos, lee —me ordena, sus ojos brillando con curiosidad.
— Bien, solo lo haré porque pareces un niño y es gracioso —le respondo con una sonrisa, y mis ojos se posan de nuevo en el texto.
Querido diario:
Sé que jamás escribo nada interesante porque mi vida es monótona y paso la mayoría de mis días dentro de estas cuatro paredes, pero anoche, por primera vez, fue diferente. Mi corazón parecía golpear con fuerza y no podía dejar de sentir como si alguien me observara mientras rezaba con mis hermanas. Quizás sea solo un invento de mi torpe y ya aburrida mente, que busca desesperadamente una chispa de imaginación. De todas maneras, sé que si fuera un espíritu maligno, mi Dios Padre no permitiría que nada malo sucediera en su casa, donde se encuentran sus fieles servidoras.
Terminé de leer y observé a Aiden, que tenía la mano apoyada en su mentón, sumido en profundos pensamientos.
Aclaré mi garganta, llamando su atención:
— ¿Prosigo?
Él asiente, en silencio.
12 de Diciembre de 1942.
Diario, mi único amigo:
Cada día que pasa siento que me acerco más a la locura. Oh, querido diario, ¿qué es lo que sucede conmigo? Cada tarde, cuando el sol se oculta para permitir que su amada luna ascienda, observo por la ventana de mi habitación y allí lo veo: un hombre oculto entre las sombras, mirándome. Solo puedo orar e implorar. Tengo miedo, pero no tengo la confianza para decírselo a nadie más. Quizás sea un fantasma; en este pueblo abundan las supersticiones, así que no sería algo tan fuera de lo común.
Miro a Aiden, que está ansioso, esperando la continuación.
— Sigue un poco más.
— ¿Acaso estuviste viniendo seguido aquí y nunca encontraste este diario? —pregunto, curiosa.
— Nunca pensé que había escrito lo nuestro. Cuando sucedió, simplemente supe que se habían llevado todas sus pertenencias.
Sus ojos se oscurecen, adquiriendo más tonalidades de azul, como un cielo despejado. Sus largas y oscuras pestañas contrastan con el blanco de su cabello, y me surgen muchas preguntas: ¿Acaso se tiñe?
Una sonrisa involuntaria aparece en mi rostro por la tontería que se me pasa por la mente mientras estamos en una conversación tan seria.
Mi mente recuerda cada palabra del diario. Aunque quisiera leerlo todo de una vez, mi cabeza está a punto de estallar. Decido leer un capítulo más, y de repente soy consciente de que su rostro está muy cerca del mío.
— Respira, Scarlett, respira —me susurro mentalmente.
— Bien... —digo, y comienzo a leer de nuevo.
06 de Febrero de 1943.
Querido diario:
Decidí no escribirte durante unos días porque realmente no sé cómo explicarlo. Cada noche, durante las últimas dos semanas, he soñado una y otra vez con la silueta que se asoma por mi ventana. Pero esta vez, se acerca. En mis sueños, tiene un rostro y un cuerpo... Cada vez que se aproxima, siento mi cuerpo temblar al ver cómo sus ojos, intimidantes, registran cada parte de mi ser. Todo parece ser un tonto sueño, que coincide con mi alucinación del bosque, pero anoche se convirtió en una pesadilla. Una pesadilla de la que no pude escapar, ni siquiera despertando.
Soñé que estaba en la oscuridad de mi cuarto y poco a poco se acercaba a mi cama. Quería moverme, pero no podía; algo me ataba a la cama. Su torso estaba desnudo y no podía contener mis ojos, que deseaban ver. De pronto, noté cómo tocaba debajo de la tela del camisón que llevaba puesto. El deseo se apoderaba de mí, pidiéndome algo que no comprendía. Hasta que sucedió: él me poseyó.
Al despertar, pensé que había sido solo un sueño, y me alegré de que así fuera. Pero cuando me levanté, vi pequeñas manchas de sangre en mis sábanas. Lo único que podía hacer era llorar. ¿Si era un sueño, qué eran esas manchas? En un costado de mi cadera, la piel me ardía. Me dirigí al espejo de mi ropero y, al levantar mi ropa hasta la cintura, vi algo que me quebrantó: una "A", como si fuera un rasguño, estaba perfectamente formada.
¡Oh Dios! ¿Qué está pasando conmigo? Sea lo que sea, tengo que mantenerlo en secreto; nadie puede ver estas sábanas, ni tampoco que deseo a ese ser.
Quedo boquiabierta al terminar de leer y subo la mirada hacia Aiden.
— Demonios, Aiden, la jodiste. Me jodiste —me río, pero cuando levanto la cabeza, sus labios se estampan contra los míos, cortando toda risa.
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Arrástrame al infierno©
ParanormalUnas manos frías. Un olor a azufre. Un susurro desde el inframundo. Y tan solo un nombre... Hay lazos que no se rompen por ningún obstáculo. No importa el tiempo, ni el espacio, y este es uno de ellos. <<Un amor que sobrevivió incluso a l...