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Abro mis ojos lentamente mientras siento como mi cabeza palpita en dolor, y no mas lejano a eso como mi cuerpo se siente extraño, mi espalda se siente rígida y mis extremidades no responden a los movimientos que intento.

Al terminar de abrir los ojos observo el techo blanco con luminaria.

Estoy en una sala de hospital.

Enfoco la vista y cuando intento enderezar mi cabeza para mirar alrededor chillo del dolor y noto también el cuello ortopédico que rodea dicha parte del cuerpo. 

Comienzo a hiperventilar sin entender que está ocurriendo, mi cuerpo sin reaccionar y solo puedo llorar y soltar pequeños chillidos. Siento una puerta abrirse para segundos después observar a una persona con mascarilla, y gorro desechable.

-Está todo bien, tienes que relajarte- escucho a la persona decir y quiero hablar pero el nudo en mi garganta me lo imposibilita. -Kang Bokjo, debes relajarte por favor.

Intento tomar respiraciones profundas fallando en el intento, el nudo en mi garganta le imposibilita al oxígeno entrar a mis pulmones. Escucho pasos acercarse y al lado contrario de donde se encuentra el personal de salud, aparece mi madre, sus ojos están hinchados con unas notorias ojeras negras, noto sus ojos llenarse de lágrimas y tomar mi mano.

-Mi niña debes calmarte, todo va a estar bien, te lo prometo.

No sé que pasa que cuando tu madre o alguien cercano te dice aquellas cinco palabras de inmediato tu mente lo acepta y se relaja, o quizás fue aquello que observé a la enfermera colocar en mi intravenosa. Sentí como el oxigeno volvía entrar a mis pulmones y cada vez me sentía menos nerviosa y mas relajada.

Mi madre comenzó a acariciar mi cabello y cerré mis ojos por lo relajante que era aquello, le escuchaba susurrar alguna canción de cuna que provoco que segundos después me quedara dormida.

××

Siento un suave toque en el dorso de mi mano izquierda, aquella en la cual no siento ninguna manguera en ella, mientras escucho como alguien con una preciosa voz susurra a mi lado.

Conocía demasiado bien esa voz.

Esta vez no habían tantos dolores por lo que pude abrir mis ojos tranquilamente y observar, sin mover mi cuello, una cabellera castaña con su vista hacia abajo, pero claramente sabía quien era.

Saqué lentamente mi lengua para mojar mis labios, la boca y mi garganta la sentía seca. No sé que tanto movimiento o bullicio hice pero el chico levantó su vista y se puso de pie observándome desde arriba, me sonrió de manera leve y en sus ojos que tanto me gustaban vi preocupación, además de bolsas negras a su alrededor, y aquello me preocupó, pues él ya no estaba en comeback teniendo que estar mejor descansado, por lo que me llevó a preguntar:

-¿Cuantos días llevo aquí?- el chico me miró, su sonrisa se desvaneció y observé como sus ojos se llenaron de duda, le vi abrir la boca para decir algo, pero la puerta del lugar lo interrumpió.

-Despertó- dijo el chico observando en dirección a la persona que le había interrumpido.

-Debes salir un momento entonces- dijo una voz varonil que no supe reconocer. Observé como el chico volvió su mirada a mi y me sonrió bonito de vuelta.

-Nos vemos después amor- dijo y yo le sonreí para hacerle sentir mejor.

Segundos después me encontraba con un hombre de aproximadamente cincuenta años el cual no decía nada, simplemente se dedicaba a observarme, observar mis signos vitales y mirarme de una manera indescifrable.

SIN DISTANCIAS - [N. Yuta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora