Capítulo 15

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[Avril]

Había pasado un día desde que estuve en el cuarto de Scarlett, y aún mi cuerpo se resentía cada vez que recordaba el momento en el que toqué la caja de madera en su escritorio. En ese instante, una lluvia de imágenes y escenas recorrió mis ojos como un torrente.

¿Cómo podía explicarle a mi amiga lo que había visto?

Ni yo misma lograba entenderlo del todo.

Me di la vuelta para ver a Stuart, que terminaba de colocarse un impecable traje negro con una corbata anaranjada.

—¿Amor, estás segura de que esto no es demasiado? —me preguntó mientras miraba su reflejo en mi tocador.

Lo miré con ternura y me acerqué a él, abrazándolo por la espalda y dejando descansar mi cabeza en su hombro. Mis brazos rodearon su pecho, y sentí cómo su perfume inundaba mis fosas nasales.

Realmente, era embriagador.

—Claro que no, bebé, te ves hermoso.

Sostuvo mis manos, saliendo de mi abrazo y dándose la vuelta. Tenía unas leves marcas de pintura negra en la cara, evidenciando el maquillaje de una calavera.

—¿Pasa algo, cariño? —me miró preocupado, y me dolía ver lo transparente que era ante él. A veces, desearía que no pudiera ver tanto a través de mí.

Pasé mi mano sobre su cabello castaño y lo acaricié como si se tratara de un cachorro.

—No es nada.

Lo miré, tratando de convencerlo, pero sabía que no sería suficiente.

—Estamos juntos hace más de dos años y te conozco desde hace cinco. Algo te sucede, y me parece justo saber qué le pasa a mi chica.

Sus manos descendieron a mi cintura, y sabía que tenía razón. Stuart sabía sobre mis supuestos "poderes"; los había conocido de la peor manera posible. El día en que decidió presentarme a su padre, la única persona que tenía como familia, tuve una visión desastrosa en el instante en que lo saludé.

Lo vi en un auto volcado, sin respiración, con los ojos perdidos y un camino de sangre que goteaba desde la parte superior de su cabeza. En ese instante, solo pude quedarme helada y luego tratar de llevar la cena con calma, pero mientras Stuart me acompañaba a casa, no pude evitarlo y quebré en llanto.

Después de un largo momento en el que traté de explicarle lo sucedido y rogarle que, por la gracia del universo, no quisiera dejarme, solo me miró y me contó que al día siguiente, su padre tenía que viajar con un amigo a otra ciudad por trabajo. Como si fuera imposible, decidió creer en la premonición de su novia de solo unas semanas.

Al día siguiente, fingió tener fiebre e hizo todo lo posible para que su padre no fuera, y lo logró. Aproximadamente tres horas después de cuando el viaje debería haber comenzado, lo llamaron avisando que había tenido un accidente y su colega estaba en el hospital.

Recuerdo haber encendido el televisor esa tarde y, al escuchar la noticia del accidente, salí corriendo a casa de Stuart, sin saber si él me había creído y había impedido el viaje de su padre. Cuando toqué la puerta, sentí pasos, como si alguien corriera hacia ella. Mi novio la abrió y, sin decirme nada, me alzó en un abrazo. Pude sentir la piel húmeda de su rostro, lo que me hizo entender que estaba llorando. Cuando finalmente me dejó tocar el suelo, me susurró un "gracias".

Después de unos minutos de ponernos al tanto de todo lo que había pasado, fuimos al living, donde su padre estaba frente al televisor. En el noticiero mostraban imágenes de la camioneta, y era evidente que la parte del asiento del acompañante estaba totalmente destrozada. Justo allí donde él habría estado sentado.

Lo bueno de ese momento fue que Stuart comprendió lo que era y lo asimiló como si llevara de la mano a una heroína.

En fin, creo que no había nada de malo en contarle la situación con Scarlett.

Suspiré, tomé una de sus manos, que antes estaba en mi cintura, y la entrelacé con la mía.

—La cuestión es que hoy tuve una visión con Scarlett, y eso me tiene mal.

—Ahora entiendo —dijo pensativo—. ¿Y cómo fue? ¿Es algo malo?

Negué con la cabeza.

—Creo que no, aunque en realidad no lo sé. —Tomé aire y proseguí—. Toqué un objeto de su familia y vi miles de imágenes de ella, una tras otra. Lo llamativo es que era Scarlett y a la vez no.

—¿Era ella y a la vez no? —preguntó confundido.

—Era ella, con su mismo rostro y cuerpo, pero con una vestimenta totalmente diferente; llevaba un atuendo como de monja —vi cómo le abrían los ojos, sorprendido—. No sé explicarlo bien, pero la veía en escenas de rodillas rezando con un rosario entre las manos y en otras corriendo por el bosque, sonriendo como si estuviera jugando con alguien.

—¿Fue solo eso o viste algo más? —me interrogó, y tragué saliva.

—De repente, al final de la visión, vi la cara de un hombre joven con aspecto similar a una persona albina. Él lloraba, y sus lágrimas se quemaban al caer sobre el pasto. Traté de ver frente a qué estaba llorando y observé un cuerpo colgado de la rama de un árbol.

Al terminar de contarle, Stuart, pálido, me observaba.

—Lo extraño es que el rostro del hombre que vi en mi visión me doy cuenta que pertenece a un tipo que Scarlett me presentó recientemente.

—¿Entonces crees que él es peligroso para ella?

—Peligroso es, pero para ella no lo sé —me quedé pensativa por un instante—. ¿Ya sabes eso típico de las almas gemelas, cierto? Bueno, eso es lo que siento cuando percibo la energía que emanan estando juntos, como si un hilo los uniera de alguna forma.

Arrástrame al infierno©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora