XVI. El presente

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— [...] Y así logramos regresar. Fue un fin de semana emocionante —contaba Antor. Él estaba reunido con sus amigos afuera de su casa.

—¿En dónde dejaste a Mike? —preguntó Osvaldo, el primo del antes mencionado  quien estaba sentado en la escalinata de mi casa junto a Yeick—. Se ofreció llevar de vuelta a Juan a su internado en Génesis —respondió Antor.

—¿Por qué no me esperaron? Yo hubiera echo el trabajo pesado —decía Ulises con ánimos de combatir. Éste se encontraba recargado en la valla—. Mike fue el que insistió en ir esa misma madrugada —contestó Antor.

—Ser modelo de revistas es igual de emocionante. ¿O no? —dijo burlonamente Yeick soltando una risa al final—. ¡Calla! Es la única forma que puedo ganar una cantidad decente de dinero —contestó Ulises de gruñón.

—Uy si... Miren al señor humilde —se reía Osvaldo. Ulises se enojó y lo abrazó del cuello con un brazo, tensó su bícep y lo ahorcó ligeramente mientras le hacía cerillito—. Ya quisiera verte rodeado de espejos, luces y cronómetros mientras te grita que te apures... Hablando de espejos. ¿Te has visto en uno? Eso te hará recordar que no todos pueden hacer mi trabajo —refunfuñaba Ulises para reírse al final.

Osvaldo se retorcía tratando de librarse—. ¡Yo estoy bien hermoso! ¡Suéltame! —decía.

Mauricio se acercó a mi sujetando mis hombros e inspeccionando mi cuerpo con la mirada—. No entiendo... Ser híper no es suficiente para salvarte de ese supuesto veneno. ¿O si? —dijo sin dejar de moverme.

—Tal vez esa Meteora te inyectó una dosis sin que te dieras cuenta... —planteaba Yeick. Esa idea no era mala. Puede ser que no lo notara por ser tantas dosis diferentes. Me quedé pensando.

—¿Cómo va el negocio, Osvaldo? —le pregunté. Él se quedó quieto aún sin liberarse se Ulises—. Dejé a Zafiro a cargo —dijo.

... ... ...

[Mientras tanto]

—Mike. Confío en que harás lo correcto —decía Juan mientras se quitaba la bufanda y la entregaba justo en las manos de Mike. Ambos estaba en el patio del instituto en donde había muchos jóvenes con sus padres o amigos.

—Despreocúpate. Comparto los ideales de tu madre. Siempre te estaré contactando por cada avance obtenido y... —Mike detuvo sus palabras al ver a una niña pequeña acercándose tímidamente a las espaldas de Juan—. ¿Ella es tu hermanita? —preguntó.

—Si —Juan la tomó de la mano y la llevó lentamente al frente para que Mike se presentara.

—Tu debes ser la pequeña Yeimy —Mike se agachó—. Eres muy tierna... Te traje de regreso a tu hermano sano e íntegro.

Yeimy se quedó quieta por mera timidez mientras Mike le acomodaba su cabello.

—¿Me prestarías tu bufanda? Juan me prestó la suya. ¿Sabes para qué? Lo que hay dentro de ella forma parte del mas importante trabajo de tu mamá —le platicaba sin dejar de sonreírle. Yeimy reaccionó a esta última palabra, volteó la mirada a Juan y él le sonrió moviendo la cabeza en afirmación. Al regresar la mirada a Mike, se quitó la bufanda de lana celeste y se la entregó igualmente a Mike.

—Que tierna eres. Tengo un mensaje para tí y para tu hermano. Lo encontré en uno de los cubos de memoria que no tiene nada que ver con el trabajo. Lo estaba leyendo de camino acá —dijo Mike acercando a Juan al lado de Yeimy. Era notaría la diferencia de estatura.

—Su mamá los quiere. Los ama. Vive por ustedes. Ella no está en problemas. Ella volverá por ustedes... —dijo seriamente. Yeimy se giró hacia Juan y lo abrazó con fuerza poniéndose a llorar de manera inminente. Juan lagrimeaba pero debía demostrar mantener la fuerza para que su hermana se tranquilizara.

Mike decía la verdad. Le entregó un cubo a Juan que era nada más y nada menos que las notas personales de la doctora.

Finamente se despidieron de Mike junto con el atardecer que recordaba la llegada de la noche a la Under City.

Fin

De Entre Los Mythos: Lemental Balls [En Corrección]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora