Juan estaba en la cocina de su casa junto con su mamá y hermana. Se encontraban haciendo un pastel de fresas. Todo era un desastre.
—Mamá. ¿Por qué no compramos un pastel ya echo? Que lo traigan a domicilio —decía aburrida y sin ánimo Yeimy, la hermanita menor de Juan.
—Porque a tu papá le gustan los pasteles tradicionales. ¿Ya les conté que yo de joven trabajaba en la pastelería de mi familia? Un día, su padre llegó por uno individual de fresa ya que todos se habían olvidado de su cumpleaños. Yo le ofrecí el mejor que tenía junto con una sonrisa, él me la devolvió y eso bastó para interesarnos el uno del otro. Desde entonces en su cumpleaños le dedico uno de fresa especial —platicaba la doctora Phoebe a sus hijos sonriendo mientras iba revolviendo una mezcla en un bowl.
Era erróneo llamarle doctora fuera de su trabajo. Además de ser una científica prominente, también era una madre, también era una esposa e hija de la guerra. Desde joven sus padres le daban lo que podían, pero no significó la abundancia ya que ella luchó por las cosas que dejó cimentadas en el pasado. Si bien no era la mujer perfecta física o mentalmente, era la mejor madre para Juan, la mejor esposa para su marido y la mujer más grata y benevolente en su utopía y el mundo científico.
—Siempre te gusta contarnos esa historia —respondió Juan con manchas de harina en las manos, mejillas y la punta de la nariz.
—Y no me cansaré de contárselas -contestó ella.
De la nada se abrió la puerta de la casa y llegó muy agitado el señor Gabriel, esposo de Phoebe y padre de Juan. Fue directo a la cocina al no ver a nadie en la sala.
—Ven cariño —dijo sin mas hacia su esposa —. Ya vengo niños, no muevan nada de momento —les dijo a la vez que se limpiaba las manos con el mandil que portaba. Se dirigió a toda prisa a la sala en donde la esperaba su esposo.
Juan decidió asomarse junto con su hermana para escuchar lo que decían sus padres—. ¡Ey! Yo también quiero escuchar —reprochaba Yeimy haciéndose lugar entre la pared y Juan asomando su cabeza. Ellos no sabían bien lo que pasaba, podían entenderlo pero aún no se les decía directamente. Pobres... Hasta ese entonces no se esperaban lo que iba a pasar en las próximas semanas.
—Phoebe... —le decía el señor Gabriel mientras la sujetaba de las manos —. Esta vez si estoy en un verdadero problema.
—Estamos —le interrumpió Phoebe—. No me quites ese mérito. Que no se te olvide que tus problemas son míos también.
—¿Qué debo decirte? Por esto y más te amo —le respondió mientras jugaba con sus manos y con las de ella siendo muy notorio su nerviosismo—. Siempre defiendes cada cosa que hago. Eso entre otras cosas es lo que me enamora de ti, que no seas como tus colegas de corruptos. Tú si ves por las personas y se que haces lo mejor no sólo por ellas, sino por el futuro de la utopía y de tu familia. Aún no me has contado lo que pasa pero yo soy la que debería dejar de meterte en problemas... —le respondió.
—Ay linda no digas esas cosas... —respondió Gabriel haciendo su voz mas cálida y baja mientras decidió acomodarle el cabello.
—Y tú no sólo eres la mujer de mi vida, también eres la mujer visionaria que cambia el destino de esta utopía y la humanidad con cada innovación, investigación y descubrimiento. El echo de que una mujer quiera cambiar el mundo para bien es lo que vale la pena defender —le dijo acercándose más a ella—. Me atrevería a decir que tu invento para conseguir energía fue el que acabó con la guerra hace ya más de treinta años. Si yo no hubiera defendido tu iniciativa en el congreso de aquel entonces quien sabe que hubiera sido del mundo. La energía hoy no sería gratis para todos. ¿Qué más da ser un perseguido político si te tengo a ti y a nuestros hijos? Aunque... me amenazaron de muerte hoy, no dejaré de defender tu trabajo.
Phoebe sintió un escalofrío y se apresuró a sentarse en el sofá apretándole las manos con más fuerza. En seguida se abalanzó a abrasarle en lo que el mini infarto se le pasaba. Fue inevitable que no soltara un par de lágrimas.
—¿¡Qué dices!? ¿¡Qué pasa!? ¡Cuéntame!
—Una carta en mi oficina. No tiene importancia no me dejaré de nadie. ¿Sabes por qué? —Phoebe negó con la cabeza sin soltarse del abrazo. Su esposo continuó contando—. Porque por voto popular de los utopistas ya me dieron la candidatura para ser presidente.
Al decir esto ambos apretaron mas el abrazo. Si el señor Gabriel llegaba a ser presidente de la utopía Génesis, no abría impedimento para que su esposa, la doctora Phoebe, llevase a la realidad todos sus proyectos para mejorar la utopía y ser un ejemplo al mundo de una verdadera utopía. Así la gente saldría beneficiada y Gabriel dejaría de ser un perseguido político haciendo junto con Phoebe lo que más les gusta; mejorar el futuro y ser recordados en la dañada historia de la humanidad de aquel mundo X. Eso sería un gran honor para cualquiera.
La doctora comenzó a besar la frente, mejillas, nariz y labios de Gabriel.
—El problema es que... Será muy difícil. No por la gente, más bien por la oposición dentro del gobierno y las corporaciones.
—Yo me encargo de ellas. Toma —al decir esto Phoebe se limpió las lágrimas y le entregó un cubo de memoria en la mano—. Esto es la mitad de mi investigación. Cuando la termine y perfeccione verás que las corporaciones se tendrán que adaptar o expirar. La gente al ver los beneficios que traerá esta nueva tecnología se darán cuenta por completo de como es el gobierno y querrán cambiar la estructura. ¡Haremos historia!
—¿Acaso es tu sueño? El de... ¿"Lemental"?...
—Lemental balls —acompletó el nombre interrumpido—. Tuvieron que ser esferas así que por eso el "balls". ¿Te gusta?
—¿Qué... debo decirte? ¡Es perfecto. Literalmente no se que decir! —el señor Gabriel la abrazó y la comenzó a besar sin parar de la felicidad. Ya antes le había contado teóricamente del potencial del proyecto "lemental".
—Cuida tu seguridad, contrata o solicita escoltas. ¡No se! Se que siempre hemos estado en riesgo y que nos ha ido bien en la vida hasta cierto punto pero... Es demasiado pensar en... No puedo imaginar un escenario así... Sin ti... No quiero —decía Phoebe mientras apretaba con fuerza la mano donde le entregó el cubo de memoria, estando aun con un poco de lágrimas en sus ojos viendo fijamente a los de su esposo.
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De Entre Los Mythos: Lemental Balls [En Corrección]
Ciencia FicciónMuchos científicos de diferentes partes del mundo han desaparecido. Se sospecha de manera muy conspiranóica que, en la mayoría de los casos, pudieron ser secuestrados por un grupo secreto del que se tienen pocas pistas. Estos científicos son de élit...