Cap III - Tregua

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—¡Llegaremos a un acuerdo si no le disparas! —decía Juan acelerado.

—Se que sigues diciendo la verdad pero aún así quemaré a tu amigo con un rayo fotónico, o tal vez le meta un poco de plomo. ¡Meteora! —esta última dudó un poco pero mantuvo con mas fuerza su arma apuntando hacia a mi. Creo que era obvio que no quería disparar.

Me coloqué en posición defensiva esperando el momento adecuado para cubrirme con mis antebrazos y que cualquier proyectil o rayo para que chocara en la armadura estratégica.

Pasaron unos segundos de tensión acompañados de un silencio algo incómodo cortado por aparentes goteras de ese lugar.

...

—¡Maldita sea obedece no porque yo lo digo sino porque sin él no podremos hacer el maldito plan. Recuerda el objetivo que les propuse y lo que podemos ganar! ¡Por favor! —gritó exaltado el pequeño Juan.

Por otros eternos segundos todos guardamos silencio para admirar como el chico introvertido explotaba, después Tyler comenzó a reírse seguido de Meteora, después Mike y cuando menos me di cuenta, Erika sostenía mi hombro riéndose levemente. Hasta Camila que era muda sonreía tiernamente sin sonido con los ojos cerrados y la boca abierta simulando ruido.

Juan se ruborizó y agachó la mirada escondiéndola bajo su bufanda. Al parecer se puso algo deprimido.

—Sabes que no dispararía, Antor.

—¿Otra vez?

—Jeje. Además tienes blindaje. Es obvio.

—Y también es obvio que disimuló el dolor del disparo en las piernas porque igual lleva blindaje.

—...

Tyler ya no me contestó mas y soltó a Meteora para reincorporarse normalmente.

—Está bien. Si tu insistes... Te seguimos, niñito. ¡Y tu para la fiesta de tu cabeza que se acabó la hora de reír! —dijo Tyler dirigiéndose a Erika que aún reía como hiena. Yo voltee a verla y noté que efectivamente ella se seguía riendo.

Juan acomodó las puntas de su bufanda envolviéndolas en sus manos dejando dentro de sus puños los pompones.

Después de recoger las cosas que habíamos dejado caer al suelo por el momento anterior nos pusimos a caminar sin decir mas. Todos los presentes seguimos a Juan.

Aquel lugar era como un búnker para tiempos de guerra, o como las cabinas de un submarino militar antiguo pero mucho más amplio, húmedo y deteriorado.

Metales oxidados, pequeñas fugas de agua, charcos humeantes, algunas luces que apenas iluminaban y muchos cables pelados eran muy notorios durante todo el recorrido en ese lugar.

Repentinamente Meteora me abrazó el brazo izquierdo temblando un poco, recargó su cabeza en mi hombro y dejó caer su castaña cabellera.

—¿No te emocionas? Tu y yo podríamos trabajar juntos esta vez —dijo susurrando. Yo no contesté pero tampoco sabía que decir. Ni yo ni Mike estábamos ahí para ayudar en algo que tuviera que ver con Tyler, sólo venimos por un mensaje encriptado de auxilio que alguien envió desde la ubicación de la Under City. Al principio pensamos que era de alguno de nuestros padres, pero Juan nos afirmó que fue él—. Oye. Sabes que por mi parte no dispararía. No estás enojado. ¿O si? —dijo seriamente y a la vez persuasiva. Yo le contesté:

—Si no eras tú, alguna de tus amigas lo habría hecho... ¿Ustedes no tienen calor con ese equipamiento que traen? Parecen verdaderos militares.

—No, son térmicos. Y sí, son militares pero nosotros no. Tu sabes.

Seh.

—Pero yo si tengo calor junto a ti...

Admito que me sonrojé. Aún no sabiendo que decirle pregunté de la nada del por qué ella estaba temblando entonces. Fue estúpido lo que dije ahora que lo pienso.

—El amor es una construcción social que lleva milenios en la humanidad. Si estás en una relación tendrías que reprimir tu instinto reproductivo para cumplirle a una sola persona a la cual tarde o temprano dejarás de querer porque nada es para siempre —dijo la loca de Érika entrometiéndose caminando de reversa para vernos. Esta vez era una filósofa de segunda.

—Eh... ¿Qué? —dije. Mike estuvo a punto de seguir el argumento de Erika acomodando sus anteojos con un dedo y tomando aire. No es que no me guste o interese como él habla de cosas intelectuales, pero afortunadamente Tyler comenzó a hablar—. Silencio, señoritas. El niño nos platicará por qué venimos aquí pero de manera más detallada. Te escuchamos Juan —dijo dándole un pequeño empujón en el hombro a Juan—. Este... Si... Verán... -reaccionó éste con voz baja.

[1 año atrás]

Juan estaba jugando en lo que parecía ser las instalaciones de un laboratorio. Había muchas láminas con planos y bosquejos en un escritorio. Su mayor sueño en la vida hasta estos entonces siempre fue ser un gran científico como su madre, la famosa doctora Phoebe Manxini.

A lo lejos, viendo entre los transparente de los cristales, pudo observar a la vez que escuchaba como su madre le decía algo sobre unas esferas metálicas a un señor regordete y con pelo cano y barba larga y rizada.

—Necesito el diseño estético y más optimizado. No es posible por favor —decía la Dr. Phoebe regresándole una tablet al señor antes mencionado. Ella Portaba su bata de Laboratorios V.I.D.

—Si doctora, pero insisto, si llego a hacerlo tiene que ser; una esfera, un cilindro, un cubo o un rectángulo. De otra forma podríamos levantar sospechas por los registros de piezas en las impresoras. Y del diseño interno ya ni hablamos —le contestó el señor de barba. También portaba la misma bata.

—Mmmh... Esta bien. Que sean... Esferas... Si... Quedarán bien... —respondió.

—Si doctora. Las simulaciones de diseño en el ordenador demostraron que estás figuras son mas manejables, y eligió bien por cierto. La esfera de entre todas es la más apta —contestó el señor regordete y se acercó a su oído para susurrar:

—Me está costando trabajo el diseño interno de elemental de tierra  esfera de tierra...

[...]

De Entre Los Mythos: Lemental Balls [En Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora