VIII

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—Vaya, vaya... Eres muy cruel, Hijikata. Pobre chica, le rompiste el corazón.


Hijikata sintió como su cuerpo se tensó mientras veía de reojo a sus amigos salir de atrás de los arbustos cercanos a la salida, se habían escondido para espiarlo, suspiró mientras arrugaba la carta y la guardaba en el bolsillo de su pantalón para girarse hacia ellos. Yamazaki se mostró avergonzado, Kondou ni siquiera se atrevía a mirarlo mientras Sougo le mostraba aquella sonrisa que parecía tranquila e inocente pero escondía una gran oscuridad. Rodó los ojos y comenzó a caminar, quería irse a casa. Sus amigos lo siguieron de inmediato.


—Te has vuelto muy popular, Toshi.



—¿Eh?



—Bueno, no es como que antes no lo fueras, es solo que ahora es un poco diferente.



Frunció el ceño mientras Kondou buscaba las palabras para expresarse mejor, Sougo suspiró con fastidio mientras daba su opinión.



—Antes eras el chico malo, el rebelde sin causa y ahora eres el deportista.



—¡Es verdad, Hijikata-san! Tal vez no resaltes de forma académica, pero cuando se trata de deportes, eres inalcanzable.



Su ceño fruncido se profundizó mientras pensaba en eso, tal vez tenían algo de razón. Ya no faltaba a clases por lo que su promedio había mejorado considerablemente, no era algo que resaltar pero estaba en la media, era un alumno normal y que no destacaba pero en deportes era otro asunto. Su cuerpo parecía estar hecho para ello, corría más veloz que nadie, era ágil y fuerte, un buen estratega. No se había unido a ningún club porque no se sentía interesado pero podía hacerlo bien en cualquiera. Suspiró relajando su expresión, tal vez había juzgado mal las intenciones de Kuriko pero su respuesta no cambiaría, no estaba interesado ni en ella ni en ninguna otra.

¿'Ni en ninguna otra'? No puede ser...

—¿Escuchaste?

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—¿Escuchaste?



—Sí, es increíble. ¿Cómo pudo hacerlo?




—Cierto. Yo no podría haberla rechazado, es la hija del director.




—No solo es bonita, también tiene sus ventajas.




—Además dicen que la hizo llorar de lo cruel que fue, ni siquiera pudo venir hoy por el daño emocional.




—Pobrecita.




¿Qué no tienen de quien más hablar?

Bufó con irritación mientras esquivaba a los demás alumnos para llegar a su salón, siempre habían rumores sobre él, aunque agradecía que en esta ocasión fueran por algo trivial y en cierto modo reales. Aunque agradecería más que evaluarán sus propias vidas en vez de fijarse únicamente en la de él. Se detuvo frente a la sala de maestros al notar una figura familiar rondando de forma sospechosa, hizo una mueca y se adentró en silencio, al estar de espaldas no lo notó y casi vió su alma abandonarlo cuando le habló de cerca.



¡Sakata-sensei! [Ginhiji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora