Capítulo III

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Esa misma noche, Yattak preparó su mochila, pues si su rey no le permitía realizar su viaje, él lo iba a hacer de todos modos, por lo que se llevó sus armas, comida, bebida, y le puso la montura a la yegua, con la que salió silenciosamente de su casa para dirigirse a la entrada de Marwath mientras los guardias patrullaban por la ciudad en ese momento. Yattak abrió la gran puerta tirando hacia abajo de una palanca de madera que había situada en la parte izquierda de la puerta desde dentro de la ciudad, dándole así la posibilidad de salir con el caballo y huir antes de que los guardias se dieran cuenta de todo. Uno de los guardias se percató de que la puerta estaba abierta y avisó a los demás, mientras todos recordaban a Yattak y corrían hacia su casa. Estos abrieron la puerta y al quitar las sábanas para ver si Yattak estaba ahí, se encontraron con dos sandías para simular el cuerpo y una pelota roja perteneciente a unos niños, o eso pensaron, simulando su cabeza.

-Avisad al Rey Shenn, el Capitán Yattak ha escapado. -ordenó uno de los guardias.

Yattak cabalgó junto a la yegua hacia unas praderas cercanas, buscando una posada donde descansar esa noche y comer algo.

Los guardias orrieron hacia el interior del gran castillo blanco e interrumpieron la conversación del rey Shenn con Rothell.

-¿Ocurre algo? Me habéis interrumpido con Rothell. -añadió el rey.

-El Capitán Yattak ha escapado. No lo encontramos por ninguna parte. -explicó uno de los guardias.

-¿Escapado? Buscadlo, es nuestro mejor soldado, no debemos dejarlo ir tal cual. -ordenó Shenn.

-Si muere, estaremos condenados. -

-Su majestad, si me permite, sería un honor participar en esta búsqueda del Capitán Yattak. -añadió Rothell arrodillándose ante el rey.

-¿Está dispuesto a tal arriesgada misión? -preguntó Shenn.

-Si Marwath tiene algún problema o peligro por delante, mi espada la protegerá, su majestad... -dijo Rothell aún arrodillado.

-Bien, levantese. -ordenó Shenn mientras Rothell se enderezaba de nuevo.

-Bien, a partir de ahora, le nombro Jefe De Búsqueda, Rothell. -añadió el rey.

-El Capitán Yattak llegará a salvo y de una pieza a Marwath, su majestad. -dijo Rothell muy seguro de lo que estaba diciendo.

De madrugada, cerca del amanecer, Yattak junto a la yegua llegaron a un pueblo llamado Enkkel, el cual estaba más animado de lo normal debido a la Fiesta Del Zorro. Esta celebración se lleva haciendo desde cientos de años en el lugar, venden objetos en forma de zorros, los precios bajan, etc... Se celebra el día 14 de Kilanggar todos los años. Las personas se reúnen en el centro de la ciudad y se cantan canciones, se baila, se bebe, y por supuesto, hay que divertirse. Se celebra el día en que se encontró al primer zorro en Throndill, el animal que representa al pueblo.


Alejado de la fiesta, mientras escuchaba la música y la gente riendo, Yattak se adentró junto a su caballo en un callejón oscuro y entró en una posada llamada El Gusano Azul, un nombre no muy atractivo que digamos. Dentro habían unas seis personas contando el mesero, pues casi todos estaban de celebración. Yattak se bajó del caballo y lo ató fuera en un poste de madera astillado. El lugar desde fuera parecía normal, una posada de madera, algo oscura y sucia, al igual que todas. Sin embargo, al entrar, este encontró un espacio pequeño, ocupado por las pocas mesas que había y la barra. Las ventanas habían acumulado tanto polvo que no entraba luz a través de ellas, y había telarañas por casi todas partes. Yattak entró, caminando por encima de algunas cucarachas mientras dos de los borrachos cantaban canciones sobre aventuras sin igual, hasta que se sentó en una de las mesas redondas.


Al mirar a su derecha, Yattak pudo ver a un hombre sentado con una capucha de color celeste y bandas de color dorado pasando por los bordes de esta. Parecía tener un poco de barba, era robusto y unas luces naranjas provenientes de sus ojos se dejaban ver por la oscuridad que producía la capucha. Al ver que Yattak se sentó en un sitio oscuro y el más apartado, este se levantó y se acercó a él.

-¿Porqué te ocultas en las sombras...? -preguntó aquel extraño sentándose en una silla junto a él.

-¿Quién eres? -añadió Yattak extrañado.

-Mi identidad no importa ahora mismo. La verdadera pregunta es, ¿qué haces aquí Capitán Yattak de Marwath? -dijo el hombre justo cuando un cuervo entró por la puerta y se posó en su hombro.

-¿Cómo sabes mi nombre? ¿Eres uno de esos guardias de Marwath? -preguntó Yattak con la mano en la empuñadora de su espada, preparado para cortarle la cabeza en un mínimo descuido o detalle.

-Soy Garenthol, dios del miedo y de la oscuridad. Y por lo que preguntas, estás siendo buscado por la Guardia Real de Marwath, ¿cierto? -dijo Garenthol.

-Con que eres ese desgraciado, el que tanta ruina ha traído a Throndill. -murmuró Yattak.

-Lo hago por necesidad... Y ya veo que eres de esos que me juzgan por mi función aquí. -dijo el dios.

–¿Cómo no odiar a un ser despreciable como tú? –preguntó Yattak.

–Y sí, escapo de la Guardia Real, he de visitar a Jatillah para que me devuelva a mi mujer e hijos. Una larga historia. –explicó este.

–Con que acudirás a mi maestro... –murmuró Garenthol sorprendiendo a Yattak, que lo miró al escucharlo.

–¿Tú... Maestro? –

–Exacto, el único que me comprende y apoya. –contestó el dios.

En ese momento, las persianas se movieron bruscamente chocando contra los vidrios de las ventanas mientras un fuerte viento entraba por la puerta abriéndolas de par en par junto a gritos de personas fuera, aunque se quedó en un susto.

–¡¿Qué ha sido eso?! –preguntó Yattak levantándose y sacando su espada.

–Los dragones de hielo migran a las Tierras Nevadas con la llegada del verano. –respondió el dios.

–Puedes sentarte, no van a atacar. –

Yattak se sentó de nuevo, aún algo alerta por los dragones.


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