XVII

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—Imbécil, Hijikata.



Sí, esa fue su bienvenida. Sougo le dió una mala mirada junto a tan "bellas" palabras para después simplemente abrazarlo, no supo como reaccionar antes de verse envuelto también por los brazos de Kondou y Yamazaki, sus tres amigos abrazándolo con emociones que él nunca creyó podría experimentar. Finalmente sonrió cerrando los ojos y correspondiendo como pudo al abrazo grupal, se sentía de alguna forma cálido y tranquilo, seguro junto a ellos.



—¿Dónde estuviste, Toshi? Estábamos tan preocupados.



Kondou lloraba, lágrimas desgarradoras e hipidos suaves mientras restregaba el rostro en su cuello, suspiró sin saber que decirle, solo pudo acariciarle el cabello mientras le daba una mirada de disculpa a los dos chicos. Sougo se había separado rápidamente del abrazo, por lo que los veía desde lejos con los brazos cruzados y sin expresión, tratando de esconder sus ojos rojos e hinchados por haber retenido el llanto. Yamazaki también se había separado del abrazo pero él sonreía feliz y aliviado, viéndolos de más cerca que el anterior, no importandole mostrar sus lágrimas.



—Lo siento.



Fue lo único que pudo decir, su voz baja y algo temblorosa, no sintiéndose capaz de decirles nada más. Sakata también estaba ahí, mirándolos desde el marco de la puerta, pues estaban en la casa de Hijikata y él no se había atrevido a alejarse.

Suspiró mirando a los menores dormir tan cómodamente alrededor de la pequeña sala; Okita estaba en el suelo con un antifaz para dormir y en una posición similar a la de Drácula en su ataúd, Kondou y Yamazaki dormían bajo el tatami abrazados mientr...

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Suspiró mirando a los menores dormir tan cómodamente alrededor de la pequeña sala; Okita estaba en el suelo con un antifaz para dormir y en una posición similar a la de Drácula en su ataúd, Kondou y Yamazaki dormían bajo el tatami abrazados mientras Hijikata dormía también bajo el tatami pero recargado en la mesa prácticamente sentado. Se acercó al último, le acarició el cabello con dulzura y le dio un casto beso en la mejilla, sonriendo mientras se alejaba y lo observaba con adoración.

Desde que había aceptado sus sentimientos hacia el menor, su vida se había hecho más complicada pero por algún extraño motivo ahora se sentía aliviado, se sentía mucho más tranquilo y libre. Les dio una última mirada antes de tomar sus cosas y caminar hacia la puerta, debía irse, no se veía muy bien que un maestro estuviera tan tarde en la casa de un alumno.

Sonrió y se fue cerrando la puerta tras de sí sin hacer ruido.

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¡Sakata-sensei! [Ginhiji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora