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Agradecía que su amigo no hubiera pregutado más al respecto, tan solo le dedicó una mirada cálida y cambió el tema, hablando sobre trivialidades y tras cenar se fue. Así había pasado su fin de semana, tan simplemente largo, sin más visitas sorpresa y sin ver a su maestro ahora favorito. Caminaba con bastante ánimo hacia la preparatoria, meciéndose distraídamente mientras pensaba en ver al mayor después de lo que le pareció un largo tiempo, quien diría que algún día se sentiría de esa forma y que le gustaría.


—¡Hey, Hijikata!


—Sougo.



Murmuró a modo de saludo mientras el chico caminaba a su lado y lo veía de reojo, parecía examinarlo, sus ojos rojizos e intensos estaban fijos en su rostro. Ladeó la cabeza viéndolo con curiosidad, Sougo bufó desviando la mirada y acomodándose mejor los audífonos, ese chico era realmente un misterio. Pronto estuvieron atravesando la reja para ingresar a la preparatoria, los ojos azules se iluminaron al ver quien era el encargado de ese día, Gintoki usaba su bata y gafas de costumbre mientras saludaba de forma perezosa a los alumnos que ingresaban.


—Hola, chicos.


—Buenos días, sensei.


—Buenos días, sensei.


Hablaron al mismo tiempo pero los ojos vino-tinto se posaron en los azules solamente, mostrando una sutil sonrisa para después desviar la mirada a los siguientes alumnos entrando, Toshiro siguió su camino tras Sougo, quien caminaba sin mirar alrededor o mostrar algún interés particular. Giró un poco su cabeza, mirando sobre su hombro hacia atrás, sus ojos admiraron una vez más la figura de su maestro y luego sonrió siguiendo su camino.

Suspiró mientras terminaba de colocarse su camiseta de gimnasia, estaba a mitad de la jornada y el día le había resultado en extremo aburridor, apenas si había podido ver a Gintoki desde lejos e intercambiar un par de miradas y sonrisas

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Suspiró mientras terminaba de colocarse su camiseta de gimnasia, estaba a mitad de la jornada y el día le había resultado en extremo aburridor, apenas si había podido ver a Gintoki desde lejos e intercambiar un par de miradas y sonrisas. Nada más. Metió la camiseta dentro de su short y revisó una vez más que las agujetas de sus zapatillas estuvieran atadas, estaba listo para salir cuando sintió unas manos grandes posarse sobre sus caderas y apretar suavemente, luego un aliento caliente en su cuello seguido de un casto beso que ascendió a la mejilla.


—¿No es un poco arriesgado hacer esto aquí?



—No lo creo. Estamos solos y nadie nos ve.



—¿En serio?



Preguntó desconfiado mientras dirigía sus ojos al espejo en la parte interior de la puerta de su casillero que tenía abierto, los ojos vino-tinto lo vieron a través del reflejo y una sonrisa maliciosa se formó en aquel rostro maduro, apretó los labios al sentir como su camiseta era suavemente levantada y las manos contrarias se escurrían bajo ella. Se estremeció sintiendo como aquellas traviesas manos ascendían despacio, dejando caricias descaradas sobre su piel y delineando sus abdominales, sus mejillas se enrojecieron al tiempo que sus pezones eran atrapados entre dedos largos y fuertes.



¡Sakata-sensei! [Ginhiji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora