39

82 10 0
                                    

Los brazos de Yuta se afianzan a mi cintura cuando intento levantarme, rió ya que su respiración ha llegado a la parte trasera de mi cuello haciéndome cosquilla.

-Yuta- digo, el chico no me suelta y solo hace un sonido con su garganta indicando que me está escuchando -Tengo ensayo, debo ir.

-Solo un ratito más- expresó en una voz en extremo tierna, por lo que me rendí a sus brazos y volví a recostare a su lado.

El chico se acerca a mi girándome para estar cara a cara, donde, se acerca aún más juntando sus labios con los míos.

Ya han pasado tres semanas desde que mamá me informó que Sunmi es mi hermana legal, tres semanas en las que he ido a visitarlas siempre que puedo, excepto cuando Nakamoto Yuta se cruza con algún tiempo libre y me disculpo para poder pasar tiempo con él. No quería pensar en ninguna filosofía de vida, pero yo sabía que él era una persona que se asimilaba a las estrellas fugaces, yo tenía mas que claro que esto no duraría para siempre de manera física pero que si se grabaría en el alma y en la piel como cual tatuaje. Yo tenía mas que claro que nuestro tiempo era contado y estaba aprovechando este tiempo todo lo que podía.

Los labios de Yuta me besaban con una delicadeza que me tranquilizaba el alma, sus besos eran como pequeñas caricias a todas las heridas que había en mi corazón producto de todo aquello que había atravesado, pero yo a él no lo veía como alguien a quien me sanara o salvara, para mi era tranquilidad, paz y ternura. Era amor como no pensé en este tipo de vida se podía conocer.

-Te amo- soltó sin más y mi corazón latió mucho más rápido de lo que ya lo hacía apenas le escuche, sonreí pues esta vez su mirada no tenía sorpresa como cuando soltó aquel te quiero hace un tiempo atrás, si no que esta vez sus ojos denotaban sinceridad y anhelo, anhelo de que el sentimiento fuera recíproco, y como para él esto no es algo a la ligera, para mi tampoco.

-Yo también te amo Nakamoto Yuta- suelto, sus ojos brillando como cual niño le dan un caramelo, o le enseñan algo que siempre ha querido, en sus ojos veo una promesa que estoy dispuesta a cumplir a cabalidad.

-Sé que esto no es eterno- dijo girándose y mirando el techo de mi habitación, me arrime a su pecho donde toqué su piel blanca, acariciando y recordando este momento por todo el tiempo que pueda.

-Ambos lo sabemos- dije aguantando mi peso en un brazo, separándome un poco pero mirándole directamente a los ojos desde arriba dejando mis pechos desnudos a la vista pero sin ninguna vergüenza por aquello.

-Prométeme que si algún día llega a haber un final, esto quedará como un buen recuerdo- dijo, sus ojos se volvieron algo llorosos y me acerqué a él para besarle de nuevo. Terminé arriba de él, cada una de mis piernas al lado de su cadera, solo besándonos y tocándonos, como si yo le perteneciera y viceversa.

-Si llega a haber un final nunca podrías quedar como un mal recuerdo, me has dado tanto en tan poco que espero esto no termine jamás, pero todos somos fugaces en la vida del otro, unos con un tiempo más prolongado mientras otros solo duran un pestañeo, pero todo lo que has sido y eres para mi quedará en mi corazón como cual tatuaje.

Nos volvimos a fundir en un beso lleno de sentimientos y promesas, nos prometimos tanto en ese beso que creo no recordar jamás una promesa de tal tamaño.

Al separarnos simplemente me atrajo aún más a su piel abrazándome  y sus manos acariciando mi espalda, mientras mis manos se encontraban en sus costillas acariciando allí.

No sé cuanto tiempo más estuvimos en dicha posición pero cuando mi teléfono volvió a sonar con la alarma que me indicaba que si no me levantaba de inmediato iba a llegar tarde tuve que separarme. Apoyé mis manos en el colchón separando mi pecho del suyo y dejé un último beso en sus labios para finalmente levantarme. Caminé directo a la ducha cuando sentí pasos tras de mi.

SIN DISTANCIAS - [N. Yuta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora