VII

257 40 38
                                    

—¡Hijikata-san!


Ah, como olvidar que Tetsunosuke Sasaki ahora asistía a su misma preparatoria pero en un año menor. El chico corría a su encuentro como lo hacía cada vez que lograba verlo sin importar la distancia y como ya era costumbre se tropezaba con la nada y caía de cara al suelo, toda una rutina para ese año. Suspiró terminando de salir del baño y caminando a su encuentro, ya era normal ayudarlo a levantar y verificar que no tuviera ninguna herida, además de la nariz roja o los ojos cristalizados por el dolor.

Se detuvo al ver que un chico ya lo estaba haciendo, era un chico delgado y alto con una expresión en blanco, aunque lo que más resaltaba era su cabello estilo afro (o similar) y de color anaranjado. Ayudó a Tetsunosuke a levantarse y lo inspeccionó con cuidado, le sacudió las ropas y le habló en voz muy baja, no podía escuchar pero sospechaba que lo reprendía por ser tan torpe. Se peinó los cabellos hacia atrás y miró en diferentes direcciones. ¿Debería irse?



—¡Hijikata-san!



Parece que irse no era una opción. Tuvo a ambos chicos frente a él en tan solo un parpadeo, sonrió un poco mientras le devolvía el saludó al más bajo de los tres y sus ojos se dirigían con curiosidad al chico nuevo, parecía alguien difícil e inaccesible pero no podía dejarse llevar solo por su apariencia. Tetsunosuke notó su mirada curiosa, así que rápidamente sonrió y se encargó de hacer la presentación.



—Él es Shimaru Saito, es nuevo como yo, es muy tímido y no habla mucho.



—Un gusto, Hijikata Toshiro.



—Lo sé.



Ambos se sorprendieron al oírlo hablar pero no más que ver como hacía una reverencia perfecta hacia el mayor, Hijikata se apresuró en hacer que se levantará mientras Tetsunosuke solo sonreía divertido, él era el causante de la situación. Se había encargado de contarle todo a Saito, mencionando su pasado y familia, contándole como había terminado metido en problemas con la pandilla de su hermano y Hijikata lo había salvado a costa de hacerse daño a sí mismo. Era obvio que algo de admiración crecería hacia un chico así.




—¿Qué es esto? ¿Otro fan de Hijikata?



—Cállate, Sougo.


El mencionado le mostró la lengua mientras se paraba a su lado y saludaba a los menores, sus ojos se quedaron bastante tiempo en el rostro del peli-naranja, quien cohibido desvío la mirada al suelo e intentó ocultarse tras el pequeño cuerpo de su amigo pero sin obtener los resultados deseados al ser tan alto. Tetsunosuke y Saito se despidieron cuando sonó la campana del inicio de clases, Hijikata suspiró al no haber podido comer nada mientras Sougo solo veía por donde se habían perdido los menores y se mostraba pensativo.



—Es un chico muy tímido, ¿no?



—Me sorprende que lo notaras.



—¿Qué? Soy muy observador.



Hijikata suspiró al notar que su sarcasmo no había servido de nada, bueno, era de esperarse. La mente de Sougo era un misterio que en realidad no quería descubrir. Giró sobre sus talones y se quedó petrificado al ver a su maestro peliplateado a unos cuantos metros de ellos, los ojos vino-tinto los observaban con intensidad, se vio obligado a bajar la mirada cuando sintió una extraña sensación recorrer su cuerpo. No entendía lo que sucedía, su corazón latía con fuerza y su respiración era irregular.



—¿Hijikata, estás bien?



—S-sí, solo fue un mareo.


—Eso te pasa por rechazar mi comida, debe ser hambre.


¡Sakata-sensei! [Ginhiji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora