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El señor y la señora Dursley, que vivían en el número 4 de Privet Drive, estaban orgullosos de decir que eran muy normales, afortunadamente. Eran las últimas personas que se esperaría encontrar relacionadas con algo extraño o misterioso, porque no estaban para tales tonterías. El señor Dursley era el director de una empresa llamada Grunnings, que fabricaba taladros. Era un hombre corpulento y rollizo, casi sin cuello, aunque con un bigote inmenso. La señora Dursley era delgada, rubia y tenía un cuello casi el doble de largo de lo habitual, lo que le resultaba muy útil, ya que pasaba la mayor parte del tiempo estirándolo por encima de la valla de los jardines para espiar a sus vecinos. Los Dursley tenían un hijo pequeño llamado Dudley, y para ellos no había un niño mejor que él...

Pero a nosotros no nos interesa lo que pase con ellos, en cambio en un complejo de apartamentos lejano a Privet Drive un emocionado Harry se encontraba, tal sentimiento era provocada por ser la primera vez que tenia una cama, también la primera vez que podía sentarse a la mesa, incluso podía vagar por la casa y hacer preguntas sin sentir que estaba por recibir una paliza.

El niño de ojos esmeralda casi estaba saltando de emoción por tener a Percy cerca de él nuevamente, al día siguiente irían a la estación para recoger al mayor para las vacaciones de Yule, como Sally le había dicho que se llamaba la festividad, había pasado horas estudiando lo que la mujer le dio, pregunto tanto como le fue posible, los sueños con Percy fueron agradables, le conto todas las cosas que había aprendido y él le hablaba de los profesores, las materias y todos sus compañeros; Sally había llevado al niño al medico una vez al mes para poder hacer un seguimiento de sus avances, aun no podía llevarlo a San Mungo pero hacia todo lo posible para poder curarlo un poco, la demanda a los Dursley iba viento en popa y dentro de poco serian puestos bajo arresto, una sonrisa se extendió en el rostro de la mujer.

—Sally—la infantil voz llamo—, ¿A que dios se celebra en Yule?—Harry tenia algunas hojas desparramadas en la mesa, con colores llamativos y, Sally noto, en griego, pero después de tres meses ya no era una sorpresa, al principio había estado al borde de un ataque de pánico pero razono que el niño era muy pequeño y las posibilidades de que su padre divino fuera muy poderoso fueron descartadas, sabia que, por mucho que odiara la idea, Harry no habría sobrevivido al ataque de una bestia.

—Bueno, depende—empezó la mujer, una sonrisa de ilusión en su rostro—, algunos celebran Frey, Apolo, Febo, alguno otros prefieren rezar a Deméter, Brighid o a Diana, siendo sinceros nunca ha existido una verdad absoluta, tu puedes escoger al dios o diosa que deseas celebrar. En el solsticio de invierno se celebra que la luz regrese, el mundo regresa a la vida después de un largo descanso, celebramos con grandes banquetes, damos regalos y agradecemos por la victoria de la luz, por los cambios que nos esperan, por nuestra propia evolución, brindamos por nuestra supervivencia, listos para luchar nuevamente.—la voz de la mujer era apasionada, amando cada palabra, los ojos de Harry brillaban en admiración, procesando toda la información y anotándola en una nueva hoja.

...

Percy había sido de los primeros en empacar sus cosas para regresar a casa, aunque sea por unas semanas, se despidió de sus amigos y fue junto al castaño hasta el tren, paso las horas con el Slytherin enseñándole a jugar snap explosivo, hablando de las interminables clases de Binns y durmiendo un poco, apenas se despertaron minutos antes de llegar a la estación.

Cuando al fin habían llegado al andén, el pelinegro casi perdió el equilibrio al ser abrazado por su familia.

—¡Hola! Los extrañe mucho—dijo Percy, feliz de estar con su familia—. El es Rómulo, uno de mis compañeros y también una de las razones por las cuales no estoy horriblemente atrasado en la entrega de trabajos.—el Hufflepuff explicó algo avergonzado.

Selcouth -Harcy-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora