Segunda Parte

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CAPITULO I

Los primeros rayos del sol entraban por una pequeña ventana. Abrí con pesadez los ojos y al intentar girarme, pude sentir que el vació del piso era lo único que me esperaría si me arrinconaba un poco más a la izquierda. Gruñí ante la decepción de seguir durmiendo, bufe y puse mi mano derecha sobre mi rostro.

Día lo ignoraba pero juraría que era algún numero de julio, hora, calculaba que eran las doce del día. Unos azotes se escucharon en la puerta de madera.

-¡Sal!- gruño con fuerza la persona tras la puerta.

Me senté en la colchoneta vieja, mis codos quedaban sobre mis rodillas y sentía los labios completamente secos, mi estomago gruño y sonreí de medio lado.

-¡¿Quieres que entre por ti?! Cinco minutos o tú estadía aquí se aumentara-

El veneno entre sus palabras fue el que hizo que en mis ojos se llenara una pizca de esperanza, intente levantarme de un solo tirón y mis huesos comenzaron a tronarse, mis músculos tensos eran lo que más hacia a mi ser doler.

Con pesadez en mis piernas comencé a caminar, mis tenis desgastados semi rotos se hicieron un problema, me detengo sobre el picaporte de la puerta y me sostengo de el antes de caer. Abren una pequeña rejilla sobre la puerta, tienden su mano hacia enfrente y le entrego un cigarrillo, el hombre me entrega un papelito y lo leo.

*Camina un paso atrás y toca dos veces en la puerta*

Hago lo que dice y la puerta que me tuvo en cautiverio por dos años y medio se abre ante mis ojos, el pasadizo que alguna vez me hizo llegar hasta aquí es el que me recibe. Un hombre completamente vestido de negro, pone su mano en mi hombro y con la otra sostiene mis manos. ¿Acaso piensa que escapare? este hombre debe estar completamente loco.

Otro joven se acerca a mi y pone una venda oscura en mis ojos, cuando me tienen a su merced, terminan por darme un golpe en la nuca, para dejarme inconsciente.

El siguiente lugar que pude observar fue un parque, las personas pasaban y me miraban raro, mis ojos semi abiertos que apenas se estaban acostumbrando al sol empezaban a arder.

Me levanto con un poco de torpeza, me senté en la banca y sacudí mi cabeza con suavidad, toque la parte donde me habían golpeado y comprobé rastro de sangre, sonreí con tristeza y algo empezó a picar en mis ojos. Mire mis manos llenas de sangre reseca, algunas llaga aun estaban a gran vista, la gabardina verde militar que me cubría del frio se había tornado un poco oscura y el olor a sudor era irremediable, mis pantalones estaban rasgados y podría jurar que mi apariencia era la de una vagabunda.

Negué con la cabeza, la idea de siquiera derramar una lagrima mas estaba completamente en el suelo. Tomando un poco de la dignidad que aun me quedaba, me levante y comencé a caminar, las personas me miraban con recelo y me empujaban para evitar acercarse a mí.

Camine y camine, en busca de que alguien saciara mi duda al decirme que día era o lo que más me pesaba en la mente, en donde estaba. Llegue a un puesto de revistas, algo viejo y mal mirado, tal y como yo. Me acerque al dueño, parecía un señor de unos cuarenta o incluso cincuenta años a lo mucho, su pelo comenzaba a teñirse de plata y la barba en candado lo hacía lucir una persona seria.

-H-hola- hacía mucho tiempo que no hablaba con una persona.

-¡Oh no! Otro vagabundo no...- se levanto de su silla y se metió dentro de su puesto.

-Señor, espere- intente llamar su atención, pero lo único que conseguí es que saliera apuntándome con un arma.

-¡Ándate!- me exigió lleno de ira.

Only Told The Moon [CAMREN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora