XVIII

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¿Hermano? ¿Mi hermano?

¿Podía creer aquello? Bueno, tal vez sí. El hombre, Tamegoro, era la viva imagen de su padre, lo que lo había llevado a creer que no había muerto o había vuelto en busca de venganza. No se atrevió a moverse, permaneciendo tras la espalda de su maestro, aferrándose a su camisa y temblando ligeramente sin poder creer aún lo que sucedía. Sakata relajó su expresión, mirando sobre su hombro a Hijikata y suspirando, no sabía qué hacer ante esa situación. Volvió a darle su atención al hombre que esperaba pacientemente alguna respuesta.



—Tamegoro-san, no sé si lo que dice es verdad, pero por hoy debería retirarse.


Le aconsejó con su voz plana y sin emoción, aún no podía confiar en él, aunque evitaba crear problemas innecesarios. Tamegoro suspiró con tristeza, volvió a estirar su cuerpo, intentando ver de nuevo al menor pero al no lograrlo simplemente giró sobre sus talones dispuesto a marcharse. Dio unos pasos pero se detuvo, mirando sobre su hombro a los dos que dejaba atrás, sus ojos fijos en los vino-tinto mientras decía algo que les dejó una sensación extraña.



—Volveré de nuevo. Solo quiero conocer a mi hermano menor.



Sakata frunció el ceño y apretó los labios pero no dijo nada al respecto, lo vio marcharse en silencio y cuando lo perdió de vista, giró sobre sus talones para abrazar a Hijikata. Rodeó su cintura con un brazo y colocó una mano sobre su cabeza, acariciando sus cabellos, buscando darle su apoyo. El menor se pegó a su cuerpo, escondiendo el rostro en su pecho y correspondiendo el abrazo, pasando las manos por su espalda y aferrándose una vez más a su camisa.

Su bolso y el maletín de su maestro estaban en el suelo junto a la puerta de la entrada, su saco terminó por el pasillo hacia su habitación donde se encontraban ambos, jadeó al sentir como las manos del mayor se colaban por debajo de su camiseta y...

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Su bolso y el maletín de su maestro estaban en el suelo junto a la puerta de la entrada, su saco terminó por el pasillo hacia su habitación donde se encontraban ambos, jadeó al sentir como las manos del mayor se colaban por debajo de su camiseta y ascendían por su piel descaradamente. Sus brazos permanecían sobre los hombros contrarios, sus labios rogaban por ser besados y eran complacidos al instante, Sakata lo complacía sin necesidad de palabras.

Se separaron de la pared, donde habían estado ya por varios minutos, y caminaron hacia su cama mientras sus manos descendían por el dorso del mayor y abría botón a botón con ansias de ver más. El mayor sonrió siguiendo su ejemplo, obligándolo a levantar los brazos para sacar la camiseta y luego dejarla caer en el suelo sin cuidado, importandole poco aquella prenda. Hijikata sintió el colchón contra su espalda desnuda mientras terminaba de quitarle la camisa a su maestro y la lanzaba lejos de ellos, maravillandose con la vista de aquel dorso bien trabajado, quien diría que su maestro ocultaría tan buen cuerpo bajo esa vestimenta tan formal.



—Sensei...



Murmuró con la voz ronca, acariciando los abdominales mientras lo veía directamente a los ojos, sus propios ojos oscurecidos por el deseo que lo invadía en ese momento. Sakata mordió su labio inferior y se inclinó sobre él, acercándose a su rostro y besándolo mientras sus manos hacían de las suyas, dirigiéndose al pantalón y abriéndolo para deslizarlo junto a sus bóxers. Hijikata cubrió su rostro con uno de sus brazos mientras se ruborizaba, sintiéndose avergonzado de estar tan expuesto, el maestro sonrió.


¡Sakata-sensei! [Ginhiji]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora